La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 36
Capítulo 36:
El corazón se le hundió dentro del pecho mientras miraba a Nayla ser felicitada por los invitados, amigos y familiares que seguramente estaban complacidos con el anuncio. Gente que no iba a aceptarla como esposa de Hassan por ser de distintas culturas.
“Sienna”, la voz de Jenna llegó a ella en el momento que Hassan soltó su mano y ella sintió un escalofrío que le enfrió el cuerpo.
“¿Cómo puede ser tan cruel?”, susurró.
“Es parte de nuestra cultura…”
“Lo sé”, la interrumpió Sienna, tratando de recomponerse y no darle el gusto a Zaida de verla dolida, porque eso sería abrirle las puertas de su alma.
Confiaría en Hassan y en su amor.
Entre tanto, Hassan buscó a su madre para aclarar las cosas, no podía creer que Zaida se tomara atribuciones de aquel tipo sin consultarle, sin preguntarle si estaba o no de acuerdo con tomar una segunda esposa. Cosa que ni siquiera estaba en sus planes, él tenía todo cuanto deseaba con Sienna, no necesitaba a nadie más.
“¿Podemos hablar?”, masculló Hassan acercándose a su madre.
“Ahora no es un buen momento, hijo, deberías presentar a Nayla ante nuestras amistades como tu nueva prometida. En tres meses ella se convertirá en tu esposa, tu primer esposa”, respondió.
Hassan apretó los puños ante las palabras de su madre, se veía tan complacida por su fechoría.
“Te has equivocado y cometido un terrible error”, señaló Hassan pasando de Nayla y volviendo a Sienna.
Zaida miró la acción de Hassan y no hizo más que culpar a Sienna de nuevo por la actitud de su hijo, en cualquier otro momento, Hassan la hubiese obedecido así solo fuera por protocolo, pero ahí estaba él desobedeciendo sin importarle lo que la gente pudiera decir.
“¡Hassan!”, masculló llegando junto al Emir.
“Mi esposa y yo nos retiramos”, anunció.
Zaida apretó los dientes.
“No puedes hacerle eso a tu padre y a Nayla, ella espera por ti”, alegó con enojo.
“Entonces ve y acompáñala, madre, porque yo no tengo ningún interés en hacerlo”, refutó Hassan al tiempo que un nuevo alboroto sucedía en el vestíbulo, llamando la atención de los presentes.
Zaida se quedó de piedra al ver a su hijo menor entrar en compañía de una mujer que evidentemente ¡Era extranjera!
“Buenas noches”, saludó con una amable sonrisa, mientras Callie inclinó la cabeza en señal de respeto, fue breve, pues el único interés de la joven para estar allí, era saber de Sienna, por lo que ignoró la mirada de desprecio con la que Zaida la miraba y buscó hasta encontrarse con el rostro de su mejor amiga.
“Sienna”, susurró, sintiendo que el corazón le volvía al cuerpo al verla.
Sienna se quedó de piedra, no podía creer que en un momento tan difícil como aquel, su amiga estuviera allí.
“Callie”, murmuró queriendo correr para abrazarla.
“¿Qué significa esto, Farid?”, preguntó Zaida acercándose a la pareja como si fuera una leona a punto de atacar a su presa y despedazarla.
Sus ojos parecían dos relámpagos que amenazaban con destruir todo a su paso, sin embargo, Callie no dio un solo paso atrás y antes de que Zaida pudiera acercarse más, Farid la tomó de la mano, le murmuró algo al oído que frenó en seco el ataque de la mujer.
Entre tanto, Sienna aprovechó aquel momento para acercarse a Callie y traerla a su lado.
“¿Qué haces aquí?”, preguntó.
“Vine a buscarte, temía que ese árabe idiota te tratara mal”, gruñó Callie.
Hassan giró el rostro y miró a la mujer que se atrevía a llamarle idiota y en su presencia.
“Callie, el idiota es él”, le susurró al oído para evitar que Hassan escuchara su respuesta.
Los ojos de Callie se abrieron grandes y redondos por la sorpresa, ella tragó en seco.
“Hola”, dijo moviendo la mano y dibujando una sonrisa tensa en el rostro.
Hassan la miró, en otra ocasión quizá le haría pagar por sus palabras, sin embargo, en ese momento solo podía preocuparse de disolver el compromiso con Nayla y saber lo que su hermano se traía entre manos. ¿Cómo y dónde había conocido a Callie? Y lo más importante, ¿Qué motivos le habían hecho traerla al palacio justamente ese día?
Abdel observó todo en completo silencio y antes de que alguien pudiera decir algo más, llamó la atención del público y dio por terminada la fiesta. De hecho, era algo que él no quería ni deseaba, pero ahora sabía los motivos por los que Zaida se había empeñado en celebrarlo y organizarlo todo.
“¿Qué es lo que haces?”, preguntó Zaida al escuchar las palabras de su esposo y ver a sus invitados marcharse.
“Terminemos esta farsa, Zaida, tú y yo sabemos que no hiciste todo esto para celebrar mi cumpleaños, sino para anunciar el compromiso de Hassan sin su consentimiento, estás cavando una brecha demasiado profunda entre nuestro hijo y tú, no vengas a culpar a nadie más”, dijo el hombre girándose sobre sus talones y marchándose del salón.
Abdel se lamentaba no haber tenido mano dura con Zaida, le había permitido tantas cosas en nombre del amor, que ahora era imposible frenarla. Ya no tenía el deseo ni los ánimos para hacerlo, creía que era un caso perdido. Aunque esperaba que el punto final no fuera con un terrible desenlace para ella.
“Abdel”, llamó, pero el hombre ya se retiraba del salón y la dejaba sola en medio de aquel caos que ella sola había provocado.
Entre tanto, Sienna y Callie tuvieron la intención de retirarse, necesitaban privacidad para hablar y ponerse al corriente, pero la voz de Nayla se los impidió.
“¡Sienna!”, llamó al acercarse a la joven.
Ella se detuvo y el cuerpo le tembló, algo que no pasó desapercibido por Callie.
“¿Estás bien?”, preguntó de inmediato.
“Lo estoy”, respondió Sienna, aun sabiendo que no era verdad, Callie había llegado después del anuncio de matrimonio, no tenía idea de quien era la mujer delante de ellas.
“No lo parece”, refutó Callie mirando a Nayla como si fuera una serpiente a punto de atacar. Ella no tenía idea de porque se le figuró a ese rastrero animal, pero no podía evitar pensarlo.
“Sienna, ¿Podemos hablar?”, preguntó.
“No creo que tú y yo tengamos algo que decirnos”.
“Por favor, Sienna”, pidió Nayla con el rostro contrariado.
Sienna miró a Callie y pidió a una de las muchachas que la llevaran a su habitación, mientras buscó a Hassan con la mirada, pero le miró caminar al lado de Zaida.
“Nayla”.
“No quiero que te hagas una idea equivocada de lo que ha pasado, por favor, habla conmigo”, insistió.
Sienna asintió.
“Aquí no, Sienna, no quiero que nadie más escuché lo que tengo que decirte”, dijo.
Sienna hizo un esfuerzo sobre humano para no bufar, pero accedió a ir a una habitación privada.
Nayla cerró la puerta detrás de ella y miró a Sienna antes de echarse a llorar.
“¿Se puede saber por qué lloras?”, preguntó ella sin querer parecer inhumana, no obstante las lágrimas de Nayla no la conmovieron.
“No quiero que te hagas una idea equivocada de mi, Sienna, sé que la primera vez no debí estar presente y tampoco debí opinar cuando no me correspondía, pero no lo hice por maldad, sino porque aprecio mucho a mi tía y a esta familia”.
“¿Tanto como para aceptar ser la otra?”, cuestionó Sienna.
Ella negó.
“No tuve más opciones, no voy a negarte que siempre he querido a Hassan, pero cuando volvió contigo, perdí toda esperanza de tener algo con él, mis padres me educaron para convertirme en la primera esposa de algún hombre importante, no esperaba ser entregada como la segunda esposa y menos a Hassan”, dijo hipando por el llanto.
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