Capítulo 148:

Desde su posición alejada, la vio sentada en una de las mesas de la cafetería, conversando con su amiga y compañera de salón.

La contempló en silencio, esperando hasta que fue hora de salir para escoltarla discretamente a casa. Solo después de cumplir con su autoimpuesta tarea, se permitió regresar a su ático, donde el dolor y la soledad lo consumían.

Una semana más tarde, Jahir, con la firme decisión de arrodillarse ante Scarlett y toda la universidad para pedirle perdón, vio sus planes interrumpidos por una llamada inesperada.

“Tienes que volver, Jahir, es urgente” la voz de su madre, Kalila, rota por el llanto, resonó en su oído.

“Es tu padre, Jahir, tu padre ha muerto. Te necesito aquí” le informó. Jahir se quedó sin palabras, su mente abrumada por la noticia y el pensamiento de tener que dejar a Scarlett sola.

Mientras tanto, en Nueva York, el Emir intentaba desesperadamente comunicarse con Scarlett, pero sus llamadas quedaban sin respuesta.

Decidió entonces enviarle mensajes explicando su repentina partida.

Escribió y borró varias veces, luchando por encontrar las palabras adecuadas, hasta que finalmente pudo enviar algo que consideró decente.

Revisó su móvil una y otra vez, esperando alguna señal de que Scarlett había leído su mensaje, pero nada cambiaba.

Jahir sabía que no podía demorarse más; no iba a Abu Dabi por su padre, sino por su madre, quien amaba a su esposo y estaba sufriendo por su pérdida.

Con el corazón pesado, entregó una nota a la recepcionista con instrucciones y se dirigió al aeropuerto.

Era medianoche cuando su avión despegó, dejando atrás la ciudad que lo había unido a Scarlett.

Scarlett, por su parte, se sintió desconcertada al no recibir ningún mensaje de Jahir ese día. Al revisar su móvil, descubrió que se había quedado sin batería.

“Será mejor que nos marchemos a casa”

Sugirió Margaret, su voz elevándose por encima de la música.

Aceptando la invitación de Margaret solo porque era su cumpleaños, y después de haber bebido unas copas, Scarlett se sentía mareada y anhelaba ver a Jahir.

“¿Me llevarás a casa o al hotel?” preguntó con un suspiro.

“A casa, Scarlett, a casa”

Aseguró Margaret.

Nayla y Margaret la ayudaron a salir de la discoteca y la llevaron a casa, donde los recuerdos de Jahir llenaban su mente, manteniendo viva la llama de su amor.

De camino a casa, un hombre se les acercó ofreciendo ayuda, pero Margaret, con el ceño fruncido, rechazó su ofrecimiento.

“No gracias, podemos solas” dijo con firmeza.

El hombre insistió, pero al ver la camioneta rodeada de cuatro hombres, se alejó gruñendo.

“Imbécil” murmuró Margaret.

Nayla preguntó si realmente venían con guardaespaldas, a lo que Margaret negó, pero aseguró que el hombre no tenía buenas intenciones.

Una vez en casa, Margaret se despidió de Scarlett, dejándola en el cuidado de Nayla.

“Cuídala, su corazón está herido” le pidió.

Nayla asintió, prometiendo hacerlo y cerró la puerta tras ella. Respiró hondo, lamentando haberle pedido a Jahir que dijera la verdad, ya que Scarlett parecía empeorar cada día.

Se prometió hacer todo lo posible por reunirlos, ahora que Scarlett conocía la verdad.

Al día siguiente, Nayla fue al hotel en busca de Jahir, pero no encontró respuestas claras. Pasó casi todo el día en el lobby, esperando en vano.

“¿Es usted quien espera al señor Jahir?” preguntó una joven al final de la tarde.

“Sí, ¿ya se encuentra?” respondió Nayla, esperanzada.

“No, lamento informarle que el señor Ahmad ya no se encuentra en el país, ayer tomó un vuelo de medianoche y volvió a su tierra” le informó la joven.

Nayla se quedó con la incertidumbre y la preocupación, preguntándose cómo afectaría esta repentina partida a la ya complicada relación entre Scarlett y Jahir.

Nayla se quedó atónita al escuchar a la recepcionista.

¿Cómo que Jahir se había marchado tan fácilmente, renunciando al amor de Scarlett?

“¿Solo se marchó?” preguntó, incrédula.

“Sí, dejó una nota para la señorita Scarlett Mackenzie, pero ella no ha venido” explicó la recepcionista.

El corazón de Nayla se llenó de esperanza y se ofreció a llevarle la nota a Scarlett, ya que vivían juntas, pero la recepcionista se negó, diciendo que solo podía entregársela personalmente.

Mientras tanto, Scarlett revolvía frenéticamente el departamento en busca de su móvil, desesperada.

“¿Dónde está?” se preguntaba, llevaba horas buscándolo sin éxito. Nayla llegó y se encontró con el caos.

“No encuentro mi móvil” confesó Scarlett. Nayla sugirió que quizás lo había dejado en el auto de Margaret o en la discoteca.

Scarlett expresó su deseo de haber conocido a Jahir antes de sus matrimonios y admitió estar enamorada, convencida de que su amor podría superar cualquier obstáculo.

Nayla decidió que debía decirle la verdad sobre la partida de Jahir, pero Scarlett se levantó rápidamente, anunciando que iría al hotel a buscarlo.

En Abu Dabi, durante el velatorio de Amin, Jahir se enfrentó a una tensa conversación con Anisa. Ella exigió un hijo para cumplir el contrato matrimonial, pero Jahir la rechazó con desdén.

Scarlett llegó al hotel con la intención de enfrentar a Jahir.

Pero al acercarse a la recepcionista, se encontró con una actitud despectiva y la negativa de que Jahir quisiera verla.

Ante la arrogancia de la recepcionista, Scarlett exigió ver a Jahir, afirmando ser su novia, lo que solo provocó la burla de la mujer y la llamada a los guardias.

“Disculpe, señorita, debería retirarse” dijo el hombre con amabilidad, pero Scarlett, con un gruñido en respuesta, se negó a moverse.

La situación en el lobby del hotel se había vuelto un espectáculo, con huéspedes deteniéndose a observar la escena.

La recepcionista intentaba calmar los ánimos, asegurando que todo se resolvería en breve.

La llegada de una mujer morena y alta cambió el curso de los acontecimientos.

“¿Qué sucede?” preguntó, y al darse cuenta de quién era Scarlett, su expresión cambió a una de sorpresa y reprobación hacia su compañera de trabajo.

“¡Dios! ¡Señorita Mackenzie!” exclamó, reconociendo a Scarlett y reprendiendo a la recepcionista con la mirada.

Scarlett, aunque desaliñada y lejos de su habitual elegancia, insistió en ver a su novio.

La recepcionista, a punto de replicar, fue silenciada por la mirada seria de la mujer morena, Lucila.

“Lamento informarle que el señor Ahmad no se encuentra en el hotel, se marchó del país” reveló Lucila.

Un espasmo recorrió el cuerpo de Scarlett, y sintió como si una daga le atravesara el corazón.

“¿Qué?” exclamó, incrédula. Lucila, con prontitud, le informó que Jahir había dejado una nota para ella y le pidió que tomara asiento mientras la buscaba.

Scarlett, abrumada por la noticia y con las piernas temblando, se sentó.

La idea de que Jahir se había ido sin previo aviso la golpeó con fuerza. Lucila le entregó la nota, y Scarlett la miró como si fuera a saltar y morderla. Con un nudo en la garganta, tomó la nota y leyó las palabras de Jahir.

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