La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 23
Capítulo 23:
“¡No lo hará si nadie se lo dice!”, exclamó la joven perdiendo la compostura.
“Jenna”.
“¡Mamá es capaz de pedir la muerte para Assim!”, gritó, rompiéndose y sumergiéndose en un llanto desgarrador y conmovedor.
Sienna se sentía entre la espada y la pared, mentirle a Hassan o condenar a Assim ante la hiena. ¿Por qué le tocaba ese tipo de pruebas a ella? Se preguntó la joven.
“Jenna.”
“Por favor, haré lo que pidas, pero por favor ¡Ayúdame!”, rogó con fervor la joven Jenna.
Sienna cerró los ojos y supo que no tenia otra alternativa, ella no era tan cruel para condenar a nadie, menos cuando Jenna le había salvado una vez.
“No le diré nada a Hassan, Jenna, pero tienes que evitar esos arranques de emoción. Hazlo por ti y por Assim”, le pidió.
Jenna estuvo a punto de caer de rodillas frente a Sienna, pero la joven se lo impidió.
“Ve y dile a Assim que me gustaría estar presente cuando vaya a hablar con tu hermano”, pidió.
Jenna asintió agradecida y salió de la habitación sintiendo que la vida volvía a su cuerpo, por un momento creyó que Sienna iba a lanzarla a los lobos.
Entre tanto, Sienna dudó de lo que estaba haciendo, callar era lo mismo que aceptar y compartir la culpa del delito. Era cómplice de la situación… Entre tanto, Hassan volvió al palacio tras la noticia del regreso de Assim, tenían mucho que discutir, lo más importante era el negocio familiar de Sienna, tal como se lo había prometido a Steven cuando compró las acciones de la empresa, pensaba cumplir al pie de la letra. Sobre todo, porque sabía lo importante que era para su esposa aquella ensambladora.
Sienna se puso de pie como un rayo al escuchar la puerta abrirse, por un momento creyó que se trataba de Jenna, pero se sorprendió al ver a Hassan. Él había regresado temprano.
Hassan miró a su esposa, Sienna estaba sentada sobre el futón, los rayos del sol se posaban sobre sus cabellos convirtiéndolos en hilos de oro, era la visión más hermosa que había visto. Sienna era lo más parecido a una ninfa.
Sienna tragó al sentir la mirada de Hassan fija sobre ella y por un momento llegó a pensar que él lo sabía. Que Hassan sabía lo de Assim y Jenna y venía a reclamar, después de todo ¿Por qué regresaría temprano cuando no lo había hecho en todos esos días?
“Sienna”, susurró Hassan sentándose a su lado, llevando sus manos al cabello de su esposa y acariciando las hebras doradas con fascinación.
Sienna cerró los ojos, se mordió el interior de su mejilla mientras luchaba por no echarse a temblar ante aquel acercamiento de Hassan.
“Eres tan hermosa”, susurró Hassan aspirando el aroma de jazmín que manaba de aquellos cabellos.
“Aun así, te has mantenido alejado de mí”, respondió Sienna con los ojos cerrados.
“Créeme cuando te digo que no ha sido intencional, he tenido algunos problemas de importancia y no quise afligirte”, comentó.
Sienna abrió sus hermosos ojos azules y lo miró fijamente.
“¿Qué ha pasado?”, preguntó.
“Te lo comentaré luego, ahora necesito reunirme con Assim, pero no quise hacerlo antes de verte”, aseguró.
El corazón de Sienna latió alocadamente al escucharlo. Sienna no podía creer que Hassan quisiera verla a ella, antes que nada.
“¿Puedo estar presente?”, preguntó.
Hassan acarició la mejilla de Sienna y asintió.
“Puedes…”, aceptó.
Sienna ni siquiera pensó en su reacción, se levantó como un rayo del futón y se lanzó a los brazos de Hassan, haciendo que ambos cayeran sobre la orilla de la cama.
Hassan ocupó la cintura de Sienna, sus ojos se encontraron una vez más, había un cúmulo de emociones en ellos y en un momento se dejaron llevar, Sienna ocupó la boca de Hassan.
Sienna lamió el labio del hombre como si pidiera permiso para entrar y él no tuvo ningún problema en darle acceso, sus lenguas danzaron y lucharon por dominar el beso.
Hassan giró el cuerpo de Sienna e intercambió sus lugares, tomó su cuello y profundizó el beso, saqueando su boca. Había deseado tanto un nuevo contacto entre ellos, lo había anhelado. No volver a tiempo para verla despierta había sido un verdadero sacrificio y verla dormir era todo lo que pudo hacer en semanas.
El g$mido de Sienna quedó atrapado en la boca de Hassan, pero nada interrumpió el beso hasta que el aire empezó a faltarles y se vieron obligados a separarse, sus respiraciones eran agitadas y las mejillas de Sienna se tiñeron de rojo carmesí, no era vergüenza, era producto de la excitación que le embargó el cuerpo.
“Iré donde Assim”, dijo Hassan, pero sin moverse de encima de Sienna.
“Iremos”, convino ella.
Hassan le sonrió y asintió.
“No tenemos prisas”, susurró bajando y acariciando las mejillas de Sienna con sus labios.
Sienna cerró los ojos y dejó escapar un suspiro. Hassan era la seducción hecha hombre y ella se sentía completamente tentada a rendirse ante él, moría por sentirse de nuevo entre sus brazos, que la acariciara completa, y…
“No quiero imaginarme lo que estás pensando”, susurró Hassan.
“¿Qué?”, preguntó la joven confundida.
“Estás mordiéndote los labios y te ves se%y, atractiva y peligrosa”, confesó.
El cuerpo de Sienna tembló.
“Vamos donde Assim”, dijo.
Sienna quería, pero sabía que debía darse un tiempo y asegurarse de lo que estaba sintiendo por su esposo. No quería ser utilizada como escape o un objeto se%ual, tampoco quería usarlo a el de esa manera. Deseaba que su relación pudiera concretarse y si era un poco más avariciosa quizá ganarse el amor de Hassan y formar una familia.
Hassan sonrió, se apartó del cuerpo de Sienna y le tendió la mano para ayudarle a ponerse de pie.
“Vamos”, dijo.
Sienna lo siguió en completo silencio, mientras su corazón latía locamente, pensado en lo que podía ser una relación de amor entre ellos, quizá era loco e imposible, pero se podía soñar, ¿Verdad?
La reunión con Assim fue breve y aunque el hombre se mostró seguro en cada explicación, no pudo evitar darle unas cuantas miradas a Sienna, debido a lo ocurrido esa mañana.
“Entonces, ¿La ensambladora está marchando bien?”, preguntó Sienna.
“Así es mi señora, la persona al frente ha demostrado ser responsable, estaremos recibiendo un informe semanal y ante cualquier eventualidad podemos hacer un viaje relámpago para resolver inconvenientes que en ocasiones suelen suceder”, explicó.
“Bien, has hecho un gran trabajo como siempre. Tómate la tarde libre”, ordenó Hassan a su secretario.
“Mi señor”.
“¡Espera!”, gritó Sienna al ver las intenciones de Assim de dejar la habitación.
El consejero se tensó y luchó para que el cuerpo no le temblara, Sienna podía liberarlo o mandarlo a la horca.
“Señora”, dijo con temor.
“¿Sabes algo de mi familia, mi hermana y mi madre?”, preguntó.
Assim asintió.
“La señorita Scarlett y su madre están seguras, su hermana ha presentado los exámenes de admisión en una de las mejores universidades de la ciudad”, informó.
Sienna asintió.
“¿Callie?”, se atrevió a preguntar, pese a que quizá no tendría suerte de saber de ella.
“Lo siento, no sé nada de ella”, respondió.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar