La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 79
Capítulo 79:
Hasan giró el rostro para ver entrar a Scarlett, su cuñada, una versión más joven de Sienna.
“Tu orden ha sido cumplida”, dijo la joven, dejando el carrito y huyendo de la habitación.
Hasan fue el encargado de acercar el carrito.
“Esto es…”, comenzó a decir.
“El Mezze, uno de tus platos favoritos, espero que sepan igual que los del palacio o un poco mejor”, se rio Sienna.
Hasan tragó el nudo formado en su garganta. Sienna se preocupaba tanto por él, ¿Cómo era que no podía terminar de recordarla?
¿Cómo su mente era tan tonta para no reconocer a la mujer que amaba?
‘Por fortuna, mi corazón no es igual de tonto’, pensó Hasan.
“Aquí tienes un poco de Makbus, por favor”, pidió Sienna.
Hasan no lo pensó más y compartió la primera comida con Sienna, mientras Hassan hacía pequeños sonidos desde su cuna y Sienna no dejaba de mirar a Hasan y apreciar sus facciones nuevamente.
A pesar de tenerlo allí delante de ella, de saber que esto era cierto, pues los balbuceos de su hijo lo hacían todo distinto, aún temía que fuera un bonito sueño y que, al despertar, Hasan se hubiese marchado; sin embargo, no sucedió.
Al día siguiente, cuando la doctora firmó el alta médica, Hasan estuvo presente desde tempranas horas y muy dispuesto a llevarlos de regreso a casa.
“Volvamos a Emiratos”, dijo Hasan mientras el chofer estacionaba en un semáforo.
Sienna negó.
“No puedo volver”.
“¿Por qué?”, preguntó Hasan.
“Hasan…”, comenzó a decir Sienna.
“Sé que hay muchas cosas que se ocultan en mi falta de memoria, Sienna, pero de las personas en las que puedo confiar para que me digan de lo que se trata, ahora solo tú tienes ese poder”, pronunció Hasan, interrumpiendo a Sienna.
“¿Cuál otra persona?”, preguntó Sienna, temiéndose lo peor.
“Mi padre, pero él no puede decirme nada. Desde el accidente o más bien desde el momento que fue hallado, ha estado en coma. Si realmente nos amamos como tú dices y como yo creo que es, por favor, Sienna. No más mentiras”, pidió Hasan.
Sienna asintió, miró al chofer y luego al bebé entre sus brazos.
“Hasan”.
“Esperemos a llegar a casa”, dijo Hasan, al ver la incomodidad reflejada en el rostro de Sienna.
Sienna agradeció el gesto, por lo menos tendría tiempo de pensar en lo que podía y no decirle, pero elegir eventos quizá no era la mejor solución.
El poco trayecto que faltaba para llegar a casa de la familia Mackenzie fue extremadamente largo para Hasan y muy corto para Sienna.
“¡Bienvenidos a casa!”, exclamó Scarlett, ajena a la tensión que había en la pareja, cosa que Callie sí notó, por lo que, le dijo algo a la más joven, haciendo que tomara a Hassan en los brazos y se lo llevara a la habitación, mientras ella caminaba en silencio detrás de ellos.
Sienna y Hasan se miraron en completo silencio.
“Dime, Sienna, dímelo”, insistió Hasan.
Sienna tragó saliva, pero finalmente sus labios se abrieron.
“Fui declarada persona no grata en Dubái y me temo que, en el resto de los Emiratos, por tu madre”.
“¿Mi madre?”, preguntó Hasan, sorprendido.
“Sí, entre otras muchas cosas que hizo y no sé si deba o no decírtelo”, respondió Sienna.
“Dime toda la verdad”, pronunció Hasan. Tomó las manos de su esposa y la miró a los ojos. “No te guardes nada, Sienna”, pidió.
Entre tanto, Assim miró a Jenna, no quería dejarla sola; sin embargo, y por el momento, no tenía más opciones, debía volver a Los Emiratos por Farid.
“¿No vas a decirme lo que está pasando?”, preguntó Jenna, quien desde la aceptación de su madre para entregarla en matrimonio a Assim sin poner ninguna objeción, despertó cierta desconfianza, pero acalló sus dudas con tal de liberarse del yugo de Zaida y hacer realidad su sueño.
Pero… ¿Cuánto tiempo más iba a fingir que no sabía que algo sucedía?
¿Que la decisión de su madre le generaba muchas sospechas?
“Jenna”, dijo Assim.
“Todo esto me ha parecido extraño”, respondió Jenna.
“¿No casamos? ¿Qué tiene de extraño?”, preguntó Assim, apartando la mirada.
“Todo, ¿Por qué mi madre permitió nuestra boda en primer lugar? ¿Qué fue lo que hiciste, Assim?”, cuestionó Jenna.
El exconsejero dio un paso atrás cuando Jenna se le acercó, su mirada le traspasaba el corazón.
¿Sería capaz de seguir ocultando la verdad?
¿Cuánto podía llegar a odiarlo Jenna si se enteraba de que traicionó a Hassan por su amor y que de paso la obligó a ella a callar?
“¿Assim?”, insistió Jenna.
“No creo que sea un buen momento ahora, Jenna, necesito volver a Dubái”, dijo Assim, incapaz de responder a las preguntas de su esposa.
“¿Le pasó algo a mi padre?”, preguntó Jenna, asustada.
Assim logró cambiar el tema de conversación en esa ocasión, pero estaba seguro de que no sería de esa manera para siempre, que tarde o temprano tendría que hablarle con la verdad.
Sin embargo, antes de eso, tenía que tratar de ayudar a Farid, la naturaleza de su mensaje no le había gustado nada, absolutamente nada.
“No, no es el Señor Abdel, los reportes médicos son muy alentadores y recién se los he enviado al Señor Hassan a Nueva York”, respondió Assim.
“¿Entonces?”, preguntó Jenna.
“El Señor Farid, tuvo ciertos problemas, tengo que ayudarlo”, dijo Assim.
Jenna comprendió que no iba a sacarle ningún otro tipo de información, así que, decidió no preguntar más.
Trataría de comunicarse al palacio cuando Assim estuviera lejos.
“Que Alá te proteja”, dijo la joven, dándole un beso en los labios, un beso que supo a poco.
La realidad es que no habían tenido tiempo ni siquiera de tener su noche de bodas. Assim siempre estaba de un lado a otro e incluso, pasó muchas noches fuera de casa.
Hassan escuchó atento las palabras de Sienna, hubo momentos en los que ella hizo una larga pausa, como si necesitara valor para continuar.
No podía culparla, sabía que su madre era voluntariosa, siempre lo había sabido, pero jamás imaginó que su maldad fuera tan grande.
“Hassan”, dijo Sienna.
“Debí imaginar que las cosas eran así”, dijo él, girándose para no ver a Sienna.
“Es difícil, cuando no puedes recordar lo que nos ha hecho durante los últimos meses”, expresó Sienna, tratando de hacerlo sentir mejor.
“Debí saberlo, debí intuirlo al descubrir que los médicos tratantes de mi padre no estaban haciendo nada por él. ¡No tengo justificación! ¡Debí ser consciente de su maldito juego desde que me presentó a Nayla como mi prometida!”, gritó exaltado.
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