Capítulo 34:

“¿Necesito tu permiso, mi señor?”, cuestionó Sienna girándose para desafiar a Hassan, pero no imaginó que su marido estaba detrás de ella y terminó impactándose contra su pecho.

Hassan atrapó la cintura de Sienna y la pegó a su cuerpo cuando ella intentó alejarse.

“¿Cómo lo haces?”, preguntó Hassan muy cerca de sus labios.

“¿Hacer qué?”, Sienna no entendió la pregunta.

“¿Cómo haces para convencerme de hacer lo que quieres?”

Sienna abrió los ojos.

“No hice nada…”

“¿Me amas, Sienna?”, cuestionó.

Hassan no quería irse por las ramas, así que se lanzó a la yugular de su esposa, esperando que aquellas palabras no fueran vacías y no fueran dichas por un mero interés.

“¿Ahora es que te importa?”

Hassan la presionó un poco más fuerte.

“No sé exactamente lo que es el amor, Sienna, pero desde que no estás a mi lado y me ignoras como si fuera un cero a la izquierda. Siento en mi pecho dolor, tu ausencia me hace extrañarte a pesar de tenerte cerca y de mirarte, jamás me había sentido de esta manera…”

Sienna sintió un nudo formarse en su garganta al escucharlo y sus ojos picaron por el llanto.

“Hassan…”

“No soy perfecto, Sienna, y tampoco me es posible despojarme de algunas cosas que vienen arraigadas a mí, pero por ti estoy dispuesto a intentarlo. A ser comprensivo y compasivo”, dijo colocando su frente sobre la frente de la mujer.

“No quiero perderte, no quiero estar sin ti”, añadió buscando los labios de Sienna.

Ella suspiró y no pudo evitar corresponder el beso apasionado de Hassan.

“Yo tampoco sé si es amor lo que sientes, pero se le parece”, murmuró ella, buscando su boca de nuevo.

Hassan dejó correr un par de lágrimas, no sabía por qué, pero se sintió tan liberador…

“¿Me amas, Sienna?”, preguntó cuando volvieron a separarse.

“Con todo el corazón, Hassan, no sé cómo sucedió ni cuándo; sin embargo, no quiero estar enojada contigo, te he echado de menos”, confesó.

Hassan la estrechó entre sus brazos y enterró su cabeza en la curva del cuello de Sienna, mientras su corazón latía fuerte dentro de su pecho, como si fuera un tambor llamando a la guerra.

Eran emociones y sentimientos que Hassan no había experimentado, pero que le llenaba el corazón de felicidad y un deseo inmenso de darle a Sienna todo de sí mismo. Su cuerpo y su alma.

´El más poderoso hechizo para ser amado es amar´.

El corazón de Sienna se sintió cálido ante el contacto, incluso podía jurar que sentía el corazón de Hassan latir contra su propio pecho, era una sensación abrumadora, pero tan perfecta que no deseaba por nada del mundo alejarse de él.

“Amarte no es lo mejor, pero es perfecto”, susurró Sienna.

“¿Te arrepientes?”, preguntó Hassan sintiendo que su corazón iba a detenerse.

“Me he arrepentido de muchas cosas en mi vida, Hassan, pero estoy segura de que jamás me arrepentiré de amarte. Te amo así, con tus defectos y virtudes”, dijo separándose de él, mirándolo a los ojos y acariciando su mejilla.

“Sienna…”, pronunció el Emir cerrando los ojos al sentir las caricias de su esposa recorrer cada rincón de su rostro hasta que la yema de sus dedos acarició sus labios y él no tuvo ningún reparo en abrir la boca y succionar aquellos dos dedos que lo tentaron.

Sienna g!mió al sentir la húmeda y cálida lengua acariciar sus dedos, por la manera que lo succionaba y lamía. Una corriente eléctrica corrió por sus venas y llevó la señal correcta a su centro de placer. Sienna tuvo que apretar las piernas cuando sus bragas se mojaron.

¿Cómo podía excitarse de aquella manera?

La pregunta solamente tenía una respuesta, estaba enamorada, muy enamorada de su marido, tanto que bastaba con una sola mirada de él para tenerla rendida a sus pies, pero eso era algo que Hassan no necesitaba saber, todavía…

“¿Estoy perdonado?”, preguntó él una vez liberó los dedos de Sienna.

“Te… tengo que pensarlo”, susurró ella con las mejillas rojas por la excitación.

“¿Mucho?”, cuestionó, deslizando su lengua desde el lóbulo de la oreja de Sienna hasta su cuello, una acción que repitió dos veces, erizando la piel de su esposa.

“Qui… quizá deba marcharme ahora”, dijo Sienna empujando el cuerpo de Hassan, evitando caer en la tentación de su cuerpo.

“¿No me echabas de menos?”

“Puedo sobrevivir una noche más”, respondió Sienna de manera abrupta antes de salir de la biblioteca cómo si el diablo le pisara los talones…

Hassan se quedó con el deseo barriendo por sus venas, pero tenía que darle tiempo. Después de todo, habían superado su primera pelea como matrimonio consagrado.

Pensar en la palabra “matrimonio” hizo que Hassan recordara que su intención era casarse con Sienna bajo sus leyes, pero debido a lo ocurrido con Jenna y Assim, ahora tenía que esperar. Su viaje de regreso a Dubái era mañana y posiblemente no podrían volver a Abu Dabi tan pronto como esperaba.

Hassan volvió a su habitación, extrañó toda la noche a Sienna, pero estaba confiado que su regreso a Dubái, también significaba el regreso de Sienna a su cama, solo tenía que ser paciente.

A la mañana siguiente, Assim se hizo presente en la biblioteca, estaba nervioso. El hombre no había creído posible regresar.

“Señor”, dijo, haciendo una larga inclinación frente a Hassan.

“Mírame, Assim”, ordenó con voz firme y seria.

Assim obedeció y miró a su jefe con una mezcla de culpa y vergüenza por haberle traicionado, pero se había enamorado.

“Señor”.

“No quiero que te acerques a Jenna mientras estemos en Dubái, no puedes seguir siendo tan irresponsable y arriesgarte a exponerla ante cualquier otro miembro de la familia. Si realmente es amor lo que sientes por ella, tendrás que hablar con mi padre y pedir su mano como mandan nuestras leyes y costumbres”, declaró.

Assim abrió los ojos, estaba impresionado por las palabras de Hassan, cuando se le pidió volver no creyó que sería para tener un poco de esperanza, incluso llego a pensar que sería castigado por el Emir y había estado dispuesto a aceptar el precio de su traición y amor.

“No merezco tanta benevolencia de su parte, señor”, respondió Assim.

“¿Amas a Jenna?”, preguntó.

“Con todo el corazón”, respondió.

Las palabras de Assim fueron las mismas que Sienna le había respondido, si creía en el amor de su esposa, no podía dudar del amor de Assim por su hermana.

“Entonces lo que venga después no depende de mi, Assim. Haz tu mejor esfuerzo”, lo alentó.

Assim hizo una nueva reverencia y más larga que la anterior.

“No volveré a fallarle, mi señor”, aseguró con el corazón emocionado.

Hassan se aseguraría de que asi fuera.

Entre tanto, Callie fue acompañada por una doncella de la casa de Farid, el hombre le había entregado una tarjeta para comprar su vestuario para el cumpleaños del Emir. Callie intentó rechazarlo, pero él le dijo que claramente que no tenía problema y si quería venir al palacio esa noche debía obedecerlo.

Callie no era una mujer sumisa y mucho menos que se dejara mandar, pero su deseo por encontrarse con Sienna era mucho más grande y no le importó bajar la cabeza por esa única vez.

“¿Está segura que solamente se comprará eso?”, preguntó la dependiente, luego de ver la tarjeta con la que Callie había pagado.

“No necesito nada más”, aseguró Callie.

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