Capítulo 22:

Farid estuvo tentado a aceptar, pero no podía arriesgarse a que alguien en el lugar lo reconociera y menos exponer a la joven a convertirse en el centro de atención de los habitantes.

“Gracias, pero tengo que irme”.

Callie asintió, sin embargo, Farid no se marcho.

“Enviaré un auto a su hotel esta noche, si gusta venir estaré más que encantado”, dijo antes de abandonar el lugar.

Callie abrió y cerró la boca cómo si fuera un pez fuera del agua, ¿Eso había sido una invitación? La pregunta no tuvo respuesta, pero según su experiencia, podría ser que había despertado algún tipo de interés en Farid, lo que le hizo suponer que también podía conseguir algo de ayuda de su parte para encontrar a Sienna y no volver a casa sin poder verla.

Entre tanto en Abu Dabi, Sienna pasó el resto del día entre libros y la web, Hassan realmente no había tenido tiempo de enseñarle nada, por lo que puso de su parte e intentar comprender lo compleja que era la cultura de ese país. No quería cometer más errores que pusieran en peligro su integridad física ni la de Hassan.

“¿Qué haces?”, preguntó Jenna al final de la tarde, mientras Sienna trataba de entender un libro que ni en sus mejores sueños lograría.

“Aprender algo de etiqueta. Las cosas en este país son muy complicadas y situaciones que para mi son normales o serían normales en América, aquí son motivo de castigo”, dijo cerrando el libro con frustración.

Jenna sonrió.

“Me gustó tu vestido”, admitió sonrojándose en el proceso, Sienna parpadeo.

“¿De verdad?”

“Sí, aunque nunca tenga la oportunidad de vestir uno remotamente parecido, te veías bonita”, dijo.

“Las leyes son muy estrictas y los mayores siempre tratan de apegarse a ellas, aunque hay derechos de la mujer, aún seguimos dependiendo de nuestros padres y otras dependen de sus maridos para poder trabajar. Si ninguno de ellos lo permite, la mujer deberá quedarse en su casa, tejer u ocuparse de los niños”, comentó.

Sienna tocó la mano de Jenna.

“Alguna vez me gustaría que vinieras a mi país, presentarte a mi madre y hermana”, pronunció Sienna.

“Aunque te advierto que mi madre no es ninguna perita en dulce”, dijo, recordando que Fiona la había presionado a aceptar el matrimonio, incluso se había atrevido a manipularla con el futuro de Scarlett.

Quizá Zaida no fuera la única hiena en esta historia.

Jenna, por su parte, se sintió atraída por las palabras de Sienna, le preguntó todo lo que quería saber sobre otras culturas, específicamente sobre la vida de Sienna en Nueva York.

Sienna no tuvo problema alguno en contarle a lo que se dedicaba en su país natal, le contó sobre la enfermedad de su padre y de su lamentable fallecimiento, pero se limitó y no habló de Hassan ni de cómo se habían conocido.

Jenna finalmente se retiró de la habitación de Sienna cuando el astro rey se ocultó.

“No puedo imaginarme lo que ha sido de tu vida, Jenna”, susurró Sienna.

A aquel día le siguieron muchos días más, Jenna venía y conversaba por largas horas con Sienna. Jenna no solo aprendía de Sienna, sino también le ayudaba con las normas más básicas de su cultura, los protocolos. Lo que podía y no hacer en público y como debía comportarse cuando estuviera en presencia de otros hombres que no fuera su marido.

Por otro lado, Hassan no tenía la intención de abandonar a su esposa, pero el caso de la fábrica de aluminios le había entretenido tanto y una vez que la policía cogió al culpable, este se negó a hablar y terminó muerto en prisión.

Según el reporte, el hombre se había quitado la vida y lo peor de todo es que jamás había llegado a confesar, por lo que él cargaría con la culpa de lo ocurrido y quien estuviera detrás de los hechos seguiría en libertad y esperando atacar de nuevo.

Una semana después, Sienna estaba preparada para cualquier evento, aunque en esos días no había visto a Hassan, lo había sentido a su lado todas las noches. Él llegaba tarde y salía antes de que ella despertara.

“Otra mañana sin verte”, susurró mientras se acercaba al balcón desde donde pudo ver la figura de Assim llegar al palacio.

El corazón de Sienna palpitó con emoción, solo Assim podía darle unas cuantas respuestas sobre su empresa y su familia.

Sienna salió de su habitación con premura para buscar a Assim. Quizá no fuera propio o más bien no debería atreverse a visitar una recámara que no fuera la suya o la de su marido, pero Sienna no pensó en nada más que saber lo que ocurría al otro lado del mundo. Por lo que aprovechó al ver la puerta entreabierta y entró a la habitación de Assim, lo que ella nunca esperó fue encontrar a Jenna y Assim besándose.

Sienna se quedó de piedra y por un momento no supo qué hacer o que pensar. Bien podía retirarse sin que la pareja se diera cuenta de que los había sorprendido o también podía interrumpirlos y evitar una tragedia, pues si alguien más los veía podían estar en grandes problemas.

´¡Hassan!´

Cuando Sienna pensó en su marido, un sinfín de escenarios se abrió paso por su mente y ninguno que pudiera tener un final feliz. Sienna dio un paso atrás chocando con la puerta y haciendo el ruido que deseó no hacer, captando la atención de Assim y Jenna.

La pareja miró con terror a Sienna parada junto a la puerta, el cuerpo de Jenna tembló con violencia y sus ojos se llenaron de lágrimas debido al miedo.

“¡Sienna!”

“¡Señora!”

La pareja gritó al unisono, pero Sienna giró sobre sus pies y salió de la habitación, la joven no sabia si lo hizo para escapar o para sacar a Jenna de la habitación, ella tenía que seguirle de alguna manera, ¿Verdad?

“¡Sienna, espera!”, la escuchó gritar y sus pasos aproximarse a ella.

“¡Espera, por favor!”, insistió, pero Sienna no se detuvo hasta estar en la seguridad de su habitación.

Jenna se detuvo delante de ella, la joven tenía el corazón agitado. Sentía miedo, terror a lo que podía venir para ella y Assim si alguien más se enteraba de su relación secreta.

“Sienna”, llamó ella con voz temblorosa.

“¿Qué es lo que estás haciendo, Jenna?”, preguntó la mujer mirándola a los ojos.

“Estoy enamorada de Assim”, confesó, sabiendo que estaba poniendo su vida y la vida del hombre que amaba en las manos de Sienna.

“¿Enamorada?”, preguntó ella.

Jenna asintió.

“Sienna, por favor, te lo suplico, no le digas a nadie lo que has visto hoy”, pidió con agonía.

“Conoces las leyes de tu país, Jenna, ¿Por qué te arriesgas?”, cuestionó Sienna.

“Te lo he dicho ya, estoy enamorada de Assim, pero nuestras leyes, costumbres y tradiciones son tan arcaicas comparado con otros países. Mi familia nunca aceptará y si alguien más lo sabe es posible que me entreguen en matrimonio a otro hombre y Assim puede ser castigado severamente”, dijo Jenna con lágrimas en los ojos.

“Conoces el carácter y la arrogancia de mi madre, no quiero que Assim sufra, por favor”, rogó.

El corazón de Sienna se estremeció dentro de su pecho al escuchar las palabras de Jenna, pero, por otro lado, estaba Hassan.

“¿Quieres que le mienta a tu hermano?”, preguntó con voz ahogada.

Jenna negó.

“No te estoy pidiendo que le mientas, Sienna, Hassan ni siquiera lo sospecha, solo omitirías el hecho de que lo sabes”.

Sienna negó.

“Es lo mismo, Jenna, cuando Hassan lo descubra…”

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