La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 30
Capítulo 30:
“Jahir nos ha invitado a su boda y no podemos faltar, sería descortés de nuestra parte y menos cuando el señor Ayad también nos ha extendido una cordial invitación”, comentó.
Sienna no creía que fuera cordial, seguramente el señor Ayad Ali quería insistir a Hassan para aceptar el contrato y a una de sus hijas como esposa. Los celos nacieron en el corazón de Sienna como veneno y no le gustó para nada el sentimiento.
“¿Qué piensas?”, preguntó Hassan al verla callada.
“Tengo la impresión de que quiere meterte a una de sus hijas por los ojos”, gruñó.
Hassan negó.
“¿Te lo repito?”, preguntó Hassan.
“¿Qué cosa?”, cuestionó Sienna, no quería decirle que si, que necesitaba escuchar que él no quería ninguna otra mujer.
Hassan sonrió y tomó la boca de Sienna, no le dijo las palabras que ella quería escuchar. Se lo demostró con una mañana ardiente de pasión.
Luego de aquel encuentro apasionado, Hassan se marchó con la promesa de volver a la hora de la comida, mientras le entregaba a Sienna el dinero suficiente para comprarse media ciudad.
Jenna arrastró a Sienna por varias tiendas de ropa.
Aunque la verdad sea dicha, Sienna no se había sentido muy motivada a comprarse algo, todo parecía ser lo mismo, quizá era el color lo único que podía cambiar, pero luego de tanto buscar encontró una pieza preciosa que le quedó de maravilla cuando se la probó y las joyas que Jenna había buscado para ella, eran simplemente perfectas.
Las mujeres disfrutaron de varias horas juntas, mientras Callie resoplaba una y otra vez, tenía que volver a Nueva York y lo haría sin poder ver a Sienna.
“¡Es como si la tierra te hubiera tragado!”, exclamó con frustración al ver sus maletas en la puerta del hotel a la espera del taxi.
Callie estaba enojada y decepcionada, sobre todo, preocupada, pues no consiguió ni una pizca de información sobre su mejor amiga. Su preocupación creció tanto que no pudo evitar pensar en escenarios horribles.
“No puede haberte sucedido nada malo”, susurró al borde del llanto.
“¿Siempre acostumbras a hablar sola?”, Callie se llevó un pequeño susto, no esperaba ver a Farid antes de marcharse.
“¿Qué haces aquí?”, preguntó.
Callie desconocía que Farid era el hijo del Emir, hermano de Hassan y el segundo en la línea de sucesión, no tenía idea de lo cerca que había estado de tener información de Sienna.
“Estuve pensando y creo que puedo ayudarte un poco”, comentó.
Callie abrió los ojos.
“¿Ayudarme?”
“Aja”.
“¿Cómo?”
“Primero que nada, tendremos que resolver el asunto de tu regreso a Nueva York, no encontrarás a tu amiga si te marchas”.
“¿Sabes algo de ella?”, preguntó entusiasmada.
“El próximo fin de semana el Emir Abdel Rafiq dará una fiesta por su cumpleaños y sus hijos se reunirán”, dijo.
“¿Y?”
“Hassan es el hijo mayor y su esposa es Sienna, una mujer extranjera”, soltó.
Callie sonrió.
“¡Es ella!”, gritó esperanzada.
“Podrás verla si asistes”.
“¿Y cómo supones que podré entrar?”
Farid sonrió.
“Tengo una invitación para ti, pero no puedes decirle a nadie que fui yo quien te la dio”, respondió.
Callie no tenía con quién hablar de todas maneras, así que no tuvo ningún problema en responder.
“Te lo prometo”.
Farid cogió la maleta de Callie y caminó en dirección contraria del aeropuerto.
“¡Espera!, ¿Qué haces?”, gritó la joven casi corriendo detrás de Farid.
El hombre sonrió, se detuvo y el cuerpo de Callie chocó contra él.
“Lo siento”, se disculpó con prontitud.
“Te llevaré a mi casa”, dijo.
Callie se quedó de piedra.
“¿Bromeas?”, preguntó la joven.
“No”.
“Pero en tu cultura eso no se vería nada bien”, le recordó Callie.
“No viviré contigo”, respondió mientras colocaba las maletas en el maletero.
Callie no sabía qué sentir.
“¿Tienes algún problema con quedarte sola?”, preguntó Farid, deseando que ella le pidiera quedarse con ella.
Farid era muy capaz de inventarse un viaje de negocios con tal de quedarse con la joven extranjera.
“No, estaré bien, siempre que no te olvides que estaré allí”, respondió.
Farid asintió.
Callie luchó para no abrir la boca y mostrarse sorprendida cuando bajó del auto y miró la residencia donde estaría, Callie había pensado que el hotel donde había estado hospedada era magnífico, pero la casa de Farid era… Espectacular.
“¿Sorprendida?”, preguntó Farid orgulloso.
“¿Quieres que te mienta y te diga que no?”
Farid se encogió de hombros.
“Eres un hombre extraño Farid, desapareces por días y vuelves cada vez que estoy en aprietos, ¿Será que estás destinado a ser mi benefactor?”, preguntó ella con inocencia.
Entre tanto, Farid trató de no tomarse la palabra “benefactor” a pecho, porque él quería ser mucho más que eso para Callie, pero no sabía exactamente qué…
Entre tanto, en Abu Dabi, los dos días para la boda de Jahir pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Sienna y Jenna se prepararon para la ocasión, mientras Hassan y Assim, hacían lo mismo.
“Estaré pendiente de todo señor, no tiene que preocuparse por nada”, dijo Assim luego de recibir un par de órdenes de Hassan.
“Cuento con ello, Assim, de toda la gente a mi alrededor, eres tú el único en quien deposito mi confianza, no me traiciones”, le advirtió.
Assim inclinó la cabeza, no sabía si era en signo de obediencia o la vergüenza que le invadía por no admitir ante Hassan que amaba a Jenna.
“¿Assim?”, llamó el Emir ante el silencio del consejero.
“Estoy a su disposición, señor”, dijo.
Hassan asintió y salió de la habitación para encontrarse con Sienna y Jenna, las dos se veían hermosas, pero Sienna tenía una mirada radiante que lo descolocó como siempre.
“¿Lista?”
“Nací lista”, susurró Sienna acercándose a su oído, una muestra del grado de intimidad que compartían.
Jenna se sonrojó y miró hacia otro lado, evitando incluso mirar a Assim.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar