Capítulo 87:

“No te des por vencido tan fácilmente Farid, quizá lo nuestro no tenga futuro, quizá las heridas sean siempre un recordatorio de nuestra fallida relación, pero está nuestro hijo. Hazlo por él o ella”, pidió Callie.

Farid sintió un nuevo tipo de dolor y felicidad, una mezcla perfecta de dos sentimientos que sin querer iban tomados de la mano como si fueran amantes.

“No es mucho lo que puedo hacer, no depende de mí”, susurró.

Callie lo sabía, había escuchado a Hassan y Assim hablar durante el trayecto a Dubái, mientras creían que ella dormía.

Necesitaban pruebas, confesiones de testigos, gente que hubiese sufrido atropellos por la maldad de Zaida, pero lo más difícil, era lograr que alguien desmintiera el crimen del antiguo Emir.

De lo contrario, la ley sería aplicada con base en los hechos y cobrado ojo por ojo.

“Algo se podrá conseguir, Farid, pero antes, tienes que dejar de autocastigarte. No vas a lograr nada de esa manera, porque de nuevo estás equivocando tu camino”, dijo Callie, dispuesta a irse al notar que Farid evitaba verla.

Los dos pasos que Callie dio para alejarse bastaron para que Farid levantara el rostro y se pusiera de pie.

“¡Espera!”, gritó con desesperación.

La joven se detuvo, pero no se giró, no cuando un sendero de lágrimas corría por sus mejillas.

“No te vayas, por favor”, pidió Farid.

“No puedo estar mucho tiempo contigo, Farid, los abogados consiguieron un permiso especial para Hassan y para mí, no debemos abusar”, respondió con rapidez.

“¿No te marcharás?”, preguntó y el miedo se impregnó en su voz.

“No, no me iré”, dijo Callie, pero marcando la brecha que ya existía entre ellos.

Farid asintió.

“Gracias”, susurró.

Callie salió de la habitación para reunirse con Sienna y Scarlett.

“Nos dirigiremos al palacio, Hassan y Assim consiguieron una reunión con los miembros de la Sharia y tratarán el asunto de Farid con la discreción del caso, por el momento nadie sabe, que ha estado preso y acusado de complicidad con Zaida”.

Callie asintió.

“Me siento cansada”, murmuró.

Callie no había tenido en cuenta que estaba a nada de dar a luz, incluso le habrían prohibido subirse a un avión si hubiese dado su fecha exacta, pero mintió y Hassan le había ayudado a resolverlo.

El trayecto al palacio fue breve o quizá era el cansancio que embargaba a las mujeres y el pequeño Hassan. Una vez que llegaron, fueron recibidas por Halima, la mujer era el último personaje a quien Sienna se hubiese imaginado encontrar en la casa de Hassan y menos cuando Abdel estaba allí.

“Señora”

Saludó Halima, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto.

“¿Qué haces aquí?”, preguntó Sienna con más brusquedad de la necesaria.

Halima no levantó el rostro, sus hombros temblaron y Sienna se sintió culpable, no debería, sin embargo, Sienna no era como la hiena.

“Lo siento, señora, si prefiere que me vaya…”, dijo Halima en un hilo de voz.

Tú y yo tenemos que hablar, por ahora, ocúpate de tener las habitaciones preparadas”, dijo Sienna con firmeza. Halima asintió y salió con prisa de la sala, dejando una sensación de tensión a su paso.

“¿Quién es esa mujer?”, preguntó Scarlett, observando la rápida retirada de Halima.

“Fue la mujer que drogó a Hassan por órdenes de otra”, explicó Sienna, su tono revelaba la gravedad de la situación.

Scarlett abrió los ojos con sorpresa.

“Y entonces, ¿Qué hace aquí?”

Su voz denotaba incredulidad y preocupación.

“Es lo que voy a averiguar”, declaró Sienna.

La presencia de Halima en el palacio no podía ser nada bueno.

“Assim, Hassan o quien la haya contratado debe tener un tornillo zafado, ¿A quién se le ocurre meter al enemigo en casa?”, comentó Scarlett, compartiendo la sospecha y el desconcierto de Sienna.

Sienna, decidida a obtener respuestas, no perdió tiempo.

Tan pronto como las habitaciones estuvieron listas, envió a Callie a descansar y se preparó para confrontar a Halima.

Cuando Halima acudió al llamado de Sienna, la tensión era palpable.

“Señora”, dijo con la cabeza gacha, anticipando el interrogatorio que le esperaba.

“¿Me puedes explicar lo que haces aquí y cuáles son tus sucias intenciones?”, la pregunta de Sienna era directa y cargada de sospecha.

Halima tembló, consciente de la gravedad de sus errores pasados.

“Sé que tiene muchos motivos para odiarme, señora, incluso para no quererme en su casa, pero le aseguro, que no estoy aquí con malas intenciones. Me equivoqué en el pasado y le fui fiel e incondicional a una mujer sin corazón”.

Su voz era un susurro lleno de remordimiento.

“¿Esperas que te crea?”

Sienna no podía ocultar su escepticismo.

“No, pero mis lazos con la señora Zaida están rotos”, afirmó Halima, buscando convencer a Sienna de su sinceridad.

La conversación tomó un giro inesperado cuando Halima se abrió la túnica. Sienna, sorprendida y horrorizada, contempló las cicatrices que marcaban la espalda de Halima.

“¿Quién te ha hecho eso?”, preguntó, su voz apenas un susurro.

Las cicatrices eran el testimonio silencioso de años de servicio y sufrimiento. Halima, con voz temblorosa, reveló la verdad detrás de sus heridas y lo que había presenciado: Zaida envenenando al Señor Naim.

La revelación de Halima fue un rayo de esperanza para Sienna. Si Farid había estado fuera del país en ese tiempo, no podía haber sido cómplice de Zaida. ¡Farid era inocente!

Con la urgencia marcando cada palabra, Sienna instó a Halima a actuar.

“Tienes que hacer algo por Farid, Halima, tienes que declarar y ayudarlo a salir de prisión”.

Halima, consciente de la deuda que tenía con Farid, asintió.

“El Señor Farid me dio una nueva oportunidad de empezar de nuevo. Estoy en deuda con él, solo tiene que decirme lo que tengo que hacer”.

Mientras Halima se retiraba a la cocina, Sienna intentó contactar a Hassan, pero su móvil estaba apagado.

La preocupación creció en su interior; el silencio no era una buena señal en un caso tan delicado como el de Farid.

De vuelta en su habitación, Sienna se encontró con Scarlett, quien le informó que Callie, incapaz de dormir, había ocupado su cama.

“Está bien, Callie está atravesando un duro momento”, respondió Sienna, su preocupación por Callie era evidente.

La conversación entre las hermanas se tornó personal. Scarlett reflexionó sobre las dificultades que Sienna había enfrentado, la madurez forzada por la enfermedad de su padre, y las responsabilidades que había asumido.

“Ella te obligó a casarte con un hombre al que ni siquiera conocías, puso sobre tus hombros la responsabilidad económica de nuestra familia”, dijo Scarlett.

“Te chantajeó por mi causa”, dijo Scarlett con tristeza.

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