La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 161
Capítulo 161:
“Acepta el acuerdo que te he ofrecido y termina de irte de mi casa y de mi vida”, añadió con una crueldad que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones.
Anisa, con un movimiento brusco, se liberó del agarre de Jahir y, con una promesa que sonaba más a una maldición, aseguró que sería su esposa hasta que la muerte los separara. Giró sobre sus talones y salió de la habitación, dejando un rastro de tensión y amenazas no dichas.
Scarlett observó todo desde la distancia, consciente de que Anisa era una amenaza real.
“¿Estás bien?”, preguntó Jahir, su preocupación evidente mientras la llevaba a un sillón para confortarla.
“Lo estoy”, aseguró ella, aunque su mirada seguía fija en la puerta por donde Anisa había desaparecido.
“Es ella la que no está nada bien”, musitó, una observación que Kalila confirmó con seriedad.
“Nunca ha estado bien, su obsesión por Jahir no tiene límites. Tendremos que tener mucho cuidado, Anisa ya no tiene nada que perder y estoy segura de que mostrará todos sus colores”, advirtió Kalila. Jahir asintió, consciente de que las palabras de su madre eran una advertencia basada en hechos que él aún desconocía.
“Madre…”, comentó Jahir, pero Kalila lo interrumpió, insistiendo en que primero atendiera a Scarlett, quien debía estar exhausta del viaje y de las emociones del día.
“Hablaremos luego”, dijo, y Jahir, agradecido, besó la frente de su madre antes de llevar a Scarlett a la habitación que compartirían a partir de ese momento.
Una vez en la habitación, Scarlett no pudo evitar preguntar sobre la naturaleza de Anisa.
“¿Tan malvada es?”, preguntó, deteniéndose frente a las puertas dobles de madera.
Jahir asintió y, al abrir las puertas, dejó que Scarlett pasara primero.
Dentro de la lujosa habitación, Scarlett se enfrentó a la realidad del mundo en el que Jahir vivía, un mundo de lujo y complicaciones.
“Hablar de Anisa contigo me resulta incómodo, pero mamá tiene razón. No puedo dejarte en la ignorancia”, confesó Jahir, explicando la complejidad de su matrimonio con Anisa y los acuerdos comerciales que lo ataban a ella.
“Es una mujer venenosa y peligrosa”, admitió, revelando la dificultad de obtener el divorcio debido a las condiciones impuestas por su padre.
Scarlett, aunque tensa por la revelación, prometió tener cuidado y apoyar a Jahir en lo que fuera necesario.
Mientras tanto, Anisa, consumida por la furia, destrozaba su habitación, incapaz de nombrar las emociones que la asaltaban.
Se sentía traicionada y estaba decidida a que Scarlett no permaneciera mucho tiempo en el palacio.
Después de su arrebato, Anisa llamó a Aida, una de las empleadas, y le ordenó limpiar el desastre, amenazándola con consecuencias si alguien más se enteraba de lo sucedido.
Anisa ya planeaba su próximo encuentro con Scarlett, ansiosa por arruinar la felicidad que la nueva esposa de Jahir irradiaba.
Jahir, por su parte, buscaba respuestas sobre lo ocurrido entre su madre y Anisa.
“¿Qué quieres que te diga, hijo?”, preguntó Kalila, sentándose con elegancia en el sillón.
“Quiero saber lo que sucedió entre tú y Anisa”, insistió Jahir, necesitado de entender el conflicto para proteger a Scarlett y su futuro juntos. Kalila suspiró.
“Se atrevió a golpearme”, dijo Kalila con una serenidad que contrastaba con la gravedad de sus palabras.
El rostro de Jahir perdió todo color, su expresión se endureció hasta convertirse en una máscara de frialdad.
“¿Que se atrevió a qué…?”, su voz apenas fue un murmullo cargado de ira contenida.
“No te preocupes, hijo”, tranquilizó Kalila con firmeza.
“Me sé defender y le recordé quién soy yo en este palacio y quién es ella. Sin embargo, me preocupa que la llegada de Scarlett se convierta en el detonante de la bomba que ha sido Anisa todos estos años”.
Jahir, cuyo rostro se había tornado en un rictus de disgusto, gruñó ante la mención de Anisa, reconociendo la amenaza que representaba.
“Anisa está rebasando todos los límites, no puedo permitir que esto continúe. Scarlett y mi hijo no pueden correr riesgos”, expresó con decisión.
Kalila se levantó de su asiento, impulsada por una mezcla de sorpresa y preocupación al escuchar la mención de un hijo.
“¿Scarlett y quién…?”
“Mi hijo, mamá”, reveló Jahir con un brillo de determinación en los ojos.
“Scarlett lleva a mi primogénito en su v!entre y por él, te juro que voy a romper mi matrimonio con Anisa, así sea lo último que haga en esta vida”.
La revelación hizo que el corazón de Kalila latiera con fuerza, no solo por la emoción de saberse futura abuela sino también por la preocupación ante las consecuencias que esto podría acarrear.
“No podemos permitir que Anisa se entere del embarazo ahora”, advirtió Kalila con urgencia.
Jahir estuvo de acuerdo, no había prisa en informar a Anisa sobre algo que no le concernía. Su prioridad era terminar con el contrato matrimonial que su padre había arreglado con Mohamed, aunque para ello tuviera que ofrecer una suma millonaria.
Kalila, sin embargo, no estaba segura de que una recompensa monetaria fuera suficiente para romper el acuerdo matrimonial, dada la suma que Anisa le aportaba mensualmente a Mohamed.
Jahir, frustrado pero decidido, estaba dispuesto a ofrecerle incluso un pozo petrolero con tal de liberarse de Anisa y poder estar con Scarlett, la única mujer a quien amaba y con la que deseaba pasar el resto de su vida.
Mientras tanto, Anisa, oculta en las sombras, escuchaba la conversación con un gruñido de rabia.
“Sigue soñando, Jahir. Porque si no eres mío, tampoco serás de nadie”.
Estaba decidida a convencer a su padre de no aceptar la oferta de Jahir y, en su lugar, hacer un nuevo contrato que le asegurara la fortuna de la familia Ahmad para todas sus generaciones.
Los días siguientes transcurrieron en una calma tensa en el palacio Qasr.
Anisa había decidido pausar sus acciones contra Scarlett por el momento, tras escuchar la conversación entre Jahir y Kalila.
Tenía un nuevo plan en mente y estaba decidida a ganar.
Durante una pausa en la sala, Anisa no pudo evitar lanzar una provocación a su suegra y Scarlett, quienes tomaban un té juntas.
“Sueña con eso querida, estoy tomándome un respiro. El aire apesta a z%rras”, espetó Anisa, dejando en el aire la amenaza implícita con una mirada fría dirigida a Scarlett.
Scarlett, sin dejarse intimidar, replicó con una respuesta que hizo que Anisa apretara los puños en una mezcla de ira y frustración. Pero Kalila intervino, instando a Anisa a marcharse si eso era lo que pretendía hacer.
Anisa, con una última advertencia dirigida a Scarlett, se retiró, dejando atrás la tensión que su presencia siempre generaba.
Kalila desaconsejó a Scarlett responder, sugiriendo que lo mejor era dejar que Anisa se marchara.
Scarlett, aunque preocupada por los posibles planes de Anisa, trató de tranquilizarse.
Kalila aseguró que por el momento, la única persona en quien debía confiar era en Nadra, su criada personal, y en ella misma.
Scarlett asintió y decidió seguir el consejo de Kalila, manteniendo la cautela y la precaución.
Esa tarde, Jahir llegó del trabajo y se llevó a Scarlett a disfrutar de la ciudad y del desierto en un día lleno de actividades.
Mientras tanto, esperaba ansiosamente una respuesta de Mohamed respecto al contrato matrimonial, respuesta que aún no llegaba.
Al final del día, camino de regreso al palacio, Scarlett notó el cansancio en Jahir.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar