Capítulo 99:

Assim abrió la puerta del lujoso piso, se sintió un poco cohibido por la majestuosidad del lugar.

Él estaba acostumbrado a vivir en el palacio, lleno de lujos y comodidades, pero esto era diferente.

“¿Qué pasa?”, preguntó Jenna al verlo parado en la puerta.

“No es nada”, mintió Assim.

“Assim…”, lo llamó Jenna.

Él sonrió.

“Estoy bien, quizá un poco cohibido por el valioso regalo que tus hermanos te han dado”, dijo Assim.

Jenna volvió sobre sus pasos para tomar la mano de su esposo y arrastrarlo dentro de la habitación.

“Si no te gusta o te parece que no podemos quedarnos con el regalo, yo…”, comenzó a decir Jenna.

Assim negó con un movimiento de cabeza, mientras colocaba un dedo sobre los labios de su esposa.

“Estoy bien, es solo que esperaba que viviéramos en mi casa”, mencionó.

Jenna no había pensado en ese detalle y no es que no tomara en cuenta a Assim, pero él vivía en el palacio, tenía una habitación en todas las casas de su hermano.

Nunca consideró que tuviera otro lugar…

“Assim…”, lo llamó.

“No importa donde vivamos, Jenna, mi hogar estará donde tú estés”, mencionó Assim, acariciando el labio de la joven con la yema de sus dedos.

Jenna cerró los ojos ante aquella caricia, de repente fue consciente de que estaban solos, en su nueva casa y con la bendición de su padre.

“Assim”, lo llamó de nuevo.

Él no respondió, la atrajo contra su pecho y se las arregló para llevarla a la habitación.

Assim no podía esperar más, lo había hecho desde que se dio cuenta del amor que sentía por Jenna, se contuvo cuando ya era su esposa, pero ahora nada le haría detenerse, iba a hacerla suya aquella noche.

Sin embargo, no sucedió tan pronto como Assim lo deseaba.

Al abrir la puerta se encontró con una habitación decorada, había pétalos de rosas sobre el piso y la cama, ramos de rosas adornando las esquinas y velas aromáticas encendidas.

Jenna se sintió maravillada y sorprendida, caminó hasta donde una botella de vino sin alcohol se enfriaba, donde descansaba una pequeña tarjeta.

“Disfruta tu noche, querida Jenna”, leyó.

La joven sonrió, era el mejor regalo que sus cuñadas podían haberle hecho.

“Es hermoso”, susurró ella, mientras Assim se colocaba a su espalda.

“No más que tú, Jenna. Nada es más hermoso que tú”, aseguró Assim, apartando el hiyab de la cabeza de la joven, dejando ver su larga y preciosa cabellera.

Era como una cascada de chocolate.

“Assim…”, lo llamó Jenna.

Él no le dio tiempo de expresarse, la giró entre sus brazos para que sus miradas se enfrentaran por unos breves segundos, antes de apoderarse de sus labios en un tierno beso.

Jenna g!mió al sentir la lengua de Assim deslizarse sobre sus labios, pidiendo permiso. Un permiso que ella no fue capaz de negarle.

El corazón de Assim saltó a la vida cuando su esposa abrió sus labios y le dio completo acceso a su boca, y pronto el dulce y tierno beso se convirtió en un beso ardiente y apasionado que le robaba todo pensamiento y sus caricias, todo razonamiento.

Ella g!mió al sentir las manos de Assim acariciarle el cuerpo por encima de sus prendas. Aquellas molestas prendas que la privaban del contacto piel con piel.

Assim profundizó el beso, enredó su lengua con la de Jenna, saqueó la boca femenina, mientras la joven enredó sus dedos en los cabellos cortos del hombre, atrayéndolo mucho más a ella.

El deseo corrió por el cuerpo de Jenna a una velocidad perturbadora, la necesidad de sentirse completa era abrumadora.

La pasión corrió por sus venas como lengüetas de fuego barriendo por cada rincón de su cuerpo, como si fuera lava ardiente. Haciéndola desear más que aquellos besos, sin embargo, no sabía exactamente lo que deseaba.

Assim rompió el beso por la falta de oxígeno y porque necesitaba más de lo que tenía, por lo que giró el cuerpo de Jenna y le ayudó a quitarse la prenda.

La visión del cuerpo de Jenna fue como una dr%ga para él, su deseo, anhelo y pasión crecieron a pasos agigantados, pero se contuvo para no poseerla de la manera que deseaba.

“¿Assim?”, medio llamó, medio preguntó Jenna.

Se sintió dudosa al sentir cómo su esposo se alejaba.

“Jenna”, la voz ronca de Assim no fue suficiente para la joven, pues no tenía ninguna experiencia.

“¿No te gusto?”, preguntó con temor.

Assim se acercó a ella apenas escuchó su pregunta.

“Eres perfecta, tanto, que desearía tenerte de esta manera para siempre”, confesó, mientras se despojaba de su propia ropa.

Jenna g!mió ante la visión del cuerpo desnudo de Assim, ella nunca había visto a nadie en aquellas circunstancias, sus mejillas se sonrojaron de un rojo carmesí.

Assim cerró de nuevo la distancia entre ellos, tomó los labios de Jenna en un acalorado beso y la pasión estalló en ellos, convirtiéndose en un mar bravo y salvaje de deseos, en una tormenta de emociones y sentimientos.

Un beso que despertó un lado salvaje que Jenna no sabía que tenía, pero que no deseaba privarlo de su libertad.

Las manos de Assim se deleitaron con la piel exquisita de su esposa, acariciaron el costado de la joven de arriba abajo, provocando espasmos de placer en el cuerpo de Jenna, haciendo que deseara más y más.

Assim llevó el cuerpo de Jenna hasta la cama, la recostó sobre las delicadas sábanas y abandonó sus labios, se deslizó desde su boca hinchada por sus besos a su cuello, mientras sus manos apartaban el delicado brasier blanco.

Jenna se convirtió en un mar de temblores incontrolables, la lengua de Assim recorrió su yugular, se deslizó centímetro a centímetro por su piel, mientras sus manos se deleitaban jugando con sus pezones.

“¡Assim!”, exclamó la joven al sentir cómo los dientes del hombre raspaban su piel y corrían sin prisa y con calma a apoderarse de sus duros botones, dejando un sendero húmedo y ardiente sobre su piel.

“Eres la mujer más hermosa que he conocido en mi vida, Jenna, y deseo fundirme en tu piel, ser parte de ti, pertenecerte en cuerpo y alma”, susurró Assim con la voz cargada de pasión.

“Hazme tuya, Assim, libérame de este fuego que me consume por dentro, de esta necesidad que no sé cómo calmar”, pidió Jenna, arqueando la espalda por instinto.

Assim dejó escapar el g$mido que se abrió paso por su garganta, antes de apoderarse de la boca de Jenna de nuevo.

Jenna g!mió al sentir las manos de Assim acariciar sus redondos y perfectos pechos, echó la cabeza atrás y apretó las sábanas con sus manos, mientras Assim fue dejando un sendero de besos por su cuerpo desnudo, haciéndola sentir maravillosamente bien, como si siempre hubiese pertenecido a su vida y a su mundo.

Los labios de Assim descendieron por el v!entre plano de Jenna, mientras sus manos subieron suave y lentamente por el largo de sus piernas, buscando la preciosa y virginal joya que se escondía entre ellas.

Jenna g!mió de placer al sentir los dedos de Assim acariciar su intimidad, estaba excitada, húmeda, preparada para recibirlo.

La sensación la abrumó hasta casi hacerla enloquecer, y cuando la boca de Assim tocó su cl!toris, la pasión estalló y corrió por su cuerpo como pólvora hasta explotar de manera brutal, rompiéndose en miles de pedazos.

Ella no podría describir con palabras esta nueva experiencia.

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