La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 58
Capítulo 58:
“Las gardenias no solo representan el amor incondicional, es el símbolo de la gracia femenina, la sutileza. En la espiritualidad, es útil como portadora de paz, amor y curación y atrae energías purificadoras que acercan armonía y sentimientos amorosos allí donde esta bella flor se encuentre. Cada una de ellas me recuerda a ti”, pronunció.
El corazón de Sienna se estrujó dentro de su pecho por la emoción, se giró e hizo lo que deseaba hacer desde que estaban en la clínica. Ella se elevó sobre la punta de sus pies y buscó la boca de Hassan para expresar su amor de la mejor manera que podía hacerlo.
Después de todo, no cualquier marido mandaba a hacer un invernadero de gardenias a su esposa. Hassan afortunadamente era suyo.
La pareja pasó un buen tiempo en el invernadero, antes de volver al palacio. Fue en ese momento, que Sienna se dio cuenta del mensaje de Callie, donde aseguraba que estaba bien y que iba a volver pronto, que estaba con Farid.
Eso confirmaba la versión que el chofer le había dado el día anterior.
Los siguientes días, fueron tan felices, que nadie creería todo lo que habían tenido que pasar para lograr ese punto de equilibrio en su relación.
Callie también volvió y le contó con pelos y señales lo ocurrido con Farid, solo esperaba que su regreso a Dubái, no se convirtiera en una brecha entre ellos de nuevo.
“¿Estás segura de lo que Farid siente por ti?”, preguntó Sienna al ver a su amiga tan feliz
“Me lo ha demostrado todos estos días, no quería volver, pero tiene obligaciones que no puede evadir”, dijo.
Sienna tocó su mano.
“Tengo algo que contarte”, dijo, no le había dicho a Callie lo de su bebé, pues su amiga había regresado apenas esa mañana.
“¿Bueno o malo?”, preguntó la joven.
“Creo que es la mejor noticia que he recibido en los últimos meses, soy tan feliz”, comentó Sienna, sin embargo, no terminó de decirle a Callie la noticia, pues Hassan entró a la habitación con rapidez.
“¿Hassan?”
“Tengo que viajar a Abu Dabi, la fábrica de aluminios volvió a presentar problemas. No puedo seguir permitiendo que esto suceda, tengo que ponerle un alto”, dijo, mientras cogía la maleta de viaje.
“¿Irás solo?”, preguntó Sienna.
“Sí, pero no te preocupes, me reuniré con mi padre. Assim se quedará contigo. El te cuidará”, dijo, acercándose a Sienna para dejarle un corto beso en los labios.
“Hassan”.
“Volveré, Sienna, siempre volveré a ti”, prometió.
Aquellas palabras retumbaron en la mente de Sienna e hicieron eco en su corazón, ella miró a Hassan y sin explicación alguna se lanzó a sus brazos. Sentía una fuerte opresión en el pecho que amenazaba con ahogarla.
“No vayas”, le pidió con voz angustiada.
Ella podía achacarlo a las hormonas propias del embarazo, pero no estaba muy segura. Sienna tenía una angustia que no podía explicar con palabras, era un miedo sin sentido.
“No te daré tiempo a que me extrañes, vendré y te haré el amor hasta el amanecer”, prometió junto a su oído, para evitar que Callie escuchara su promesa.
Sienna asintió.
“Llama apenas llegues a casa, por favor”, pidió.
Hassan le sonrió, acarició su mejilla y le dejó otro beso.
“Cuida de nuestro bebé”, le pidió, tocando su v!entre plano.
“Esperaremos por ti”, respondió.
Hassan no alcanzó a alejarse ni dos pasos, cuando Sienna lo haló del brazo y lo besó de manera apasionada, como si fuera el ultimo beso que se darían.
“Sienna”, susurró Hassan con voz ronca, olvidándose de la presencia de Callie en la habitación.
“Necesito un beso que me dure hasta que vuelvas”, respondió ella con una sonrisa en los labios, una sonrisa que no llegó a iluminar sus ojos.
Hassan asintió y se marchó, evitó ver a Callie, pues sentía que sus mejillas se habían calentado y no solo sus mejillas. El Emir huyó antes de ser incapaz de marcharse.
“El amor se siente en el aire”, dijo Callie en tono dramático y enamorado.
“No soy la única enamorada de un emiratí, querida. Te veo botando la baba, por cierto hombre de apellido Rafiq”, dijo Sienna.
Callie se encogió de hombros.
“Son atractivos y apasionados, no puedo negarlo”, comentó con una sonrisa traviesa en el rostro.
“Solo espero que Farid sea sincero contigo, Callie”, dijo Sienna adoptando un tono serio.
Callie la miró por un breve momento antes de apartar la mirada.
“Estamos dándonos una oportunidad, pero si te soy sincera, espero lo mismo, Farid es un poco complejo, pero siento que hay más que atracción entre nosotros”, dijo, caminando hacia el balcón.
Sienna miró a su amiga y se lamentó por su comentario, pero si Callie llegaba a pedirle sinceridad, no se atrevería a meter las manos al fuego por Farid, sentía que había algo en él que no terminaba de convencerla. Quizá no lo había tratado mucho y estaba haciendo malas suposiciones.
“Por cierto, hoy viene Jenna a comer con nosotras, ¿No es increíble que tengamos la misma cuñada?”, preguntó para aligerar el ambiente.
Callie le sonrió.
“La he visto poco, casi nada. Sin embargo, se le ve siempre con un aura de tristeza”, dijo Callie recordando las dos únicas veces que habían visto a la muchacha.
“Tiene sus propios problemas, padece de nuestro mismo mal”, comentó Sienna, pero sin llegar a contar nada más.
Sienna confiaba ciegamente en Callie, pero no era capaz de contarle a su amiga, un secreto que no le correspondía desvelar. Jenna ya tenía muchos problemas con su amor prohibido.
“Si necesita ayuda, solo tiene que pedirlo”, dijo Callie con una sonrisa en los labios.
Sienna negó.
“No se trata de pervertirla”, soltó Sienna, dejando escapar una carcajada el ver el rostro arrugado de Callie.
“¿Me estás llamando pervertida?”, preguntó tomando una almohada y mirando a Sienna como su enemiga.
“Sí, ¿Miento?”, lo retó Sienna.
Callie le lanzó la almohada y Sienna escapó por poco.
“¡Por supuesto que mientes, Sienna! ¡Mi poca experiencia no amerita que sea catalogada como una pervertida y menos por ti!”, gritó.
Siena huyó de la habitación, corrió con prisa hasta que recordó su embarazo y se detuvo abruptamente, haciendo que Callie chocara contra ella y terminara en el piso.
“¡Sienna!”, gritó la joven desde el suelo, estaba enfadada y dolorida.
“Lo siento”.
“¿Se puede saber por qué te has detenido tan abruptamente?”, preguntó, poniéndose de ple y sobándose las nalgas magulladas.
“No terminé de decirte y parece que no escuchaste a Hassan al despedirse”, dijo Sienna.
Callie no miró y trató de no escuchar lo que el par de tórtolos podían hacer o decir en su presencia, no era tan pervertida como Sienna creía
“¿Y qué era?”, pregunto Callie al ver que Sienna guardó silencio.
“Estoy embarazada, Hassan y yo esperamos a nuestro primer bebé”, dijo emocionada.
Callie abrió y cerró la boca como si fuera un pez fuera del agua.
“¿Embarazada?”
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