La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 21
Capítulo 21:
“Pero ya no lo somos, Sienna, eres mi esposa y estás aquí, en mi habitación temblando como si fueras una hoja mecida por el bravo viento mientras mis dedos acarician tu piel, tal como lo hiciste aquella noche”
“Hassan”, Sienna cerró los ojos, la voz de Hassan era bajo, ronco y seductor. Una verdadera tentación.
“Lo siento”, susurró él antes de cerrar el espacio entre ellos y tomar los labios de Sienna en un apasionado beso.
¡Se estaban besando y ninguno estaba bajo los efectos del alcohol!
Sienna cerró los ojos al sentir el cálido aliento de Hassan rozar sus labios y sin poder evitarlo le dio completo acceso a su boca.
El cuerpo de Sienna se estremeció al sentir la lengua de Hassan, saquear su interior, tocar cada rincón de su cavidad, deleitándose en ella. Llenándola de un deseo voraz que corría por su cuerpo como pólvora hasta llegar a su centro, deseosa de explotar por el placer que sabía que solo Hassan podía darle, pues era él, el único que conocía su cuerpo.
Un sonoro g$mido escapó de los labios de Sienna que envió al cuerpo de Hassan todas las señales para no detenerse y él no pensaba hacerlo. Hassan arrastró el cuerpo de Sienna hasta la cama, depositó su cuerpo sobre las finas sábanas y se recostó sobre ella, dominando el beso, tocando el perfecto cuerpo de la muchacha bajo aquella holgada bata.
Hassan ardía en deseo como aquella primera vez que deseó a la joven con tan solo verla, era algo que él no podía explicar, no era un hombre que se dejara llevar por sus bajos instintos, pero Sienna presionaba todos los botones adecuados e inadecuados en él, y lo peor de todo es que para él era perfecto.
“Hassan”, susurró Sienna al sentir los labios del Emir deslizarse de su boca y ocupar su mentón, dejando un sendero de besos a lo largo de su esbelto cuello, mientras sus manos la tocaban por encima de su bata.
“Eres una hechicera, Sienna, una mujer muy seductora”, pronunció con voz ronca, mientras una traviesa mano buscaba levantarle la prenda..
Sienna esperaba ansiosa por ese toque, anhelaba tanto volver a sentir las caricias de Hassan, por lo que cerró los ojos y esperó. Esperó algo que no llegó, pues lo siguiente que supo es que su esposo se apartaba de su lado.
“Hassan”, murmuró ella con decepción.
“La puerta”, dijo con el mismo tono.
Sienna se sonrojó, estaba tan perdida en el momento de placer que ni siquiera escuchó que alguien llamara.
“¡Hassan, abre por favor!”, Sienna escuchó el grito de Jenna al otro lado de la puerta y dos nuevos golpes sobre la madera.
“¡Hassan!”, llamó de nuevo.
“Ábrele”, indicó Sienna al tiempo que se levantaba de la cama y alisaba su bata con sus manos y buscaba un espejo para verse con discreción.
Sienna no esperaba verse con los labios ligeramente hinchados, el rostro sonrojado y un brillo de excitación en sus ojos, pero los recientes acontecimientos no eran cualquier cosa…
“Sienna”.
“Abre”, insistió ella.
Hassan se acomodó la bata sobre el cuerpo, respiró profundo mientras luchaba para no gritarle a Jenna por su inapropiada interrupción.
“Jenna”, dijo con tono severo haciendo que la joven inclinara la cabeza.
“Siento molestarte, pero el señor Mohamed te espera en la biblioteca y parece urgente”, avisó.
Hassan frunció el ceño, había dejado a Mohamed Najdi apenas unas horas atrás, ¿Qué es lo que le traía a su palacio a esas horas de la noche?
“Duerme”, le pidió Hassan a Sienna al verla sentada sobre la cama y las sábanas alborotadas ´duerme sin mí´, pensó con pesar. Sienna lo miró marcharse, pero no pudo dormir, por lo menos no tan pronto como hubiese deseado hacerlo.
Entre tanto Hassan caminó por los pasillos de su residencia para llegar a la biblioteca, trató de cambiar su semblante de molestia por serenidad, cuando entró a la habitación Mohamed se puso de pie de inmediato.
“Lamento molestarlo a estas horas de la noche, señor Rafiq, pero esto no puede esperar”, dijo con prontitud.
“Debe ser algo grave para traerlo personalmente a mi casa”, respondió Hassan sentándose detrás de su escritorio mientras veía al hombre asentir.
“Ha habido un incendio en las bodegas principales de aluminio, el fuego fue controlado, sin embargo, tenemos pérdidas muy considerables”, murmuró el hombre con prisa.
Hassan se levantó como un rayo al escuchar las palabras de Mohamed.
“¿Qué fue lo que sucedió?”
“No lo sabemos, la policía está haciendo su trabajo, pero tal parece que no fue casualidad, el aluminio fue destruido y no fue el fuego la causa. Han encontrado restos de ácido sulfúrico entre las bodegas”.
Hassan apretó los puños y dientes, no necesitaba ser adivino para imaginar quien era su verdugo, pero no era hombre que lanzara acusaciones sin pruebas, pero en todo el país él solo tenía un rival y no era otro que su primo, Jahir Ahmad.
“Señor”, la voz de Mohamed hizo que Hassan saliera de sus pensamientos.
“Hazte cargo del asunto y evita que esto se filtre a cualquier medio de comunicación”, ordenó.
“Me haré cargo de los asuntos legales y de encontrar al responsable”, añadió.
Mohamed hizo una reverencia antes de abandonar la habitación y salir a cumplir las órdenes del Emir. Entre tanto, Hassan analizó la situación, era imposible que Jahir llegara tan lejos por su cuenta, la empresa tenía altos sistemas de seguridad que solo podían controlarse de manera interna, pero las alarmas de incendio no sonaron, de lo contrario él habría estado al tanto desde el momento que ocurrió.
Debía encontrar al topo dentro de su propio personal…
Hassan demoró en volver a la habitación y cuando lo hizo, Sienna estaba profundamente dormida, él se acostó a su lado y se olvidó de todo lo demás.
A la mañana siguiente, cuando Sienna abrió los ojos, se dio cuenta de que Hassan ya no estaba en la cama, él se había marchado.
“Es mejor así, no sabría cómo mirarte a los ojos y no pensar en lo que estuvo a punto de suceder anoche”, susurró.
Sienna no podía negar que se sentía confusa con respecto a Hassan, era duro y tierno a la vez, tenía voz de mando y de seducción. Ella era un mar de confusión y emoción cada vez que él se le acercaba de manera íntima, pero no podía negar que le gustaba y disfrutaba de esas sensaciones que le sacudían hasta la última célula de su cuerpo.
La joven se puso de pie para darse un baño, debía prepararse para un largo día sin hacer nada más que leer, quizá podía llamar a Callie y hablar con ella.
Sienna frunció el ceño en ese momento al darse cuenta de que ni siquiera tenia manera de comunicarse con su mejor amiga, ¡No había tenido un celular en su mano durante semanas! Y ni siquiera había sentido que lo necesitaba hasta ahora…
Mientras tanto, Callie miraba su tarjeta de crédito, había gastado más de lo que había previsto, el hotel era carísimo y la comida, la buena comida también tenía su precio, aunque en el menú no incluyera carne a diario.
Callie suspiró.
“¿Cuánto tiempo más me llevará encontrarte Sienna? Llevo semanas aquí y ni siquiera he logrado conocer a un solo miembro importante en este país”, murmuró antes de ser interrumpida.
“¿Puedo saber a qué miembro importante del país tienes intención de conocer?”, Callie levantó la mirada para encontrarse con Farid, el dueño del auto que confundió con un servicio de taxi el día que llegó a los Emiratos Árabes.
“¿Me estás siguiendo?”, preguntó Callie luego de recuperarse de la impresión.
Farid sonrió y negó.
“Me gustaría decirte que si, pero estoy aquí por trabajo”, comentó.
“¿Quieres sentarte?”, ofreció Callie al verlo parado.
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