Capítulo 62:

La desesperación se apoderó de la habitación cuando Sienna, con el corazón desgarrado, suplicó por respuestas que nadie quería dar.

“¿Dónde está Hassan? Dime por favor que nada de esto es cierto ¡Por favor, Assim! Dime que esto es una mentira”, lloró con un dolor que solo el amor verdadero puede infligir. Assim, el consejero, con la pesadez de la verdad en sus hombros, confirmó lo inimaginable: Hassan y Abdel habían desaparecido tras un accidente aéreo.

El mundo de Sienna se detuvo, su alma se fracturó en mil pedazos al escuchar la noticia.

“¡¡¡No!!! ¡¿Por qué él? ¿Por qué mi Hassan?”, gritó, mientras Callie, su amiga, se encontraba paralizada por la impotencia de no poder aliviar tal sufrimiento. Assim, con un hilo de esperanza, mencionó que los equipos de rescate seguían buscando, pero él mismo no podía unirse a la búsqueda, ya que su deber era permanecer al lado de Sienna y Callie.

Callie, viendo a Sienna tan perdida en su dolor, pidió quedarse a solas con ella. Assim, respetando el momento, se retiró, dejando a las dos amigas en un abrazo que intentaba sostener el peso de un alma rota.

“Lo amo tanto, Callie, tanto que siento que moriré sin él”, confesó Sienna entre sollozos, mientras Callie, sin palabras de consuelo, simplemente la abrazó con fuerza.

En otro lugar, Zaida, la madre de Hassan, se encontraba en un estado de shock, incapaz de procesar la realidad, mientras Jenna, su hija, buscaba en vano el consuelo de su madre.

“Madre”, llamó con una taza de té, intentando romper el muro de dolor que las separaba. Pero Zaida, consumida por su propio sufrimiento, no pudo ofrecer el consuelo que Jenna necesitaba.

“Hassan es mi primer hijo y Abdel mi marido, ¿Quién va a consolar mi corazón de madre y de esposa?”, dijo Zaida, dejando claro que su dolor era insondable.

Los días siguientes fueron un torbellino de emociones y rutinas forzadas. Callie se convirtió en la fuerza que mantenía a Sienna anclada a la vida, recordándole que debía seguir adelante por su hijo. Pero para Sienna, cada día era una lucha por salir del abismo en el que se encontraba sumida.

Una llamada de Farid interrumpió la rutina, y Sienna, con un atisbo de esperanza, preguntó por noticias. Assim, con un semblante que presagiaba lo peor, regresó con información que nadie quería escuchar: Abdel había sido encontrado y trasladado a un hospital, pero de Hassan no había rastro. La esperanza de encontrarlo con vida se había esfumado.

Sienna, enfrentándose a la realidad más cruel, se quedó petrificada, su corazón se detuvo y las lágrimas cesaron.

La pregunta que la atormentaba era cuánto dolor podía soportar un corazón sin morir.

“Quiero estar sola”, pidió con una calma que asustó a Callie y Assim, quienes sabían que dejarla sola podría no ser la mejor decisión. Pero Sienna insistió, necesitaba vestirse, mantenerse fuerte, por la promesa hecha a Hassan.

En la soledad de su habitación, Sienna se enfrentó a su reflejo en el espejo, prometiendo esperar a Hassan, creyendo en su promesa de volver.

Se limpió las lágrimas y eligió una prenda sobria para darse un baño, demorándose en cada gesto, cada caricia en su cabello, cada aroma que le recordaba a él.

Más tarde, se dirigió al invernadero, cerró la puerta y se sentó junto a una gardenia floreciente.

“Cada vez que las veo, me recuerdan a ti”, susurró, luchando por contener un nuevo sollozo.

Se puso de pie y caminó entre las macetas, perdida en recuerdos y deseos de compartir esa belleza con Hassan.

“Vuelve”, fue la única palabra que Sienna pronunció en los días siguientes, días en los que se negó a hablar con Callie y Assim, días en los que se convirtió en un fantasma de sí misma, viviendo entre las paredes de su habitación y el invernadero.

Callie observaba con preocupación, consciente de que Sienna no podía seguir así, parecía un fantasma. Pero en el fondo, ambas sabían que solo el tiempo y el amor podrían traer alguna forma de sanación a un corazón tan irremediablemente roto.

Assim, convertido en el guardián del palacio y protector de Sienna, sabía que su deber era informarle la cruda realidad, aunque eso pudiera significar el fin de su cargo.

“Tenemos que decirle”, expresó con la pesadez de quien porta malas noticias.

Callie, sin embargo, temía por la fragilidad de Sienna, quien se consumía en la espera de Hassan, su amor perdido.

“Ella no va a soportarlo”, sollozó, temiendo que Sienna solo esperara dar a luz para luego dejarse morir.

Assim insistió en la necesidad de hablar, argumentando que la Familia Rafiq celebraría un funeral para Hassan y que, como su viuda, Sienna debía estar presente.

Callie, con el corazón encogido, salió del palacio para buscar respuestas en la antigua casa que compartió con Farid, esperando que él atendiera su llamado.

El viaje fue silencioso, marcado por la tensión y los recuerdos.

Al llegar, Callie se enfrentó a la imponente residencia, un lugar lleno de secretos tan bien guardados como Farid lo requería.

‘Un sucio secreto’, pensó, recordando las palabras de Sienna que ahora herían su corazón.

Quería creer que la ausencia de Farid se debía a la búsqueda de Hassan, pero en el fondo sabía que se engañaba a sí misma.

Al entrar, Farid la esperaba.

Se levantó y la envolvió en sus brazos.

Callie, aunque intentó resistirse, no pudo más que corresponder al abrazo, compartiendo el dolor de la tragedia.

Farid, con voz quebrada, confesó haber hecho todo lo posible por encontrar a Hassan, pero todo había sido en vano.

Su padre, herido y en coma, yacía en el hospital, y no había esperanza de que sobreviviera.

Callie, dividida entre el dolor por Sienna y Farid, se encontraba impotente.

Farid anunció que su madre, a pesar de estar destrozada, ofrecería los honores fúnebres a Hassan, despidiéndolo según su estatus en la familia.

Callie, desesperada, pidió esperar, pero Farid rechazó la idea, argumentando que prolongar la agonía sería cruel tanto para su madre como para él.

La discusión se intensificó cuando Farid, con un tono de enojo, mencionó que siempre se hablaba de Sienna.

Callie defendió a su amiga, pero Farid estalló, acusando a Sienna de ser una maldición para su familia.

Callie, indignada, confrontó a Farid por la maldad de su madre y la injusticia de forzar a Hassan a tomar una segunda esposa.

La tensión entre ellos escaló hasta que Callie, incapaz de contener su furia y dolor, abofeteó a Farid, marcando un punto de no retorno en su relación.

Farid, despreciando a Callie, le ordenó llevarse a Sienna de vuelta a su país y asegurarse de que nunca regresara a los Emiratos, amenazando con no ser responsable de lo que pudiera sucederle.

Callie, con el corazón roto y sintiendo una opresión en el pecho, se marchó, dándose cuenta de que Farid había superado todos los límites.

Había creído que todos los hombres eran iguales, pero Farid había demostrado ser el peor de todos, un reflejo de la crueldad y desprecio que su madre había sembrado.

Farid observó cómo se alejaba Callie, y las lágrimas gruesas irrumpieron en sus ojos, una mezcla de arrepentimiento y resignación.

“Lo siento, Callie, pero es todo lo que puedo hacer por Sienna. Mi madre se ha vuelto loca y temo que quiera cobrarse contigo y con ella la pérdida de Hasan”, susurró, sintiendo cómo su corazón se desgarraba con cada palabra que había pronunciado.

Vencido por la emoción, Farid se desplomó en el sillón, luchando por recuperar la serenidad. Sabía que debía volver al palacio y hacer frente a su madre para proteger lo que quedaba de su familia y de su honor.

“Perdóname”, murmuró en soledad.

Mientras tanto, Sienna fue sorprendida por la entrada de Assim al invernadero. Al ver su rostro, supo que las noticias no eran alentadoras.

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