Capítulo 90:

“¿Me lo concederás? Estoy muy ansioso”, agregó él, con los ojos llenos de anhelo.

Shantelle lo miró a los ojos. Su sonrisa se desvaneció, aparentemente sumida en profundos pensamientos.

“Vale. No sé si un beso, pero me parece bien una cita”, contestó suavemente.

Evan se quedó boquiabierto, totalmente sorprendido. En realidad, nunca esperó que Shantelle aceptara.

“¿Tú… dijiste que sí?”.

“Dije que sí”, respondió ella.

“Aunque tienes que contarme lo de la regla número uno”.

“¿De verdad dijiste que sí?”, volvió a preguntar.

“¿Quieres que me retracte?”, preguntó al ver que él dudaba de ella.

“¡No! ¡No puedes retractarte! ¡Ya dijiste que sí!”, respondió Evan.

“Bueno, deja de preguntar y planea la cita”, ordenó ella, haciendo reír a Evan.

“Ay, sí que lo haré. ¡Vas a disfrutar cada momento! ¡Te darán hasta ganas de besarme!”, declaró él, con una sonrisa que le llegaba hasta las orejas.

“Eso ya lo veremos”, le desafió Shantelle.

Inmediatamente al día siguiente, Evan terminó intencionalmente su trabajo antes de tiempo. Llevaba meses esperando la oportunidad de salir con Shantelle, así que éste era su momento.

Después de que ella dijera que sí, él no esperó ni un día más, ni una semana más, y claro que tampoco ni un mes más. Afortunadamente, era la estación perfecta para su cita ideal con su exesposa. Lo pensó cien o quizá mil veces.

Cuando Shantelle se marchó, él había imaginado durante mucho tiempo llevaría a uno de sus lugares favoritos y esperaba que ese viaje le devolviera a la antigua Shantelle que tanto lo amaba.

“¡Vaya! Estás preciosa”, comentó Evan al ver a Shantelle salir de la casa de los Scott con un vestido informal y un abrigo sobre los hombros.

Shantelle se encogió de hombros.

“Dijiste que no era formal”, dijo.

“Y tú tampoco estás tan mal. No sabía que se podía llevar pantalones cortos”, comentó Shantelle, fijándose en que Evan llevaba una camisa blanca y unos pantalones cortos vaqueros que le llegaban a las rodillas.

“Ay, admito que ha pasado tiempo desde que usé una ropa cómoda, pero estoy feliz”, respondió Evan, dándole un ramo de rosas.

Con un suspiro, Shantelle aceptó las rosas. Sonrió.

“Evan, no sé dónde ponerlas. La casa está llena de rosas”, dijo.

“Lo siento. La próxima vez prepararé tulipanes o girasoles”, sugirió Evan, lo que provocó una risita de Shantelle.

“No pararás, ¿Verdad?”, preguntó Shantelle.

“No hasta que me ames de nuevo”, respondió él sin vacilar.

Shantelle sonrió satisfecha. Le entregó el ramo de rosas a la ama de llaves. Le indicó que lo colocara en su habitación antes de entrar en el coche.

“¡Buena suerte, papá!”, dijo Lucas, asomándose por la puerta y levantando el pulgar a Evan.

“Gracias, Lucas. Te amo. Te veo luego. Papá te pondrá dormir”, prometió Evan.

Shantelle y Evan estuvieron dos horas en la carretera, En el camino, hablaron del nuevo centro cardiopulmonar, que iba a abrir la semana que viene, También hablaron de la regla número uno de Evan.

“¿Qué? ¿Ésa es tu regla número uno?”.

Shantelle se rio después de que Evan se lo explicara todo.

“Si, la única vez que me descuidé fue en el hospital, cuando las enfermeras tenían que ayudarme con mis quemaduras, pero aun así intenté pedir siempre un enfermero. Bueno, simplemente no había ninguno”, admitió Evan.

“Puedes preguntarle a James si quieres. Él es testigo de todo”.

“Si, es verdad, Señorita Shanty. Me regañó muchas veces por no mantener la regla número uno”, dijo James.

El tenía que llevar a Evan y a Shantelle, puesto a que él era el planificador de la cita de esa noche. Tenía que asegurarse de que todo saliera según lo previsto.

“¿Por qué pusiste esa regla?”, preguntó Shantelle.

Hubo un momento de silencio. Evan recordó el pasado antes de girarse hacia Shantelle.

“Porque no quiero que más personas como Nicole, o mejor dicho, Melody me arruinen la vida”, admitió.

Le tomó la mano.

“La vida que habría tenido contigo si Nicole no se hubiera metido”.

Shantelle pensó en las palabras de Evan. Recordó cómo había solicitado un Doctor hombre en Warlington.

Siempre que estaba delante de una mujer, se distanciaba. El otro día, no se atrevió a estrechar la mano de la abogada, aunque Scarlett ya estuviera casada y tuviera muchos hijos.

“Me gustaría verte personalmente con esta regla tuya”, dijo a pesar de las observaciones.

“Lo hice por más de seis años, Shanty”, reveló Evan.

En medio del viaje, Evan puso una venda sobre los ojos de Shantelle. En el coche, Evan la guió todo el tiempo, tomándola de la mano. A propósito, no se había puesto su prenda de compresión para sentir la suavidad de la palma de ella contra la suya.

“¿Adónde me llevas, Evan?”, preguntó Shantelle, después de caminar durante minutos.

“Toma un poco de aire y sabrás”, sugirió Evan.

Shantelle hizo lo que le dijo.

“Huele a playa”, respondió ella.

“Ay, cielos. Extraño la playa. Hace mil años que no voy”.

“Lo sé, la última vez fue el joven Evan Thompson quien te llevó a tu lugar de playa favorito”, declaró él.

Al escuchar a Evan, Shantelle se quedó petrificada. “¿Evan, quieres decir que…?”, preguntó luego de jadear.

Se quitó la venda a toda prisa y se quedó boquiabierta mirando la hermosa playa. Ya eran las seis de la tarde y la misma costa brillaba con bioluminiscencia.

“¡Plancton!”, gritó Shantelle encantada.

“¡Cielos, Evan! ¡Aún te acuerdas!”

Shantelle corrió a la playa, se quitó las sandalias y pisó la arena. Creó huellas azules mientras seguía caminando por la orilla. Shantelle tal vez ya había caminado varios metros cuando se giró hacia Evan.

“¡Vamos, Evan! Como en los viejos tiempos”, le dijo.

Evan caminó hacia Shantelle y le ofreció una mano.

“Mejor que en los viejos tiempos”, dijo.

Shantelle observó su mano durante un segundo, pero luego la agarró.

“Supongo”, respondió.

Evan y Shantelle caminaron agarrados de la mano por la orilla, de vez en cuando sumergiendo los pies en el agua para ver cómo los plánctones formaban figuras a su alrededor. Todo el tiempo, James estaba allí para tomar fotos de su experiencia con el plancton.

Siguieron adentrándose en la costa hasta llegar a un complejo turístico donde les esperaba a Evan y Shantelle una cena en un banco de arena. Cenaron a la luz de las velas bajo las estrellas, donde todos los platos eran los favoritos de Shantelle.

Después de la cena, Evan aún tenía otra sorpresa para Shantelle. Evan la llevó hasta el extremo del banco de arena. El complejo había colocado una manta de picnic con velas alrededor de la arena.

Había un cubo de hielo enterrado a mitad de la arena, con una costosa botella de vino y una bandeja de quesos variados a un lado.

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