La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 94
Capítulo 94:
Farid repitió las acciones de Hassan.
“Padre, te presento a mi hijo Amir Rafiq Costner”, pronunció Farid con orgullo.
“Que Alá te proteja y bendiga tu vida, pequeño Amir, fruto del amor de tus padres”, dijo Abdel, sintiéndose profundamente feliz de poder conocer a sus nietos.
Callie se sonrojó con violencia ante las palabras de Abdel, evitando mirar a Farid, quien sonrió ligeramente ante la reacción de su esposa.
“Les deseo bendiciones y felicidad”, decretó Abdel con la seriedad del caso. Las parejas asintieron e hicieron una ligera reverencia en señal de respeto.
Abdel se despidió de sus hijos, nueras y nietos. Aún se sentía cansado y el dolor de la pierna era lo que más le incordiaba, por lo que con ayuda de Halima llegó a la habitación.
“Señor”, dijo Halima.
“Dile a Assim que quiero verlo”, ordenó Abdel.
Halima se mordió el labio.
“El señor Assim no se encuentra”, dijo.
Abdel se giró para mirarla.
“¿No?”
“Salió del país”, respondió Halima.
“¿Por órdenes de quién?”, preguntó Abdel.
“El Señor Hassan le ha pedido que traiga de regreso a la señora Jenna”, respondió Halima, un poco titubeante.
Abdel no prestó atención a ese ‘señora’ y despidió a Halima para poder descansar un poco.
Su condición física aún era lamentable, pero no podía quejarse.
Estaba vivo y eso era lo importante.
Entre tanto, Hassan y Sienna se vieron sorprendidos cuando Nayla y Azahara arribaron al salón del palacio.
“¿Qué hacen aquí?”, preguntó Hassan con enojo. Ver a Nayla le resultaba desagradable después de la última vez que ella se le había ofrecido.
Sienna miró a Nayla con cierto resentimiento, pues no podía olvidar sus intenciones de convertirse en la esposa de Hassan.
“Les he hecho una pregunta y quiero una respuesta convincente”, dijo Hassan, sintiendo el malestar de Sienna.
Nayla fue la primera en dar un paso al frente, inclinó la cabeza e hizo una ligera reverencia antes de mirar a Hassan.
“Siento volver a molestarte, Hassan, pero no puedo continuar mi vida sin antes pedir perdón”, dijo, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
“¿Perdón?”, cuestionó Hassan.
“Mis acciones del pasado son lamentables y despreciables, no debí dejarme seducir por la idea de convertirme en tu esposa, no supe entender que te habías enamorado de Sienna, y pensé que podía luchar contra eso”, dijo Nayla, haciendo una breve pausa para tomar aire.
“He llevado la vergüenza y la deshonra a casa de mi padre”.
Hassan miró a Nayla, parecía sincera, sin embargo, no quería arriesgarse a creerle de buenas a primeras.
“¿Quieres el perdón?”, preguntó Hassan, dando un paso adelante, haciendo que Nayla diera uno hacia atrás por puro instinto.
“Sí”, respondió Nayla.
“Empieza por perdonarte a ti misma. Júzgate según tus acciones y no repitas la misma historia, Nayla, porque no hay terceras oportunidades, ya podrías darte cuenta del destino de Zaida”, advirtió Hassan.
Azahara cerró los ojos al escuchar a Hassan llamar a Zaida, quitándole el título de madre.
“Sé que es mucho pedirte ayuda, pero no tengo a nadie más a quien pueda recurrir y no lo hago por mí, sino por ella”, dijo Azahara, señalando a Nayla.
Hassan miró a su tía, tan parecida y tan distinta a Zaida.
“¿Qué ha pasado?”, preguntó, esta vez dirigiéndose a su tía.
Azahara bajó la mirada.
Ella era muy sumisa para el gusto de Hassan, pero si solicitaba ayuda, no podría negárselo. No podía juzgarla por los crímenes de otra persona, así llevaran la misma sangre.
“Anás nos ha repudiado a las dos. Ha solicitado el divorcio ante los miembros del Consejo, luego de la condena de Zaida. No tenemos a dónde ir, Hassan”, dijo Azahara, con el llanto rodando por sus mejillas.
El corazón de Hassan se sintió oprimido al ver a su tía en aquel estado.
Pocas veces la veía, sabía poco de ella, hasta podría decirse que eran como dos desconocidos llevando la misma sangre, gracias a Zaida.
“No puedo ofrecerte mi casa”, dijo Hassan.
La mujer inclinó el rostro al recibir la respuesta tajante de su sobrino.
“Comprendo tu decisión”, dijo Azahara.
“Lamento profundamente todo el daño que mi familia les ha causado, no debe ser fácil para ninguno de ustedes aceptar a un miembro de la Familia Hijazi como parte de su familia”, añadió, haciendo una reverencia para retirarse.
“¡Espera!”, gritó Hassan sin darse cuenta, su mano se cerró sobre el brazo de su tía.
“No puedo ofrecerte mi casa, pero quizá puedas ayudar a mi padre en su recuperación. Tendrás el trato digno que mereces, por ser parte de nuestra familia”, dijo Hassan.
Azahara sintió un profundo alivio en su corazón, aunque fue momentáneo, pues ella no venía sola, Nayla venía con ella y no era capaz de dejarla a su suerte.
Nayla, con sus errores y virtudes, era la hija de su corazón, la persona en quien volcó todo su amor, luego de…
Azahara cortó el hilo de sus pensamientos, para no recordar su doloroso pasado, uno que solo Zaida conocía y que se llevaría a la tumba.
“Nayla, ¿Puede venir conmigo?”, preguntó Azahara con cierto temor a que su petición fuera rechazada.
Hassan miró a Sienna, su joven esposa había estado en completo silencio y él sabía que la última decisión no podía tomarla solo.
Esto no se trataba de ser buena o mala persona, se trataba de anteponer sus prioridades, y si Sienna no estaba de acuerdo con la presencia de Nayla en sus vidas, él iba a imponerla.
“Asegúrate de que no esté cerca de Hassan, mantenla en el palacio de tu padre”, dijo Hassan.
Sienna estuvo tentada a rechazar a Nayla, sin embargo, debía aceptar que todos merecían una segunda oportunidad en la vida.
Una sola para demostrar que valía la pena tenerle fe a la humanidad.
“Has escuchado a mi esposa, Nayla, por tu bien y el de mi tía, no vuelvas a actuar en contra de ningún miembro de mi familia, porque sabes muy bien que no me tentaré el alma para entregarte a la justicia”, le advirtió Hassan.
Nayla agachó la cabeza en señal de aceptación.
Ella no necesitaba que le recordaran el precio que Zaida estaba pagando ahora mismo, no quería repetir su historia.
Solo deseaba encontrar el amor algún día, un amor como el que Hassan le tenía a Sienna.
“Te prometo por mi vida y la de mi madre, que no volveré a actuar en contra de ningún miembro de tu familia”, pronunció Nayla.
Hassan miró de nuevo a su tía.
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