La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 157
Capítulo 157:
Jahir se inclinó hacia Scarlett, pero fue ella quien cerró la distancia entre ellos con un beso apasionado, marcando el comienzo de su vida juntos.
Nuevo York…
Los aplausos de los pocos invitados y de la familia llenaron el ambiente, celebrando el vínculo recién formado entre Scarlett y Jahir.
La joven, con las mejillas sonrojadas no de vergüenza sino por la oleada de placer que sintió al contacto de Jahir, sabía que lo que más deseaba era estar a solas con él.
Sin embargo, tendría que esperar, ya que Sienna y Nayla habían organizado una ‘pequeña fiesta’ para festejar la ocasión.
Sienna, con lágrimas en los ojos, observaba a su hermana menor, ahora convertida en una mujer que no solo se casaba sino que también empezaba a formar su propia familia.
La emoción de ver a Scarlett tan feliz se mezclaba con la ansiedad por los cambios que vendrían una vez que regresaran a Dubái y luego se mudaran a Abu Dabi con Jahir.
Hassan, al notar la conmoción de Sienna, se acercó para consolarla.
“¿Estás bien, amor?” preguntó con ternura.
“Sí… solo que es mi hermanita”, respondió Sienna, encontrando consuelo en el pecho de su esposo mientras esperaban para felicitar a los recién casados.
La celebración continuó con comida, bebida y buena música, y todos disfrutaron de la fiesta hasta que llegó el momento de lanzar el ramo.
Sienna, con un empujoncito, animó a Nayla a unirse al grupo de solteras.
“Ve”, le susurró, y Nayla, aunque era la primera vez que participaba en una tradición como esta, decidió intentarlo.
“¡¿Están listas?!” exclamó Scarlett, sacando a Nayla de sus pensamientos.
“¡Sí! ¡Sí!” respondieron las chicas, y Nayla se unió al grito con entusiasmo, bajo la mirada atenta de Ahmed.
Hassan, bromeando con su hermano, comentó que los días de soltería de Ahmed estaban contados.
Ahmed, sin preocuparse, respondió que estaba listo para seguir los pasos de su hermano, quien ya tenía una familia.
La conversación se tornó seria cuando Ahmed expresó su preocupación por la aprobación de su padre sobre su relación con Nayla.
Hassan, con palabras de aliento, aseguró a Ahmed que su amor era evidente y que su padre no se opondría a su unión.
La alegría de Nayla al atrapar el ramo confirmó las palabras de Hassan, y cuando llegó el momento de lanzar la liga, Ahmed no dudó en participar, capturando la prenda y sellando su destino con Nayla.
“¡La atrapó!” gritó Nayla emocionada, mientras Sienna asentía, feliz de ver a su amiga disfrutando de la cultura occidental, que se sentía tan diferente de la suya, con sus restricciones y reglas.
Sienna le recordó a Nayla el vestido que habían comprado recientemente, y Nayla le miró con complicidad, agradecida por la ayuda que Sienna le había brindado tras los eventos del pasado.
“El pasado es el pasado, Nayla, no debemos recordarlo si no nos aportará nada”, expresó Sienna con un abrazo reconfortante.
Nayla, animada por Sienna, se acercó a Ahmed. La timidez en su toque reflejaba la novedad de la libertad que sentía al poder tocar a su futuro esposo en público.
“¿Bailamos?” preguntó con valentía.
Los ojos de Ahmed brillaron con una promesa que envió un escalofrío a través de Nayla, y cuando la llevó a la pista de baile, susurró cerca de su oído,
“Atrapaste el ramo”.
“Y tú la liga”, respondió ella, su mejilla contra la suya, al ritmo de la música que invitaba a algo más que solo a bailar.
Ahmed le prometió que hablaría con sus padres tan pronto como pusiera un pie en Dubái, y Nayla le declaró su amor, sellándolo con un beso bajo la tenue luz de la pista de baile, sin importar las antiguas creencias, con ramo o sin él, con liga o sin ella, ellos se casarían.
Mientras tanto, los novios, Scarlett y Jahir, disfrutaban de su fiesta, bailando y bebiendo jugo de uva sin alcohol, dada la decisión de Scarlett de no probar alcohol. Aunque cansados, no querían que la noche terminara, pero eventualmente, se despidieron para dirigirse a su noche de bodas, sabiendo que al día siguiente se reunirían de nuevo para partir hacia Dubái.
El viaje al hotel estuvo lleno de tensión y anticipación, y tan pronto como salieron del auto, Jahir llevó a Scarlett consigo al elevador.
“¿Confías en mí?” preguntó Jahir, mientras luchaban por acomodar el vestido de novia.
“Con los ojos cerrados”, respondió ella, y en ese espacio confinado compartieron un beso lleno de pasión y necesidad.
La petición de Jahir de que se girara y cerrara los ojos evocó en Scarlett recuerdos de su secuestro, pero luchó contra sus miedos y se relajó al sentir que estaba segura al lado de Jahir.
Él le susurró palabras tranquilizadoras, besó y mordió su oreja, arrancando suspiros y logrando que se rindiera completamente a la sensación de estar con él.
El sonido del elevador al detenerse interrumpió su momento de intimidad, pero Jahir manejó la situación con facilidad, ayudando a Scarlett a salir del estrecho espacio y llevándola al centro de la sala en el ático.
La música árabe de fondo complementaba el ambiente mientras el olor a incienso se mezclaba con el calor, creando una atmósfera casi mística.
“¿Jahir?”, llamó Scarlett, su voz mezcla de pregunta y anhelo.
“Ahora estoy contigo”, le aseguró él, su voz ronca.
Scarlett, con un nudo en la garganta, esperó pacientemente a que él regresara.
Estaba tentada a quitarse el pañuelo, pero algo la hizo esperar, anticipando la sorpresa que su esposo le había preparado.
Cuando finalmente la música aumentó su volumen y el pañuelo fue retirado de su rostro, Scarlett abrió los ojos a una decoración de ensueño.
El ático estaba adornado con rosas y arreglos florales, creando un sendero romántico que culminaba en un oasis de velas aromáticas.
“¿Te gusta?”, preguntó Jahir, su voz profunda y cargada de emoción.
“Me encanta”, respondió ella, girándose para enfrentarlo y quedando sin aliento al verlo. Jahir, con poca ropa, mostraba su torso bien formado, sus movimientos al compás de la música eran suaves pero cargados de erotismo.
El baile de Jahir no era solo un deleite visual; mientras danzaba para Scarlett, aprovechó para desvestirla con sus propias manos, cada movimiento cargado de promesas tácitas.
El vestido de novia cayó al suelo, pero no fue el frío lo que hizo temblar a Scarlett, sino las caricias de Jahir que parecían dibujar fuego sobre su piel.
Sus labios recorrieron los hombros desnudos de Scarlett mientras sus manos la sujetaban firmemente, moviéndola al ritmo de la música.
Scarlett se entregó por completo al baile, a las manos y a los labios de Jahir, que la marcaban con cada toque.
La pasión que crecía entre ellos era palpable; cada beso avivaba el deseo ardiente que compartían.
Scarlett, impulsada por la urgencia del momento, giró y capturó la boca de Jahir en un beso hambriento y lleno de necesidad.
Jahir respondió con igual fervor, su cuerpo respondiendo con una intensidad que no podía ser contenida.
Con un g$mido, Scarlett invitó a Jahir a explorar más profundamente, y él no lo dudó, llevándola al borde de la cama y preparándose para consumar su unión.
“Scarlett”, susurró Jahir, su voz temblorosa por la anticipación.
La pasión estalló entre ellos, un torbellino de deseo que los sumergió en un placer exquisito.
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