Capítulo 32:

“¡Maldita sea! ¡Maldita sea!”.

Pateó el tronco con los pies, haciéndolo una y otra vez. Usualmente era callado y se guardaba sus emociones, pero en ese momento gruñía y gritaba.

Estaba tan furioso que no le importó los cortes que se hizo en los nudillos. Solo dejó de estar frenético cuando se dio cuenta de las miradas de la gente que pasaba.

Cuando Keith regresó al banco del parque, apoyó los codos en las rodillas y puso las manos bajo su cara. Dijo:

“No quería asustarte”.

Quiso explicarse, pero no le salieron palabras de la boca.

“Es solo que… Esto no era lo que yo quería para ti, Shanty”.

Sus palabras tomaron a Shantelle por sorpresa. Estaba siendo terriblemente amable para alguien que no era realmente tan cercano a ella.

Claro, ella conocía a Keith desde que eran jóvenes, pero nunca fueron tan cercanos.

El silencio cayó sobre ellos, pero pronto Shantelle preguntó:

“¿Qué…? ¿Qué hago ahora, Keith?”

Keith se quedó callado unos instantes, pero finalmente respondió:

“Haz lo correcto, Shanty”. Keith respiraba profundo. Evitó su mirada durante algún tiempo, pero cuando volvió a mirarla, recordó:

“Mi madre nos abandonó a mi padre y a mí por otro hombre cuando yo tenía ocho años. Siempre pensé que fue injusta conmigo”.

Le dijo débilmente:

“Haz lo correcto, Shanty. Estaré aquí para apoyarte a ti y a tu familia, pase lo que pase”.

Shantelle comprendió en silencio lo que quería decir. Permaneció en su asiento, pensando y llorando. Al cabo de diez minutos, suplicó:

“Por favor… Por favor, no se lo digas a Evan”.

Recordó perfectamente la última vez que vio a Evan, cuando le había preguntado si aún tomaba anticonceptivos. Él no quería tener un hijo con ella.

Por lo tanto, Shantelle decidió que él no tenía por qué enterarse de esto.

“¡Ay, Cielos! ¡Otra vez no!”. La Señora Shaw exclamó al ver a Evan apoyándose sobre Wendell, caminando hacia la entrada de la villa a las cuatro de la mañana.

Intentó ayudar a Wendell, pero éste le dijo:

“Tranquila, Señora Shaw, puedo arreglármelas. Por favor, ayúdeme a abrir la puerta de su habitación”.

Había pasado más de una semana desde que Evan se enteró de que Shantelle había abandonado la ciudad.

Después de enfrentarse a sus padres, se encerró en su habitación. Evan no se molestó en comer hasta el almuerzo del día siguiente.

No habló con nadie, ni con sus padres, ni con sus amigos, ni con los empleados de la villa.

Evan no volvió al trabajo hasta tres días después. Los días siguientes los pasó encerrado en la oficina, trabajando hasta medianoche.

De vez en cuando, iba al club con sus amigos Wendell y Sean. Wendell solía regresar a Evan a casa, ya que éste último usualmente terminaba borracho.

Esa noche no fue una excepción. Wendell llamó a las puertas de la villa, regresando a Evan a su casa en estado de embriaguez.

Igual que la última vez que estuvo ebrio, Evan hablaba como sí Shantelle nunca se hubiera ido.

“Señora Shaw, ¿Dónde está la Señora de la casa? Dígale que prepare mi plato favorito”.

“¿Por qué no está en casa todavía? Ya es tarde. Señora Shaw, llame a los Scott y que Howard recoja a Shanty”.

“Wendell, llama a Shanty”.

“Si, Evan. Lo haré. Pero, primero toma una siesta, ¿Sí, viejo?”. Wendell solo podía seguirle la corriente a Evan, sabiendo que estaba borracho. Por lo general, al día siguiente, Evan volvería a quedarse callado.

Wendell ayudó con cuidado a recostar a Evan en la cama. Se dio la vuelta hacia la Señora Shaw y le dijo:

“Estará bien, Señora Shaw”.

La Señora Shaw preguntó:

“Cielos, ¿Cuánto tiempo estará así?”.

“No lo sé, Señora Shaw, pero esta vez es diferente. Evan sabe que tiene la culpa”, dijo Wendell.

Volvió a mirar a su amigo y dijo:

“Solo el tiempo lo dirá”.

“¿Señor Thompson?”. Por la mañana, la Señora Shaw llamó a la habitación de Evan por décima vez. Ya eran más de las nueve y su asistente había estado llamando al teléfono fijo desde las siete.

La Señora Shaw no se atrevía a entrar en la habitación sin permiso, pero al mismo tiempo estaba preocupada por el bien de Evan.

“¿Señor… Señor Thompson?”, volvió a llamar la Señora Shaw mientras abría la puerta lentamente.

Para su sorpresa, no había nadie en la cama.

“¿Señor Thompson? ¿Señor Thomson? James llamó a la casa sobre un contrato importante”.

No recibió respuesta. Tocó la puerta del baño, pero tampoco hubo respuesta. Cuando abrió la puerta del baño, no había nadie.

“¿Dónde está el Señor Thompson?”. La Señora Shaw estaba segura de que el hombre no había salido de la villa desde que llegó a las cuatro de la mañana.

En su estado, no era capaz de caminar en línea recta, y mucho menos, tener la facilidad de salir de casa.

La Señora Shaw estaba a punto de salir de la habitación, pero de repente escuchó un ruido de un golpe seco dentro del vestidor. Frunció el ceño y decidió investigarlo.

Después de encender las luces de la enorme habitación, ¡Encontró a Evan durmiendo en el lado de Shantelle del armario! Seguía vestido con la ropa de la noche anterior, acurrucado entre los vestidos largos de Shantelle.

Se acercó a Evan empáticamente. Al instante, la Señora Shaw cayó de rodillas, llorando. Al final, terminó despertando a Evan.

“Ay, Señor Thompson, siento mucho que… Que usted y la Señora tuvieran que sepa… Separarse. Si se hubiera da… Dado cuenta de lo mucho que la quería entonces, es… Esto no habría pasado”. Tartamudeó sus palabras.

“Todos esos momentos en los que estuvieron juntos”. Su voz se hizo más grave al decir:

“To… Todas esas oportunidades perdidas”.

Las palabras que pronunció la Señora Shaw apretaron el corazón de Evan. Aún no estaba completamente sobrio, pero captó sus palabras.

En efecto, tuvo tantas oportunidades. Estuvieron casados dos años, e incluso después de su divorcio, Evan se sentía vacío, pero nunca actuó en consecuencia.

Reflexionó en silencio:

‘¿De verdad la amaba? ¿Amaba a Shanty?’.

Probablemente sí la amaba, porque Evan no se habría sentido tan infeliz estos últimos días si no fuera así.

Había reconocido que extrañaba a Shantelle, pero aún no había admitido que realmente fuera amor.

Evan se puso una mano en el pecho y la apretó.

La sensación era insoportable.

Pensó: ‘Así que esto es el dolor… El dolor de amar a alguien. Yo amaba a Shanty. ¿Por qué no me di cuenta antes? ¿Acaso fue porque ella siempre estaba allí que di por sentado esos sentimientos?’.

‘La amaba… La amaba, pero ya no está. Qué lástima, jeje…’.

Se burló Evan de sí mismo.

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