La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 65
Capítulo 65:
“¿Vas a quedarte conmigo?”, preguntó Scarlett.
“No lo sé, quizá deba buscar mi propio lugar”, dijo Sienna, mirando el interior de su antiguo hogar.
“No es necesario, aquí podemos vivir muy bien. Mamá no volverá pronto y no quiero sentirme sola durante mis vacaciones”, dijo Scarlett, haciendo un puchero.
Sienna le acarició la mejilla.
Scarlett era aún muy joven, no entendía del dolor y Sienna esperaba que nunca sufriera por amor.
“Entonces, volveré, solo si Callie acepta venir con nosotras, no quiero dejarla sola”, declaró Sienna.
Scarlett sonrió.
“Me agrada mucho Callie, aunque mamá no la soporte, es la única capaz de cantarle las verdades a la cara y sin miedos”, rio.
Sienna asintió, esa era Callie.
“Me haré cargo de la ensambladora, posiblemente no pase mucho tiempo contigo, pero trataré de dar lo mejor de mí”, prometió Sienna.
Scarlett no respondió, en su lugar la abrazó, como si supiera que Sienna necesitaba tanto de afecto y consuelo.
“¿Has subido de peso?”, preguntó Scarlett de repente.
“¿Ah?”, Sienna la miró confundida.
“Tu cintura ya no es tan estrecha como antes”, murmuró Scarlett.
Sienna sonrió.
“Estoy embarazada, serás tía Scarlett”, dijo.
La muchacha abrió los ojos con sorpresa.
“¿Embarazada?”, preguntó.
“Sí”.
“¡Dios, no me esperaba esta noticia! No puedo imaginar lo feliz que tu esposo debe sentirse”, dijo Scarlett.
Sienna tragó con dificultad.
“Él fue el más feliz de los dos, tan feliz que mandó construir un invernadero de gardenias para demostrarme su amor”, dijo, luchando por mantener su voz firme.
“¿Dónde está, Hasan?”, preguntó Scarlett.
Sienna miró a un lado y a otro, no podía ocultarle a Scarlett la verdad, menos si pensaban vivir juntas.
“Hasan sufrió un accidente, su familia asegura que falleció, pero yo aún tengo esperanza de que esté vivo”, susurró.
Scarlett la haló de la mano y volvió a abrazarla.
“Lo siento mucho, hermana, en verdad no puedo imaginar el dolor que debes haber pasado lejos de tu familia”, expresó.
“Estoy bien, Scarlett”, mintió Sienna, para darle tranquilidad a la joven.
Entre tanto, las horas fueron pasando.
Sienna volvió a la casa de Callie y la encontró durmiendo en el sillón, con rastros de lágrimas en sus mejillas.
La culpa volvió a azotarla. Callie no se merecía sufrir de aquella manera.
“Lo siento, Callie, en verdad lo siento mucho”, murmuró Sienna.
Callie tembló y Sienna asumió que tenía frío, así que fue por una cobija y se la colocó. Fue entonces cuando Callie dejó caer lo que tenía en las manos.
Sienna se agachó con cuidado para recogerlo y se quedó de piedra al ver el test de embarazo. Su amiga también esperaba un hijo…
“¿Sienna?”, llamó Callie al sentir el peso de la sábana sobre ella.
“Te has quedado dormida, pensé que tenías frío. No fue mi intención despertarte”, se disculpó Sienna.
Callie le sonrió.
“¿Lo sabes?”, preguntó Callie al ver la prueba en las manos de Sienna.
Ella asintió.
“¿Quieres volver con él?”, se atrevió a preguntar Sienna.
Callie negó.
“Farid Rafiq jamás se va a enterar de la existencia de mi hijo, él no se lo merece”, aseguró.
Sienna quería preguntar lo que había ocurrido entre ellos, sin embargo, el rostro serio y la mirada enojada de Callie se lo impidieron.
“Estaremos juntas, nuestros hijos serán primos y se amarán como hermanos”, dijo Sienna.
“Vamos a darles nuestra mejor versión”, añadió, y Callie asintió.
Un mes después…
A miles de kilómetros de Nueva York, Farid y Zaida se dirigieron con prisa al aeropuerto para viajar a Abu Dabi con carácter de emergencia.
La Familia Rafiq había recibido una llamada pidiendo su presencia en el hospital, pero la enfermera no había querido dar información sobre el motivo, por lo que, sin opciones, tuvieron que dejar Dubái.
“¿Era necesario que Assim viniera?”, preguntó Zaida al ver al consejero caminar detrás de ellos.
“Assim fue el hombre de confianza de mi hermano, está al tanto de todo lo que yo no sé, lo necesito a mi lado”, respondió Farid.
El tema de Assim era lo único que Farid no había accedido ante su madre, lo había mantenido en el puesto y seguiría así.
“No confío en él, además, no sabemos el motivo por el cual estamos viajando. Podría tratarse de Hasan”, replicó Zaida.
Farid cerró los ojos.
“Si se trata de mi hermano, será mejor que Assim esté a nuestro lado. Hasan siente mucho aprecio por él”.
Zaida giró el rostro y dejó de prestarle atención a Farid, mientras el vuelo despegaba.
Varias horas después, el avión aterrizó en Abu Dabi.
La Familia Rafiq, o lo que quedaba de ella, salió al auto con rumbo al hospital.
“¿Señor Rafiq?”, preguntó el doctor al verlos entrar al hospital, como si ya los esperara.
“Farid Rafiq, mi madre, Zaida Rafiq”, presentó Farid al galeno.
“Me alegra que hayan podido llegar, tenemos un paciente con los rasgos del Señor Hasan, sin embargo, no sé si quiere sacar ventaja de ellos, pues no recuerda nada de lo sucedido”, explicó el médico.
“¿Podemos verlo?”, preguntó Farid.
“Está sedado debido a que exigía ver a su padre y hermano, pero pude verlo”, indicó el doctor.
Farid y Zaida caminaron detrás del médico, mientras Assim se quedó en la sala de espera. Quería entrar y comprobar las palabras del doctor, pero no podía desobedecer las órdenes de su nuevo jefe.
El galeno abrió la puerta y dejó entrar a madre e hijo a la habitación. La respiración de Zaida se cortó y el rostro de Farid se transformó por completo.
“¡Hasan!”, gritó Zaida.
Capítulo cuarenta y seis. Prometida
“¡Hasan!”, exclamó Zaida, acercándose a la cama.
Farid se quedó de piedra al ver a su hermano en la cama.
Tenía algunos moretones y rasguños, pero ¿Era todo lo que tenía? Él no podía comprender cómo su hermano había salido casi ileso del accidente, mientras su padre seguía en coma, casi sin esperanzas.
“¡Es Hasan, Farid! ¡Mi hijo está vivo, está vivo!”, exclamó Zaida, acariciando la frente de su hijo.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar