La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 155
Capítulo 155:
Scarlett, preocupada porque Jahir no se había comunicado en todo el día, accedió con resignación a la salida.
Mientras se dirigía a su habitación, Scarlett encontró una caja sobre su cama.
Dentro, un vestido esmeralda y un juego de joyas la esperaban con una nota de Jahir que decía:
“Espero que sea de tu medida, disfruta de esta noche. Jahir”
El corazón de Scarlett latió con fuerza.
Jahir estaba al tanto de la salida y preparó algo especial para ella. Se animó al sentir que no estaba tan abandonada como creía.
Una hora después, Scarlett estaba lista para la noche de chicas, aunque sentía que su atuendo era demasiado elegante para la ocasión.
Sienna y Nayla, también vestidas para la ocasión, la tranquilizaron y la instaron a disfrutar del momento.
Cuando llegaron al estacionamiento del hotel, una limusina las esperaba.
“¿Limusina?”
Cuestionó Scarlett, sospechando que algo se tramaba.
Sienna aseguró que la idea era de Ahmed y que solo buscaban que Scarlett tuviera una gran noche antes de su regreso a Dubái.
Finalmente, Scarlett decidió dejarse llevar y disfrutar de la noche sin más preguntas.
Al salir de la limusina, Sienna cubrió los ojos de Scarlett con las manos.
“Sera solo un breve momento, cariño, confía en mí”, dijo Sienna. Scarlett, decidiendo confiar plenamente en su hermana, siguió sin ver, dejándose guiar por ella hacia una sorpresa que aún no podía imaginar.
“¿Estás lista?” preguntó Sienna junto al oído de Scarlett, quien no podía disimular su nerviosismo. La incertidumbre sobre lo que su hermana y Nayla habían planeado era grande, pero de pronto el aroma familiar de la colonia de Jahir la tranquilizó.
Su corazón latía con fuerza mientras Sienna le retiraba la venda de los ojos, y ante ella se revelaba una escena que nunca olvidaría:
Jahir estaba arrodillado en el jardín del restaurante bajo una luna llena impresionante, con un letrero detrás de él que decía:
[Cásate conmigo]
Sienna y Nayla sonreían a Scarlett, animándola a acercarse. Scarlett, con lágrimas en los ojos, se acercó a Jahir, que sostenía el anillo faltante del conjunto de joyas que le había enviado.
Jahir le declaró su amor y le pidió que se casara con él.
“Sí, acepto”, respondió ella, y en ese momento, los fuegos artificiales iluminaron el cielo al son de: ‘Cásate conmigo’.
Mientras tanto, en Abu Dabi, Anisa caminaba agitada, enfrentándose a Kalila.
Estaba furiosa porque Jahir estaba lejos, no tanto por sus responsabilidades como por no poder tenerlo cerca y asegurar su posición a través de un heredero.
Kalila le advirtió que no permitiría que lastimara a su hijo y, tras un intercambio de golpes, le hizo saber a Anisa que no toleraría ninguna agresión.
Anisa, frustrada y adolorida, juró vengarse de Kalila y aseguró que haría lo necesario para traer a Jahir de vuelta y cumplir con el acuerdo firmado.
En su tocador, tenía un frasco que podría usar para atraer a Jahir, sin saber que el verdadero heredero ya estaba creciendo en el v!entre de otra mujer, una amenaza mayor de lo que ella podía imaginar.
Nueva York…
Scarlett no podía creer que Sienna y Nayla hubiesen mantenido en secreto los planes de Jahir.
“No puedo creer que guardaran el secreto”, expresó admirada al ver a Jahir conversar con Hassan después de su increíble propuesta de matrimonio.
Su felicidad era tan grande que sentía poder con todo. Nayla, interviniendo, le confesó que no había sido fácil mantener la sorpresa.
“Las dos fingieron muy bien, sin embargo, les agradezco que lo hicieran. Ha sido uno de los momentos más hermosos de mi vida”, suspiró Scarlett.
Sienna reveló que, aunque ellos habían ayudado, cada detalle había sido ideado por Jahir. Hassan, uniéndose a la conversación, le aseguró a Scarlett que lo que ella había hecho por ellos era mucho más significativo, recordando cómo había cuidado de Nayla en momentos difíciles. Scarlett se sintió honrada por el aprecio de estos hombres tan importantes.
Sienna, impulsiva y con ganas de celebrar, instó a todos a bailar.
“Basta de charla, hay que disfrutar del momento”, dijo mientras se levantaba y tomaba la mano de Hassan, a quien le susurró una coqueta invitación para bailar.
Las parejas se dirigieron a la pista al son de ritmos latinos.
Nayla, preocupada por su habilidad para bailar, recibió el aliento de Ahmed.
La conversación entre ellos se tornó íntima y Nayla aprovechó para preguntar si podrían volver a Dubái juntos.
Ahmed le aseguró que nada los separaría y prometió una boda hermosa al regresar.
Los besos y las caricias no se hicieron esperar entre las parejas.
Nayla y Ahmed se unieron en un beso que sellaba su amor, al igual que Sienna y Hassan, y Jahir y Scarlett. La noche se iluminó con otro espectáculo de fuegos artificiales.
Los días que siguieron estuvieron llenos de ajetreo. Jahir y Scarlett habían decidido casarse por lo civil antes de regresar a Abu Dabi.
Aunque Sienna tenía sus dudas, sabía que debía apoyar la decisión de su hermana.
“Todo lo de ustedes ha sido un plan con maña”, bromeó Scarlett al probarse el vestido de novia que Sienna había mandado hacer, el mismo que había admirado en la revista.
Sienna defendió que no imaginaban que la boda sería tan pronto.
Scarlett, con humor, sugirió que su boda también apresuraba el regreso de Sienna con Hassan.
“Entonces, ¿Te casas por nosotros?”, preguntó Sienna.
“No, me caso porque quiero, pero también apresuro tu regreso”, contestó Scarlett entre risas.
“Soy tu hermana, algo tuve que aprender de ti”, replicó Scarlett cuando Sienna pretendió regañarla, dejando claro el fuerte lazo que compartían.
Nayla observaba la calidez entre las hermanas Mackenzie y no pudo evitar sentir un poco de envidia por esa conexión que ellas compartían.
“¿Qué opinas, Nayla?” Sienna la sacó de su ensimismamiento con la pregunta.
“Se ve hermosa”, respondió Nayla, refiriéndose a Scarlett, cuyo v!entre comenzaba a mostrar la nueva vida que crecía dentro de ella.
Nayla tocó su propio v!entre, soñando con el día en que ella y Ahmed pudieran experimentar la misma bendición.
La posibilidad de crear vida con él era un pensamiento que la llenaba de un calor interno y la hacía ruborizar.
Scarlett, notando el cambio en la expresión de Nayla, bromeó al preguntarle qué la hacía sonrojar tanto.
A pesar de su intento por ocultarlo, Nayla solo pudo responder débilmente que no era nada.
Sienna intervino, pidiendo a Scarlett que dejara de molestar a Nayla, sugiriendo que también deberían buscar un vestido para ella, ya que sería la siguiente en casarse.
A pesar de la negativa inicial de Nayla, era difícil decirle que no a las Mackenzie, y al final del día, tanto Scarlett como Nayla salieron con un hermoso vestido, cada una ansiosa por el momento en que podrían lucirlo ante sus esposos.
Mientras tanto, en un lugar completamente distinto, Fiona y Margaret sufrían en la oscuridad de una celda de prisión, deseando la muerte o la libertad.
Su vida se había convertido en un infierno desde su llegada, y Jahir Ahmad Rafiq había cumplido su promesa; lo peor es que su tormento apenas comenzaba.
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