La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 48
Capítulo 48:
Sienna cogió el collar de las manos de su mejor amiga y la hizo girarse, para colocárselo en el cuello.
“No refutes, es un regalo de Hassan y mío, eso debe ser lo único importante para ti”, dijo Sienna.
Callie sonrió y le dio un abrazo, un abrazo de hermandad.
Entre tanto, Hassan atendió la llamada de Assim, era la llamada que tanto había estado esperando y la que de alguna manera temía que no llegara pronto.
“¿Me tienes noticias?”, preguntó luego de responder el saludo de su consejero.
“Es necesario que regrese, señor. Tengo las pruebas que necesita para librarse del compromiso con la señorita Nayla”.
Hassan se puso de pie como un rayo, fue tan rápido que su silla cayó al piso, pero poco le importó. Su atención estaba puesta en las palabras de Assim.
“¿Tienes toda la información?”, preguntó casi ahogándose con sus palabras.
“Las tengo, señor. Todo sucedió tal como usted se lo imaginaba”.
Hassan sonrió al escuchar la confirmación de Assim, no necesitaba perder más tiempo para volar a Dubái, limpiar su nombre y darle a Sienna la tranquilidad que tanto necesitaba.
“Prepara todo, estaremos de regreso lo más pronto posible, pero no alertes a nadie, Assim, no quiero errores”, le advirtió.
“Señor”.
“No confíes en nadie, ni siquiera en Jenna, de esas pruebas depende mi vida”, dijo antes de cerrar la llamada.
Hassan se paseó por su oficina, su corazón estaba eufórico, finalmente todo saldría a la luz y no tendría ninguna obligación con Nayla, ni con nadie de su familia, el estaba más que dispuesto a romper todos sus lazos si era necesario con tal de ser feliz y hacer feliz a Sienna.
Pensar en su esposa hizo que Hassan se impacientara por volver al palacio, pero debía ocuparse primero del trabajo, puesto que tendría que dejarlo por un largo tiempo de nuevo para volver a Dubái. Por lo que se concentró todo lo que pudo en los papeles que había estado revisando, mientras su corazón latía descontroladamente, imaginando la reacción de Sienna ante la noticia.
Cuando la hora de volver a casa llegó, Hassan se detuvo en el camino, compró un bonito arreglo de flores y volvió al auto para continuar su camino. Entre tanto, Sienna esperó por Hassan en la sala de su casa, Callie había salido para dar un paseo y comprarse algo de ropa, pues se negaba a seguir utilizando la ropa que Farid le había comprado.
Sienna se levantó al escuchar la puerta abrirse, su corazón latió con fuerza al escuchar la voz de Hassan, pero lo que se llevó su completa atención fue verlo llegar con un precioso ramo de flores.
“¿Gardenias?”, preguntó ella, Sienna no sabia si aquella preciosa flor se daba en los suelos de Los Emiratos Árabes, no había tenido tiempo suficiente para conocer todo sobre el país. Su vida había sido un drama tras otro desde que llegó.
“Sí, son procedentes de China y representan el amor incondicional”, respondió Hassan con la mirada fija en el rostro de su esposa.
Los preciosos ojos de Sienna se iluminaron al escucharlo, sobre todo, porque Hassan se las había comprado, era la primera vez que lo hacia y no pudo evitar que algunas lágrimas se asomaran a sus ojos.
“No llores”, pidió Hassan al verla.
Sienna negó.
“Son lagrimas de felicidad”, respondió Sienna tomando el ramo entre sus manos y aspirando el delicioso olor de las gardenias orientales.
“No importa si es de felicidad, no quiero verte derramar más lágrimas por mi causa”, le pidió.
Sienna asintió.
“¿Tienes hambre?”, preguntó.
“He preparado una sopa y pescado a la plancha con verduras al vapor”, dijo Sienna en tono alegre.
Hassan le acarició la mejilla
“Estoy famélico”, mintió, había comido en la empresa pero él podía hacer espacio para todo lo que Sienna quería darle.
La comida estuvo deliciosa y Hassan sintió que no era capaz de comerse un solo bocado más.
“Estuvo delicioso”, dijo Hassan con una sonrisa en los labios.
“No tanto como tú”, respondió Sienna guiñándole un ojo.
Hassan moría por atraparla entre sus brazos y hacerle el amor, pero debía tratar con Sienna el asunto de su regreso a Dubái.
“¿Qué pasa? Te has quedado pensativo”, señaló Sienna tras el silencio que se instaló entre ellos.
“Debemos volver a Dubái con urgencia”, mencionó.
El cuerpo de Sienna se estremeció y pensó que su pequeño paraíso de felicidad había llegado a su fin, que una vez de regreso al palacio, tendría que soportar ver a Hassan casarse con otra mujer y compartir con ella su apellido.
“¿Ya?”
“Assim tiene en sus manos todo lo que necesito para demostrar mi inocencia”, dijo.
El corazón de Sienna casi se detuvo al escuchar a Hassan, ¿Pruebas? ¿Inocencia? Sienna no podía creer lo que estaba sucediendo, había pedido tanto por ese momento.
“¿Sienna?”
“Prepararé las maletas y apenas Callie vuelva podremos volar a Dubái, no podemos perder más tiempo”, dijo de manera atropellada y con euforia.
“Calma, cariño, calma”, pidió Hassan.
“No puedo hacerlo, esto es sin duda la mejor noticia de mi vida”, expresó Sienna con una sonrisa en los labios.
“Lo sé, pero todo tiene que llevar su tiempo y su proceso. La Familia Rafiq y la familia Najdi se reunirán en el palacio mañana por la tarde. Tenemos tiempo para volver”, dijo, tratando de mantener la calma, pues Sienna no era la única que deseaba volver.
A la mañana siguiente, la pareja en compañía de Callie abordaron el avión a primera hora de la mañana y una vez que aterrizaron en Dubái, fueron trasladados por Assim a una nueva residencia a la espera que la hora llegara y presentarse al palacio.
“¿Cómo estás?”, preguntó Callie.
Callie había sido sorprendida la noche anterior con la noticia de que volvía a Dubái, incluso Sienna le había ofrecido quedarse en el palacio de Abu Dabi. Pues tenía la sospecha de que las cosas con Farid habían terminado peor de lo que ella fue capaz de admitir, pero Callie no deseaba perderse el momento en el que las hienas quedaran desenmascaradas.
“Desesperada por terminar con todo esto de una buena vez y por todas”, respondió Sienna, las manos le sudaban y el corazón le martillaba con fuerza dentro del pecho, faltaban pocas horas.
“Muero por ver la cara de ese par de hienas”, murmuró Callie con regocijo.
Sienna asintió.
El tiempo fue pasando de manera lenta y cruel, como si quisiera darle tregua a Nayla y Zaida, pero ya nada podía detener su caída, pues quien obra con mala intención sobre otra persona, no puede esperar que el cielo le conceda felicidad.
Entre tanto, la familia Najdi se preparó para el acontecimiento que llevaban esperando con desesperación durante los últimos días.
“¿Estás lista?”, preguntó Azahara a Nayla cuando la vio salir de su habitación.
“Todo lo que puedo estarlo”, dijo acariciando sus muñecas vendadas.
“Hoy será el inicio de una nueva vida para mí, te prometo que seré una buena esposa y te llenaré de nietos”, añadió con una sonrisa en los labios.
Azahara asintió, pues el tema de los niños era muy doloroso para ella.
“Solo deseo que seas feliz, hija, y que Hassan también lo sea”.
“Viviré para complacerlo, haré todo de acuerdo a cómo me has enseñado”, prometió.
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