La exesposa del CEO es una cirujana -
Capítulo 212
Capítulo 212:
Milan se convulsionó ligeramente al alcanzar el clímax.
Su mirada se volvió frágil y su piel se erizó por todas partes.
Ella notó cómo Wendell revisaba su entrada.
Mojó dos de sus dedos y los introdujo en su interior.
Otro g$mido escapó de sus labios.
Ella comentó:
“Se siente tan bien”.
“Ya estás muy mojada”, reveló Wendell.
Levantó los dedos y le mostró cómo brillaban con su placer.
Milan jadeó y una sensación de satisfacción la invadió.
Seguidamente, vio que Wendell se quitaba los pantalones.
Sus ojos se abrieron de par en par, observándolo mientras se tocaba a sí mismo.
Wendell alineó su gran miembro contra ella y la p%netró lentamente.
“¡Aaanah!”, gritó Milan, llena de deseo.
“Estás muy duro, Wendell”.
“Maldición ¡Y tú estás tan apretada!”, comentó Wendell.
A pesar de p%netrarla con solo la mitad de su miembro, entendió claramente lo que ella quería decir con lo de ser estrecha.
Sintió los músculos de su cuerpo abrazando a su hombrecito.
Por suerte, ella estaba lo bastante mojada para que él se deslizara hacia dentro fácilmente.
“Relájate, Milan. Relájate. Deja que me ocupe de ti”, dijo él.
“Estoy un poco nerviosa”, admitió ella.
Wendell se retiró y volvió a besarla.
Volvió a tocarla y a jugar con sus pechos mientras le frotaba el cl!toris.
Cuando Milan se rindió a aquella sensación de euforia, Wendell volvió a sentarse y la p%netró de nuevo.
Milan estaba más mojada que antes, y eso animó a Wendell a seguir entrando.
Dijo: “Dime site duele”.
“Solo un poco, sobre todo me siento llena”, confesó Milan.
“Se… se siente muy bien”.
Sus palabras hicieron sonreír a Wendell.
Bajo su cuerpo para besarla de nuevo, con su miembro todavía sin p%netrarla por completo.
Entraba y salía, pero no empujaba hasta el fondo.
Pronto, sin embargo, su deseo se hizo más grande, así que le preguntó:
“¿Puedo p%netrarte más?”.
Milan asintió y dijo:
“Suavemente”.
Todavía encima de ella, introdujo lentamente su miembro.
Mientras lo hacía, estudiaba su rostro, Cuando ella fruncia el ceño, él hacía una pausa y evaluaba la situación.
Wendell volvió a besarla, a chuparle los pechos y a tocarle cualquier parte del cuerpo.
Cuando sentía que ella volvía a estar relajada, volvía a empujar hasta que por fin llegó hasta el final.
“¡Aaaah! ¡Maldición, Milan! Estás tan apretada. Me encanta”, dijo Wendell.
“¿Cómo te sientes?”
“Yo… no quiero que pares”, dijo ella, con el pecho agitado por la excitación.
“Qué increíble. Sigue moviéndote, Wendell”.
Wendell sintió como si se hubieran abierto las compuertas.
Empezó a moverse sin vacilar.
Con cada segundo que pasaba, Milan estaba más y más relajada, su jugo de amor empapaba más el p%ne de Wendell.
Pronto, sin darse cuenta, aceleró el ritmo.
Wendell la p%netraba con mayor velocidad, pero Milan seguía g$miendo de placer.
Comprendiendo que Milan ya no se sentía incómoda haciéndolo, Wendell se incorporó, no sin antes darle un beso en los labios.
La sujetó por la cintura y le dijo:
“Quiero hacerlo un poco más rápido”.
Milan solo asintió.
En los minutos siguientes, Wendell la p%netró con un poco más de fuerza, sus cuerpos chocándose.
Una y otra vez g$mía de deseo, elogiando lo apretada que estaba Milan.
Su cuerpo estaba bañado en sudor y sus nalgas se estiraban más con cada empujón.
Por otro lado, Milan rebotaba en la cama de Wendell, su pecho rebotaba con ella.
Mientras Wendell le hacía el amor, sus ojos no se apartaban de su torso.
Se quedaba admirando sus músculos y sobre todo se deleitaba con sus abdominales bien definidos.
Mientras Milan se deleitaba con su cuerpo, ella jadeó, sintiendo una sensación más excitante entre las piernas.
“Wendell, yo… ¡Aaaaah!”.
Milan llegó a su climax y fue incapaz de contener el deseo que se extendía por su cuerpo.
Se convulsionó ligeramente y suplicó por un beso, Wendell se inclinó y se deleitaron con un beso a boca abierta.
“¡Ah! ¡Ah! ¡Aaah!”.
La cara de Milan ardía mientras gritaba Wendell p%netraba su núcleo palpitante sin parar, y ella se ahogó rápidamente en un mar de placer.
“Me vengo”, advirtió Wendell.
Se incorporó frenéticamente y lo sacó justo a tiempo.
Mientras Wendell g$mia de éxtasis, sus cejas se fruncieron.
Ey%culó, justo encima de los labíos menores de Milan.
Su s%men goteaba sobre su raja.
“Maldición, qué atractiva eres”.
Después de hacer el amor, Wendell y Milan se ducharon.
Se besaron y se tocaron el uno al otro hasta que la excitación los arrasó de nuevo.
Repitieron la escena en el baño, con Milan agachada y Wendell p%netrando desde atrás.
Solo después de la segunda sesión consiguieron dormir un poco.
Al amanecer, Milan se despertó y fue al baño.
Tenía sed, así que fue a la cocina por un vaso de agua.
Cuando subió, se dio cuenta de que los gemelos estaban llorando.
Milan fue a la habitación de los bebés y ayudó a la Señora Shaw y a la otra cuidadora.
Sin leche, Milan volvió corriendo a la cocina por otra botella.
Ya que sabía que pronto tendría cambiarle los pañales a los gemelos.
Preparó el área con dos juegos de pañales.
Milan se ofreció a ayudar, pero la Señora Shaw insistió en que ellas podían ocuparse de los gemelos.
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