La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 91
Capítulo 91:
“Estoy aquí, contigo”, repitió él, y ella se sintió abrumada, como si un golpe de realidad le hubiese llegado de manera repentina.
¡Su hijo estaba por nacer y Farid estaba con ella!
¡Estaba con ellos!
“Ahora, señora, ¡Puje!”, ordenó el doctor. A tiempo que una fuerte contracción atravesaba el cuerpo de Callie, un dolor que no tenía explicación.
“¡Puje con todas sus fuerzas! ¡Respire y puje, señora!”, ordenó el hombre, quien estaba preparado para recibir al primogénito de la pareja.
Callie acató las órdenes del médico y pujó con todas sus fuerzas, las venas de su cuello se marcaron, mientras ella cerraba los ojos y gruesas lágrimas se derramaban por sus mejillas, sintiendo que cada uno de sus huesos se rompía.
“¡Un poco más, señora!”, gritó el médico.
Callie sintió que moría ante el dolor que sentía, pero pronto todo quedó relegado a nada, cuando un fuerte llanto irrumpió en la habitación.
Farid abrió los ojos al escuchar el primer llanto de su bebé, las lágrimas se desbordaron por sus mejillas, mientras su cuerpo temblaba con violencia, producto de su llanto. Él jamás se había sentido tan emocionado y vivo como en ese momento.
“¡Felicidades, señor Rafiq, es un varón!”, anunció el doctor, colocando al niño entre los brazos de Farid.
El pequeño era la cosita más hermosa que Farid había visto en la vida, después de Callie. No podía creer que él hubiese ayudado a engendrar a ese pequeño ángel que venía a iluminar su vida y llenarla de amor.
“Hola, bebé, soy papá”, susurró Farid, mientras las lágrimas se derramaban de sus ojos y pegaba al pequeño contra su pecho, como si temiera que fuera a desaparecer.
Callie cerró los ojos, no debería sentirse tan emocionada como lo hacía, pues cada momento pensó que estaría sola el día en que diera a luz a su hijo, pero la vida le había dado un giro impresionante, y allí estaban Farid, su hijo y ella.
“No tengo palabras para expresarte todo lo que siento, Callie, todo lo agradecido que estoy contigo, por darme la oportunidad de ser padre, por dejarme ser el padre de mi hijo. No te prometo que seré el hombre perfecto, pues estoy lejos de ser un buen hombre, pero quiero ser el mejor padre para nuestro hijo y un hombre decente para ti”, expresó Farid.
El corazón de Callie latió locamente dentro de su pecho al escuchar las palabras de Farid. No quería ilusionarse, pero allí estaba su terco corazón, desafiando a su razón.
“Si me perdona, señor, tengo que terminar de atender a su esposa, por favor”, dijo el médico, mostrándole la puerta a Farid.
Farid asintió, entregó el niño al doctor y abandonó la habitación con alegría y gozo en su corazón. “¡Ha nacido!”, exclamó con emoción y orgullo.
Sienna y Hassan se acercaron a él y pronto lo felicitaron por su paternidad.
Farid no podía ser más feliz que en ese momento, aunque sabía que aún tenía un largo camino por recorrer; aún tenía un corazón que conquistar y pagarle con amor el daño que le había causado. Farid no tenía más misión en la vida que hacer feliz a Callie y a su hijo.
La felicidad que se vivía en el palacio con la llegada de un segundo bebé era todo lo opuesto a lo que Zaida estaba viviendo en ese momento.
Mientras Callie y Farid se encontraban en el palacio, celebrando el nacimiento de su hijo, la situación de Zaida era completamente diferente.
Un grito desgarrador escapó de sus labios, mientras sus manos se aferraban con fuerza a las cuerdas que la sostenían de los brazos, para evitar que se desplomara sobre el piso.
Los gritos siguieron escuchándose por todo el recinto, mientras su cuerpo era castigado por la mano de la justicia.
“Ojo por ojo”, resonaba en la sala donde Zaida era condenada por sus crímenes.
Callie abrió los ojos, no sabía cuánto tiempo había dormido, ni si era de día o de noche. Su mano se deslizó por su v!entre ahora ligeramente plano y por un breve momento se asustó.
‘¡Mi bebé!’, pensó con preocupación.
Giró el rostro y se encontró con una pequeña cuna que antes no había estado allí. Miró alrededor de la habitación y encontró a Farid durmiendo en el futón con su hijo en brazos.
Callie se mordió el labio y un cúmulo de emociones le atravesó el corazón al verlos de aquella manera. Farid apenas había salido de prisión, pero allí estaba, recostado en una terrible posición, pero asegurándose de que su pequeño estuviera cómodo sobre su pecho.
Callie lo miró por un largo momento, pudieron ser segundos, minutos u horas.
Quizá una eternidad y ella habría disfrutado de la vista, algo con lo que no había soñado desde que se marchó de Dubái y descubriera que estaba embarazada de Farid.
Ella se había resignado a ser madre soltera, pero los caminos de la vida no fueron como ella esperaba y allí, delante de ella, tenía el cuadro familiar tan añorado.
La joven salió de la cama, se sentía aún ligeramente dolorida por el trabajo de parto, pero nada la detuvo para llegar junto a su esposo y su hijo.
“Farid, despierta”, pidió en tono bajo para no asustarlo y asustar al bebé.
Callie tragó el nudo en la garganta al ver el rostro perfecto de su bebé.
Tomó al pequeño entre sus brazos y lo llevó con ella a la cama, lo dejó por un breve momento para buscar una sábana y cubrir el cuerpo de Farid con ella.
Callie lo miró por unos breves segundos antes de volver junto a su hijo.
“Espero que tu padre no se asuste cuando despierte y no te vea sobre su pecho”, murmuró Callie al pequeño, que dormía plácidamente.
El bebé se movió ligeramente cuando Callie acarició su tierna mejilla y le dejó un beso sobre la frente.
“Duerme, bebé, mañana será un nuevo día”, susurró antes de acostarse a su lado y quedarse dormida.
Cuando Callie despertó, el llanto del pequeño la hizo buscar a su bebé para alimentarlo.
Fue así como Farid los encontró minutos más tarde.
“Buenos días”
Saludó él, sin saber cómo dirigirse a Callie. Las cosas ahora tenían una perspectiva nueva.
“Buenos días”, respondió Callie, sin apartar la mirada de su bebé.
Farid tragó el nudo formado en su garganta, se puso de pie y caminó a la cama, para sentarse al lado de Callie.
“¿Está despierto?”, preguntó, no sabiendo cómo iniciar la charla.
Ella negó.
“Se quedó dormido, debe estar satisfecho”, murmuró la joven.
Farid asintió.
“¿Quieres que lo lleve a la cuna?”, ofreció.
Callie pensó en hacerlo ella, pero al mirar el rostro de Farid y sus ojos brillantes, no pudo negarse y le tendió al bebé.
Farid lo recibió, le dejó un beso en la frente y lo llevó a su cuna.
Callie miró la escena en completo silencio, luchando para que los latidos de su corazón no llegaran a oídos de Farid.
Ella aún no lo perdonaba.
Farid se giró y se enfrentó a Callie.
“Callie, sé que no merezco que me escuches, pero necesito explicarte lo que sucedió”, dijo, consciente del daño que le había causado.
Callie no estaba lista para perdonar, pero sabía que debían hablar.
“Sé que lo hiciste para proteger a Sienna, pero eso no quiere decir que no te equivocaste en el método. Pudiste ser sincero conmigo la última vez que nos vimos”, expresó, luchando por contener las lágrimas.
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