La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 147
Capítulo 147:
Abdel expresó su deseo de que la felicidad reinara en el palacio y que los días tristes fueran solo un mal recuerdo.
Azahara, emocionada por la intensidad de Abdel, esperaba que esos días felices los encontraran juntos.
En Nueva York, Scarlett intentaba concentrarse en sus clases, pero el dolor en su corazón se lo impedía.
Margaret intentó llamar su atención sin éxito, y el profesor, molesto por su falta de atención, le pidió que abandonara el aula.
Scarlett salió sin protestar y se sentó afuera de la cafetería, su estómago gruñendo por el aroma de la comida, pero incapaz de comer.
Scarlett se encontraba sumida en sus pensamientos cuando la voz de Jahir la sacó de ellos.
Él estaba frente a ella, sosteniendo un ramo de rosas en sus manos.
“Lo siento” murmuró.
Scarlett luchó contra las lágrimas que amenazaban con caer.
“No deberías estar aquí” musitó Scarlett, sin mostrar interés en las rosas que Jahir le ofrecía.
“Lo sé muy bien, sin embargo, no puedo estar lejos de ti, Scarlett. No quiero” dijo Jahir, su voz cargada de desesperación.
Scarlett se levantó con la intención de marcharse, pero Jahir la tomó del brazo.
El contacto con su piel la hizo estremecer.
“Déjame ir” pidió ella, su voz apenas un susurro.
“Lo siento, Scarlett. Por favor, perdóname” suplicó Jahir, su voz cargada de arrepentimiento.
Scarlett se giró para enfrentarlo y notó el cansancio en su rostro. Había ojeras bajo sus ojos, su rostro lucía pálido y su semblante era de tristeza absoluta.
“No puedo, Jahir, no puedo olvidar que eres un hombre casado. Consumado o no tu matrimonio, le perteneces a otra mujer” dijo Scarlett, el dolor renaciendo en su corazón.
“¡Solo a ti te amo!” gritó Jahir, desesperado.
Scarlett sollozó.
“No sé qué vaya a suceder más adelante, Jahir. Por ahora, te pido, te suplico que me des tiempo, necesito alejarme para poder pensar en lo que haré. Tu presencia solo me recuerda tu traición” dijo Scarlett, su voz apenas audible.
Jahir se alejó dos pasos de Scarlett al escucharla.
“Lo siento” musitó, su voz llena de remordimiento. Scarlett no respondió, simplemente se alejó, temerosa de no ser lo suficientemente fuerte para resistir a Jahir.
Jahir, por su parte, se dirigió al hotel, pidió unas cuantas botellas de alcohol para intentar olvidar su pena.
Sin embargo, todo lo que consiguió fue sentirse peor de lo que ya se sentía.
El alcohol no calmó su dolor, sino que lo triplicó, y lloró como si fuera un niño, como un hombre que sufre una lenta agonía.
Los siguientes días fueron grises para la pareja que sufría la separación.
Jahir enviaba flores a Scarlett cada mañana, las cuales ella rechazó en las dos primeras ocasiones. Sin embargo, cuando ya esperaba volver a ser rechazado una tercera vez, no sucedió.
El corazón de Jahir latió con esperanza y se atrevió a enviarle un par de mensajes a Scarlett, mensajes que fueron vistos, pero que no obtuvieron respuesta.
Scarlett acarició los pétalos que se les habían caído a las rosas, la suavidad de un pétalo le hizo comprender su fragilidad y de un momento a otro, pensó en la vida.
Lo difícil que era y lo corta y frágil que podía ser.
“¿Qué puedo hacer?” preguntó en un bajo murmullo, mientras bebía un nuevo sorbo de vino. Sin embargo, sabía que ni todo el vino del mundo iba a lograr que su herida dejara de sangrar y cerrara.
Para Scarlett, pensar en Jahir ahora, era pensar en las esposas que había tenido, en las que había dejado y en la que le quedaba.
Anisa, solo el nombre le causaba escalofrío.
Un ligero carraspeo de Nayla le hizo girar en su dirección, la muchacha la vigilaba muy de cerca, como si temiese que Scarlett fuera a cometer una tontería.
Scarlett sonrió, ella estaba herida, pero no al grado de atentar contra su propia vida, el vino solo iba a dejarle una jaqueca, nada más.
“¿Cómo pueden soportarlo?” preguntó Scarlett en tono ausente, necesitaba separar sus emociones de sus sentimientos y tratar de encontrar el punto de equilibrio.
Nayla le explicó que en su cultura, el hombre puede llegar a tener incluso hasta siete mujeres. Scarlett tosió ante la revelación.
“¿Siete mujeres?” preguntó, sorprendida.
“Sí, es muy raro el hombre que de verdad desee una sola mujer, como Abdel, Hassan y Farid, no sé si Ahmed sea parte de esos hombres o si en el futuro vaya a gustarle una mujer más joven y quiera casarse” explicó Nayla.
Scarlett preguntó si Nayla permitiría que Jahir se casara con otra mujer.
Nayla respondió que no tendría muchas opciones, pero que su mente estaba preparada para la aceptación, aunque su corazón sufriera.
Scarlett entendió que, aunque su cultura era muy distinta, al enamorarse de un árabe, debía haber imaginado lo que podría venir.
Scarlett decidió que necesitaba hablar con Sienna antes de tomar una decisión.
Nayla le recordó que Sienna no viviría su vida, pero Scarlett insistió en que Sienna podría ayudarla a ver las cosas desde otra perspectiva.
Nayla asintió y le aconsejó descansar, su cabeza estaba llena de pensamientos y el vino no la ayudaría a tomar una buena decisión.
Scarlett se quedó sola, leyendo los mensajes que Jahir le había enviado días atrás y que deliberadamente había ignorado.
Las palabras de Jahir resonaban en su cabeza:
“Sé que cometí un error y sé también que te fallé, solo me queda pedirte perdón y confiar en nuestro amor”.
Las lágrimas corrieron por las mejillas de Scarlett mientras continuaba leyendo los mensajes que diariamente entraban a su móvil, al igual que recibía los ramos de rosas todos los días con un:
[perdóname]
Escrito en la tarjeta.
Scarlett se levantó y se recargó contra el barandal que la separaba del abismo, cerró los ojos y dejó que el viento refrescara su rostro y aclarara su cerebro embotado por el vino.
Estuvo así, por unos breves segundos, mientras su móvil vibraba.
Ella no pudo resistir y abrió el mensaje con prisa.
“Prefiero perderlo todo antes que perderte a ti, porque sin ti ya estoy perdido. Nada tiene sentido sin ti, Scarlett. Porque mi vida eres tú…”
Un g$mido escapó de los labios de Scarlett al momento de leer el mensaje, el cual leyó, releyó un par de veces antes de llevarse el móvil a su pecho.
“¿Por qué tiene que ser tan difícil? ¿Por qué tiene que doler tanto aceptar la realidad?” musitó Scarlett, mientras Jahir observaba la ciudad desde lejos, su corazón latiendo con cada mensaje leído pero no respondido por Scarlett.
Jahir se prometió a sí mismo demostrarle con hechos que ella era la única mujer que amaba y a quien amaría por el resto de su vida, así no lo perdonara.
Para la hora del almuerzo, Jahir regresó a la universidad, su mirada se perdía en la distancia mientras observaba a Scarlett, quien no había dejado las instalaciones en todo el día.
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