Capítulo 88:

“Estoy bien, Hassan y yo, nos amamos”, respondió Sienna con prontitud, no deseaba que su hermana se sintiera culpable por el pasado.

“Has sufrido mucho, hermana”, Scarlett expresó con empatía.

“Pero también he sido feliz, Scarlett, por favor, no pienses en el pasado”, Sienna intentó reconfortar a su hermana.

“Pudiste haber caído en manos de un mal hombre, pudiste no haberte enamorado de Hassan”, Scarlett reflexionó.

“¿Dónde está nuestra madre ahora? ¡Ni siquiera sabe que volviste a Nueva York! ¡O que tiene un hermoso nieto! Se largó a vivir su vida, como siempre, sin importarle lo que nosotras hacemos, si eso no le es de provecho”.

Sienna guardó silencio, dejó que Scarlett sacara todo el dolor que era evidente que llevaba en su corazón.

“No pudo ni siquiera guardar luto a la memoria de nuestro padre”, sollozó Scarlett.

Sienna arqueó la ceja, sorprendida.

“¿Qué?”

“Pensé que se había ido sola al viaje, sin embargo, no fue así. Mamá está saliendo con un hombre más joven que ella, es él, el único que tiene su atención. Me pregunto si… ¿Mamá nos ha querido alguna vez?”, Scarlett expresó su amargura.

Sienna no sabía qué responderle a su hermana, un nuevo dolor le atravesó el cuerpo. Ya no era por su madre, sino por Scarlett.

“No sé si vamos a quedarnos aquí en Dubái, Scarlett, pero si sucede”, dijo Sienna.

“Me gustaría que te quedaras conmigo. Eres mayor de edad y puedes decir dónde o con quién quieres vivir, Sé que tu vida está en Nueva York, aun así, me gustaría que volviéramos a estar juntas”.

Scarlett se acercó y abrazó a Sienna.

“Voy a pensarlo. Este país es bonito, pero tiene muchas reglas y costumbres que terminarían condenándome cada vez que hable”, bromeó, intentando aligerar el ambiente.

Sienna sonrió, pero no respondió, pues en ese momento la puerta se abrió y Hassan entró. El cuerpo de Sienna tembló ante el semblante de su marido.

“¡Hassan!”, exclamó.

“Lamento la demora”, se disculpó Hassan.

“¿Cómo te fue?”, preguntó Sienna.

“Tenemos tres días para presentar pruebas, testigos y todo lo que pueda ayudar a demostrar la inocencia de Farid. ¡Es muy poco tiempo!”, gritó Hassan.

El grito fue demasiado alto, despertando a Hassan, quien comenzó a llorar, logrando que Callie también despertara y fuera consciente de la presencia de Hassan en la habitación.

“Tres días, si en ese lapso de tiempo no podemos demostrar nada. Farid será sentenciado junto a mi madre”, Hassan expresó su preocupación.

Callie sintió que caía por un abismo del cual no podía salir, su corazón se estrujó dentro de su pecho y las manos le temblaron.

“¡Eso no sucederá!”, gritó Sienna en respuesta.

Hassan quería creer, deseaba tener esperanza, pero el tiempo para demostrar la inocencia de Farid era poco, sin embargo, era mejor que nada.

“Sienna…”, intentó decir.

Ella colocó la mano sobre los labios de Hassan y negó. “Hay una persona que puede ayudarnos”, susurró.

“¿Quién?”, preguntó Hassan.

“Halima”, respondió Sienna sin vacilación.

“¿Qué tiene ella que ver en todo esto?”, cuestionó Hassan.

“Ella está aquí, cuida de tu padre y del palacio por órdenes de Farid, ella sabe muchas cosas que tú y tus hermanos desconocen”, explicó Sienna.

Sienna procedió a contarle la confesión de Halima, mientras Hassan escuchaba atento a las palabras que salían de los labios de su esposa.

Hassan no podía creer cómo habían sucedido los hechos.

A esas alturas de la vida y de los eventos, ya no creía en su madre, pero sí en todo lo que era capaz de hacer. Lo que no entendía era el motivo por el que hizo todo eso. ¿Qué era lo que le hacía falta para ser feliz?

Poder.

Esa era una sola palabra, pero que despertaba la ambición en más de un ser humano.

“Hablaré con los abogados, esto debe servir. ¡Tiene que servir!”, expresó Hassan con entusiasmo y lleno de esperanza.

Callie esperaba que Hassan lograra revertir las cosas a favor de Farid.

Ella podía no perdonarle el daño que le había causado, pero no era tan desalmada para desearle la muerte, no cuando su hijo crecía dentro de ella.

“Por favor, has todo lo posible para que salga en libertad”, pidió Callie, acercándose a la pareja.

“Callie…”

Sienna se acercó a su amiga y le ayudó a sentarse, mientras Hassan la miraba con detenimiento.

Hassan se dio cuenta de que tanto él como Farid se habían perdido los mejores momentos del embarazo de sus bebés.

Farid podía ser sentenciado en un lapso de tres a cuatro días, y él podía llegar a perderse de los mejores momentos de la vida.

“Te prometo que moveré cielo, mar y tierra para sacarlo de prisión, Callie. Te lo debo y se lo debo a él”, respondió Hassan, consciente del sacrificio de Farid.

Callie asintió y esperó que todos los esfuerzos de Hassan rindieran frutos.

Tres días después, las declaraciones de Halima y Nayla fueron tomadas en cuenta por los miembros de la Sharia.

Abdel también se sumó a las declaraciones a favor de Farid y en contra de su esposa, Zaida.

El consejo escuchó atento, pues la vida de dos personas estaba en juego y no deseaban equivocarse. La sentencia por asesinato se castigaba con la pena máxima y bajo su ley: ojo por ojo.

“Déjame afrontar las consecuencias de mis actos, Hassan. Esto no tenía por qué terminar así”, dijo Abdel, a pesar de la petición de Hassan de mantenerse alejado del caso.

“No ha sido tu culpa”

Hassan intentó consolar a Abdel, quien negó con la cabeza, sumido en su propia autocrítica.

“Debí ser como el resto de los hombres de nuestra cultura, amar poco y mandar más. Fui demasiado blando con ella, le di el poder de destruirnos, pensando que el amor era suficiente para calmar la bestia que llevaba dentro. Me equivoqué”, confesó Abdel, su voz cargada de un pesar profundo.

Mientras tanto, el Consejo había escuchado a los testigos y examinado las pruebas.

“Ahora nos tocará dar el veredicto final en este caso”, anunciaron, dejando a todos en un estado de tensa expectativa.

Hassan, que había vivido en un constante estado de espera desde su accidente, sintió cómo la palabra ‘esperar’ se convertía en un eco tortuoso en su mente.

Callie, por su parte, estaba al borde de la histeria.

Las contracciones que sentía, aunque leves, eran un claro indicio del estrés que la situación le provocaba.

Sienna, preocupada, se acercó a ella.

“¿Estás bien?”, preguntó al verla ponerse de pie con dificultad.

“Sí, estoy deseando que esto termine y volver a Nueva York”, respondió Callie, su voz revelando el miedo a lo que podría significar quedarse y, tal vez, perdonar a Farid.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar