La Novia Fugitiva y el Magnate Misterioso -
Capítulo 121
Capítulo 121:
Tyson envolvió a Celia con un brazo mientras sostenía el paraguas con la mano que tenía libre. Luego, él bajó la cabeza y besó las lágrimas que corrían por el rostro de su esposa.
El hombre no preguntó nada, pero le aseguró: «Cece, recuerda que siempre estaré a tu lado. Te protegeré de la lluvia y el viento sosteniendo el paraguas para ti».
Estas palabras fueron pronunciadas de todo corazón, y gracias a ello, tocaron las fibras más sensibles de Celia.
El abrazo de su esposo la hizo sentir más reconfortada; incluso por un momento pensó en revelarle todos sus secretos, pero algo le cerró la garganta y no emitió ni una sola palabra.
A pesar de todo lo sucedido, todavía existía la posibilidad de que Adrien le devolviera el anillo, así que debía seguir ocultando el hecho de que fue ella quien se casó con Tyson y no Cerissa.
Con esto en mente, la chica convirtió su secreto en un beso apasionado; ella se puso de puntillas, se inclinó y besó los labios de Tyson.
Las bocas de los dos amantes chocaron bajo la lluvia.
Imitando las acciones previas del hombre, Celia también lamió casualmente la punta de su lengua; los labios y dientes de Tyson se llenaron de un amor ilimitado mientras respondía a los movimientos con la misma pasión.
El beso fue breve, pero dejó a la chica con una sensación cálida y confusa.
Cuando Tyson retiró lentamente la lengua de los labios de su esposa, a esta última le resultó difícil romper el beso.
«Creo que es hora de que volvamos a casa».
El hombre tomó la mano de Celia y la guió hacia el Volkswagen que se encontraba estacionado al lado de la carretera.
Celia se aferró a él con la mitad de su cuerpo; de repente, la chica sintió algo húmedo.
Al alzar la vista, descubrió que el hombro de su esposo estaba empapado por la lluvia; este hallazgo hizo que ella se sintiera mal por Tyson.
“¿Por qué solo me protegiste a mí de la lluvia con el paraguas? Todo tu hombro está mojado».
Contrario a lo que pudiera pensarse, Tyson no estaba preocupado: «Desde que me casé contigo, juré que siempre estaría ahí para respaldarte. Sabes que no permitiré que te enfermes».
A Celia se le formó un nudo en la garganta, pero de alguna manera se las arregló para responder: «El problema es que te encuentras muy delicado de salud. ¿Qué pasará si te enfermas?».
«Después del accidente automovilístico, la única secuela que tengo es una afección cardíaca. Aunque suene grave, eso no me vuelve una persona frágil. ¿O será que constantemente cuestionas mi salud debido a que casi no intimamos?».
Estas declaraciones le dieron mucha gracia a Celia. Ella lo empujó ligeramente y luego dijo: «Debes cambiarte de ropa y tomar una ducha en cuanto lleguemos a casa. Estás tan empapado que parece que te metiste en un charco. ¿Qué haremos si pescas un resfriado y no mejoras?».
«Está bien, así lo haré. Cariño, por favor, sube al vehículo», sin dejar que su esposa se mojara, Tyson le abrió la puerta y le ayudó a abrochar su cinturón de seguridad. Pronto, los dos iban de camino a casa. Tyson no dijo nada durante todo el trayecto aparte de algunas bromas para alegrar el ánimo de la chica; él no preguntó por qué Celia estaba sola en la calle o por qué sollozaba inconsolablemente.
Los dos parecían regirse por un código implícito; la pareja lo seguía al pie de la letra y nadie se atrevía a romper sus reglas.
Al llegar a casa, Celia persuadió a Tyson para que se duchara antes de hacer cualquier otra cosa.
Él besó a su esposa en la mejilla, se quitó la camisa mojada y se preparó para ir al baño. Sin embargo, recordó que necesitaba una bata, así que el hombre primero se dirigió al armario.
Celia sintió cómo su pulso se aceleraba en el instante que sus ojos se posaron sobre el musculoso y marcado de Tyson; de repente se le ocurrió que podría reunir todo su valor para acercarse y besarlo en la espalda mientras sus brazos se envolvían alrededor de su cintura.
No obstante, la chica solo avanzó unos cuantos pasos antes de descubrir la cicatriz en la cintura de su esposo; en ese instante, Celia recordó al hombre con el que tuvo aquella aventura de una noche.
Tras estrujar su cerebro, se dio cuenta de que la cicatriz de dicho individuo era idéntica a la de Tyson.
¿Se trataba de una mera coincidencia?
Ella no había tenido la oportunidad de comprobarlo después de la noche de bodas porque su mente estaba ocupada pensando en otras cosas, pero ahora esa pregunta nuevamente daba de vueltas en su cabeza.
Esto dejó a Celia muy confundida.
Antes de que ella pudiera indagar más, Tyson ya había tomado su bata y se había marchado al baño; su cicatriz apenas se ocultaba detrás de la bata que él llevaba.
El hombre no se dio cuenta de que cuando ingresó al baño, el rostro de su esposa solo reflejaba un sentimiento de profunda duda.
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