La exesposa del CEO es una cirujana -
Capítulo 213
Capítulo 213:
Era como si la Señora Shaw supiera que Milan tenía que volver con Wendell.
Incluso le quiñó un ojo antes de salir de la habitación.
De vuelta en la habitación de Wendell, Milan pensó en descansar una hora más antes de preparar el desayuno.
Sin embargo, justo cuando se metió debajo de las sábanas, notó que algo duro y largo sobresalía de la manta.
Echó un vistazo y se dio cuenta de que era el p%ne de Wendell.
A las cinco de la mañana, él estaba jodidamente duro.
Durmieron desnudos la noche anterior, así que su miembro estaba libre para mostrarse.
Durante unos minutos observó su miembro, mordiéndose el labio al recordar la noche anterior.
No podía dejar de pensar en lo bien que se sintió, tanto que decidió ir por otra sesión por la mañana como un gran desayuno.
Milan agarró su miembro y le dio una pequeña palmadita antes de meterse el p%ne de Wendell en la boca.
*¡Aaah, Milan’“, exclamó Wendell.
Miró hacia abajo y la encontró chupándosela con ganas.
Ella lo soltó con un chasquido y dijo:
“Buenos días. ¿Quieres desayunar?”.
Wendell echó la cabeza hacia atrás, disfrutando de la manera en que Milan lo probaba.
Sintió algunos de sus dientes, pero no le importó.
Le excitaba aún más saber que su novia era una aficionada tan adorable.
Aun así, le dio un suave recordatorio, diciendo:
“Milan, no me muerdas, Aún lo necesitamos para cuando queramos tener nuestra propia familia”.
Los ojos de Milan se abrieron de par en par.
Se le saltó un latido del corazón cuando Wendell mencionó lo de formar una familia.
Ella soltó su p%ne y dijo:
“Lo siento”.
Soltó una risita y preguntó:
“¿Así es mejor?”.
Esta vez, hizo todo lo posible por evitar usar sus dientes mientras lo chupaba.
“Sí, maldición Así”, suspiró Wendell.
Levantó la cabeza y vio cómo Milan empapaba su miembro.
Para él, ella se veía tan hermosa, chupándosela cautelosamente, Sus ojos permanecían clavados en la forma en que sus finos labios envolvían perfectamente su p%ne.
Un siseo salió de sus labios y dijo:
“Maldición, todavía no puedo creer que seas mía. Sube aquí y hagámoslo juntos”.
“¿Juntos?”, le preguntó Milan.
Una sonrisa satisfecha se formó en el rostro de Wendell mientras Milan gateaba hacia él.
Él apoyó la mano detrás de su cuello y la besó apasionadamente.
Cuando se apartó, dijo:
“Sí, juntos. Quítate la ropa”.
Tras desnudarse, Wendell la guió hasta la posición adecuada y dijo:
“Dame tu trasero. Cómeme mientras yo te pruebo a ti”.
Milan jadeó.
Luego, parpadeó y se le sonrojó la cara.
Ella respondió:
“¿Oh? Supongo que es lo justo”.
“Cariño, adoró la justicia y la igualdad”, se burló Wendell.
Sus palabras hicieron que Milan pusiera los ojos en blanco, pero de todos modos hizo lo que él le ordenaba.
Milan estaba nerviosa y excitada al mismo tiempo.
Antes de agacharse para complacer a Wendell, sintió un aliento caliente en su entrada, lo que le produjo escalofríos.
Cuando ella sintió su lengua complaciéndola, su respiración se entrecortó.
Él no solo la lamía, sino que le pasaba la lengua por la raja, casi se volvía loca de placer en uno o dos minutos.
Milan disfrutó del momento.
Cerró los ojos y, sin darse cuenta, sus caderas retorcieron contra su boca.
Ella pensó:
‘Guau’.
No supo cuánto tiempo permaneció sentada sobre su cara, disfrutando del trabajo de Wendell, pero pronto él llamó su atención, diciendo:
“Oye, ¿Qué pasó con la justicia y la igualdad?”.
Milan g!mió.
En voz baja, dijo:
“Ah, pensé que eso era lo tuyo”.
Ella se rio, dándose cuenta de que estaba siendo egoísta.
¿Quién podía culparla?
Se estuvo perdiendo todas esas grandes emociones, hacer el amor con un hombre y mucho más con alguien que llegó a gustarle tanto.
Se inclinó y estudió el miembro palpitante de Wendell.
Milan agarró su p%ne y le devolvió el favor, chupándolo con gusto.
Recordando las instrucciones de Wendell, se esforzó por no morderlo.
Los ojos de Milan se volvieron nublados al pensar en su er%tica posición.
Además, la sensación de la lengua de Wendell la llevó a una dimensión de placer.
En los siguientes minutos, los dos se dedicaron a complacerse mutuamente.
El sonido de sus lenguas resonaba en toda la habitación y los g$midos escapaban continuamente de sus labios.
Con la forma en que se estimulaban mutuamente, no tardaron en alcanzar otro nivel de excitación.
Milan se vino primero.
Su cuerpo convulsionó ligeramente.
Pero a pesar de haberse venido, Wendell seguía comiéndosela con vigor, prendiendo aún más su deseo.
Estaba tan perdida en la sensación de haber llegado al org%smo que se apartó de Wendell, evidentemente en el paraiso.
Aún estaba asimilándolo todo cuando Wendell se movió hacia ella.
Lo siguiente que supo fue que estaba comprobando su humedad y dijo:
“Voy a entrar ahora”.
Milan asintió y dijo:
“Te quiero todo, Wendell”.
Complacido por sus palabras, Wendell la besó y después dijo:
“Puedes tenerme por completo, pero para ser justos, yo también te quiero toda”.
Milan se rio, viéndolo acomodarse entre sus piernas.
Entró en ella, y sacudió su mundo.
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