Capítulo 46:

“Mejor no ayudes, solo empeoras las cosas, ahora ¡Suéltame!”, pidió.

El rostro de Farid cambió y presionó el brazo de Callie.

“Estás siendo dura e injusta, Callie. Te ofrecí toda mi ayuda, te quedaste en este país por mí ¡¿Y es así cómo me pagas?!”, preguntó dolido.

“¡Y aún desconozco la razón por la que lo hiciste! Me mentiste, Farid, jamás me dijiste que conocías a Sienna, tampoco el lazo que te unía a Hassan”, lo acusó, halando el brazo con fuerza para liberarse de él.

“¡Callie!”

Ella no se detuvo, salió de la habitación y corrió como si el diablo le pisara los talones, Callie sintió su corazón hundirse, tontamente se había empezado a enamorar de un hombre frío y calculador.

Entre tanto, Hassan entró a la sala donde Anás, Zaida y Abdel se encontraban.

“¡Tienes que casarte con mi hija!”, gritó Anás apenas lo vió entrar.

“No volveré a tocar el tema, Anás, no voy a casarme con tu hija. ¡Jamás!”, aseguró elevando la voz.

“¡Hassan! No puedes ser tan duro, Nayla ha intentado quitarse la vida”, lo regañó Zaida.

Hassan miró a sus padres y luego a Anás.

“Seguramente lo ha hecho para victimizarse, pero no caeré en su juego. Nayla puede hacer lo que quiera con su vida, menos meterse en la mía”.

“Estoy de acuerdo con mi hijo, buscaremos otras salidas a la situación”, intervino Abdel ganándose una mirada dura por parte de su esposa.

“Voy a denunciarlo por abuso, y.”

“Hazlo, que nada te detenga, Anás. Pero espero que estés preparado para afrontar las consecuencias”, lo amenazó Hassan.

“¡No te saldrás con la tuya, haré todo lo que tenga que hacer para que repares tu falta!”

“Estaré deseoso de responderte”, dijo girándose sobre sus pies.

“¡¿No eres capaz de sentir piedad ni compasión por una mujer que te ha amado toda su vida?!”, gritó Anás al ver a Hassan salir de la sala, él no se molestó en detenerse.

“Lo mejor que podemos hacer, es pedir una prueba médica para saber si tu hija es o no v!rgen y entonces actuar de acuerdo al resultado”, dijo Abdel con seriedad.

“No vas a exponer a mi hija a otro tipo de vergüenza, deberías disciplinar a tu hijo y enseñarle cual es su deber para con Nayla, ¿Qué pasa si de esa noche nace un hijo?”, preguntó.

“Las leyes están cambiando, Anás, podremos llegar a un acuerdo”, replicó.

Anás miró a Zaida, ella negó con la cabeza.

“Esto no se quedará así”, dijo saliendo del palacio.

“Abdel”

“Asegúrate de que Anás no cometa una estupidez. No sé qué acuerdos tengas con él y tampoco me interesa, pero si insistes en un matrimonio entre mi hijo y Nayla, estaré solicitando el divorcio”.

“¿Te has vuelto loco?”

“Es mejor la locura que seguir a tu lado, Zaida. Todo tiene un límite y el mío lo has rebasado”, aseguró marchándose de la sala.

Zaida apretó los puños, las cosas estaban saliéndose de las manos, no era así como esperaba que Hassan respondiera y menos que su esposa se pusiera en su contra.

Y las cosas solo empeoraron para Zaida cuando una hora más tarde, Halima le daba la noticia de la partida de Hassan junto a Sienna y la otra mujer que Farid había traído y que parecía no haberle servido de nada. La mujer salió de su habitación y casi corrió por los pasillos con la intención de impedirle a Hassan marcharse.

“¡No puedes ¡rte!”, gritó.

Sienna cerró los ojos, ella ya estaba dentro del auto, cosa que agradeció profundamente, pues lo ultimo que deseaba era ver la cara de la Zaida.

“Qué fastidio, no le pongas atención”, le recomendó Callie tomándole la mano con fuerza, Sienna asintió.

“¡Hassan!”, gritó de nuevo al verse ignorada por completo por su hijo, Hassan subió al auto y dio la orden al chofer para ir directamente al aeropuerto.

El viaje al aeropuerto fue corto y lo hicieron en autos separados, pero apenas subieron al avión privado de Hassan, Sienna se colocó entre los brazos de su esposo en busca de calor, como si fuera una pequeña gatita. Callie observó la escena en completo silencio, Sienna actuaba un tanto extraño, pero no hizo comentario alguno.

Sienna cerró los ojos y se aferró a la cintura de Hassan, no le importó si el personal de vuelo la viera, no le importaba nada. Ella había tratado de comportarse a la altura de la cultura de Hassan, pero solo había conseguido que Zaida intentara separarla de Hassan, porque estaba segura de que la hiena había metido las manos en todo aquel problema. Zaida la odiaba tanto que no le importaba arrastrar a su propio hijo por el lodo, pero ella no estaba por la labor de dejarlo solo.

Hassan le había hecho una promesa y ella iba a confiar en él y su amor.

Todas las horas que duró el viaje a Abu Dabi, Hassan acunó el cuerpo de Sienna junto al suyo, su rostro era mucho mejor que el día anterior y eso era para él era un soplo de tranquilidad, todo lo que deseaba era cuidar de ella, borrar el dolor de su rostro y de su corazón.

“No dejaré que sufras más por mi causa, pondré fin a todo esto y entonces podremos ir a donde tu quieras”, dijo mientras le acariciaba el rostro.

Sienna no despertó y Hassan la cargó para bajar del avión, no la dejó ni cuando subieron al auto y al llegar al palacio, también la llevó hasta su habitación.

“No quiero imaginar lo cansada que has estado todo este tiempo”, murmuró, apartando un mechón de cabello del rostro de su esposa.

“Nada ni nadie podrá separarnos, Sienna”, murmuró bajando los labios sobre los de la joven.

Sienna se movió, atrapó el cuello de Hassan y lo atrajo hacia ella, tanto que Hassan tuvo que acomodarse a su lado y aprovechar para poder descansar un poco, no sabía cuánto lo necesitaba hasta que sus ojos se cerraron y se quedó profundamente dormido al lado de su amor.

Sienna intentó moverse, sentía el cuerpo dolorido, la posición en la que estaba no era la mejor. Sin embargo pronto se dio cuenta de que no estaba sola y que unos fuertes brazos se cerraban sobre su cintura y la cabeza de Hassan la presionaba sobre el hombro.

“Hassan”, llamó ella con cuidado, quería levantarse y correr al baño, su vejiga pedía a gritos liberación, pero Hassan estaba profundamente dormido.

Sienna intentó apartarse de sus manos y alejarse lo suficiente para poder levantarse, pero sus intentos fueron fallidos, solo consiguieron que Hassan se aferrara más a su cintura y su mentón presionara su hombro y cuello.

La muchacha suspiró y lo intentó una tercera vez.

“No te muevas, Sienna”, pidió Hassan con voz ronca y perezosa por el sueño.

El cuerpo de la joven se tensó al sentir el aliento de Hassan golpear la piel de su nuca, haciendo que cada vello se le erizara y un escalofrío le recorriera la columna vertebral.

“Tengo que ir al baño”, susurró Sienna en tono bajo, tratando de que su voz sonara normal, mientras deseaba girarse para ver el rostro de su esposo.

Hassan hizo una ligera protesta ante los movimientos de Sienna, aflojó su agarre, pero no la liberó. Sin embargo, fue suficiente para que Sienna lograra su propósito y pudiera verle el rostro.

Sienna no pudo evitar que su corazón se estrujara dentro de su pecho al ver la palidez en el rostro de Hassan y las manchas oscuras que aún podían verse bajo sus ojos. Ojeras que dejaban en evidencia que esos días tormentosos en Dubái no habían sido fáciles para él.

Ella no pudo evitar sentirse culpable, pues se había alejado de él en ese momento, pero tenía que pensar y darse su lugar, era Hassan quien debía mostrar y demostrar su interés y amor por ella, había dejado que fuese él quien eligiera.

“Te amo”, murmuró en tono bajo, mientras acariciaba con ternura el rostro de Hassan.

Él se movió ante la caricia y sonrió.

“También te amo”, dijo, sin abrir los ojos.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar