Capítulo 146:

Jahir miró hacia el techo, intentando acercarse a ella, pero Scarlett se apartó.

“¡Dime, Jahir! ¡Dime en qué y cómo me has mentido!” exigió.

“Conoces nuestras leyes y costumbres, Scarlett. Un hombre como yo, a mi edad y con una gran responsabilidad, no es libre” dijo Jahir, su voz quebrada.

“¿Eres un hombre casado?” preguntó Scarlett, su voz apenas audible.

“Sí…”

Admitió Jahir, y en ese momento, el corazón de Scarlett se rompió en mil pedazos.

Un silencio sepulcral llenó la sala.

Scarlett estaba paralizada por el dolor, temiendo que incluso respirar intensificaría su sufrimiento.

“¿Por qué me has engañado?” preguntó, su voz perdida en la vastedad del ático.

“Me enamoré de ti”

Fue la simple respuesta de Jahir, una confesión que no aliviaba el peso de la traición.

“El amor no miente, Jahir” susurró Scarlett entre lágrimas.

“Sé que no tengo derecho a pedirte nada. Mis acciones me presentan ante ti como un mal hombre” dijo Jahir, su voz cargada de remordimiento.

“¡Me enamoraste siendo un hombre casado! Omitiste la verdad por conveniencia. ¿Cómo esperas que te crea?” gritó Scarlett, su corazón desgarrado por la revelación.

“Lo siento, Scarlett. No debí acercarme a ti, pero me enamoré desde la primera vez que te vi” dijo Jahir, su confesión sincera pero tardía.

Scarlett lo miró con enojo.

“¡Eres un descarado! ¡Dices que me amas, pero estás casado!”

“¡Sí, estoy casado, pero no por deseo propio! Nunca he tocado a ninguna de ellas. Te lo juro por mi vida y por mi amor hacia ti. Me casé porque no tuve alternativas” explicó Jahir, dándole la espalda para no ver el dolor que había causado.

“Sé que nuestras culturas son muy distintas, pero la verdad no tiene discusión. Decidiste mentirme” dijo Scarlett, su voz firme a pesar del dolor.

“¡No quería perderte!” susurró Jahir, su confesión final ahogada por la amarga carcajada de Scarlett.

“Eso quiere decir que no pensabas decirme la verdad, ¿Querías vivir una doble vida?” preguntó Scarlett con una calma que presagiaba peligro.

“Ya sé, querías tener una amante occidental, con quien no tuvieses que casarte, pero a quién podías tener a tus pies y en tu cama cuando quisieras”.

“¡Basta, Scarlett!” gritó Jahir, negando con vehemencia.

“Eso no es así”

“¿No? Entonces dime, ¿Cuándo decidiste contarme la verdad? ¿Cuando supiste que era la hermana de Sienna Rafig o cuando te encontraste con Nayla Najdi?” cuestionó ella, su tono sereno pero cargado de acusación.

“Escúchame, Scarlett, y de allí condéname” dijo Jahir, su desesperación era palpable.

“Ni siquiera sé si vale la pena seguir delante de ti, no eres el hombre que creí. Hay una brecha entre los dos que nos separa y que es insalvable”

Jahir, movido por el miedo a perderla, la tomó de la cintura y la atrajo hacia sí.

“Te amo, te amo” repetía, intentando convertir sus palabras en un mantra que pudiera cambiar la realidad de su mentira.

“No te creo” susurró Scarlett, liberándose de sus brazos y apartándose de él.

“Tenía miedo de esto, de esto que precisamente está sucediendo ahora”

“Aun así, decidiste mentirme” replicó ella, su voz firme a pesar del dolor que sentía.

“No he amado a ninguna de mis esposas, ¡Ni siquiera he consumado el matrimonio!” exclamó Jahir en un momento de desesperación.

Desveló su primera boda con Dalila, una unión para salvarla de un matrimonio no deseado, y cómo se divorció tras admitir su amor por otra mujer.

Relató cómo su tercera esposa fue repudiada por los actos de su padre, y cómo Anisa fue una esposa impuesta por el suyo, sin Jahir tener voz en el asunto.

“Podías haber dicho no” dijo Scarlett, pero Jahir le explicó que renunciar a ese deber no era una opción para un hombre en su posición, que su sacrificio había sido necesario para salvar a Dalila y que no había mujeres dispuestas a hacer lo mismo por un hombre.

“Acudí a Dubái para salvar a Nayla, nadie lo habría hecho por mí, Scarlett” dijo Jahir, lágrimas llenando sus ojos.

“Lo siento, Jahir. Ahora mismo no soy capaz de hilar un solo buen pensamiento. Mi corazón sangra de dolor por tus mentiras” expresó Scarlett, tomando su bolso y alejándose más de Jahir.

Necesitaba tiempo para procesar, para encontrar alguna razón para seguir con él, expresó con brutal sinceridad.

“¡No te vayas!” gritó Jahir, pero era demasiado tarde. Scarlett ya estaba cerrando las puertas del ascensor.

Scarlett caminó sin rumbo por las calles, desolada y traicionada, su llanto no menguaba mientras la oscuridad caía sobre ella.

Se sentó en la banqueta de un parque, perdida en recuerdos dolorosos de los días felices con Jahir, pensando que había encontrado al hombre perfecto.

Al volver al apartamento de Callie, encontró a una Nayla desesperada y se dejó abrazar por un momento antes de separarse.

“Lo siento, Scarlett” murmuró Nayla, sintiéndose culpable por haber presionado a Jahir a decir la verdad.

“No es tu culpa, Nayla. Fue Jahir quien decidió mentirme” dijo Scarlett, alejándose.

Aun así, Nayla se sentía doblemente culpable, consciente de que su insistencia había precipitado el dolor de su amiga.

Scarlett desestimó cualquier intento de Nayla de disculparse y se retiró a su habitación para llorar por su pena y su dolor.

Quizás mañana podría ver las cosas desde otra perspectiva, pero por ahora, todo lo que deseaba era olvidar a Jahir y la herida que sus mentiras habían causado.

A la mañana siguiente, antes de que Nayla despertara, Scarlett salió del departamento. Hizo una parada en una cafetería para intentar comer algo, pero le fue imposible.

El nudo en su estómago le impedía tragar los alimentos, y tras intentarlo y acabar con náuseas, solo pudo tomar café, lo único que su estómago toleró.

Pagó la cuenta y se dirigió a la universidad, sin darse cuenta de que era vigilada de cerca por el árabe que ocupaba sus sueños y pesadillas.

En Dubái, Ahmed se reunía con sus padres antes de volver a Europa.

Necesitaba hablar sobre sus planes, en los que Nayla era la figura central.

No quería errar ni arruinar lo que sus padres habían hecho para protegerla.

Tras saludar con respeto, agradeció a su padre por todo lo hecho por Nayla. Abdel, con el apoyo de Azahara, aseguró que Nayla era parte de su familia y que no permitirían que fuera privada de lo que legítimamente le pertenecía: el corazón de Nayla era de Ahmed.

Ahmed se sintió reconfortado al saber que su madre había intervenido para que Nayla no fuera forzada a casarse con otro.

Abdel le explicó que debían ser prudentes, ya que el investigador que buscaba a Nayla tenía un plazo para informar al Consejo de su paradero.

Todo debía parecer normal para que Ahmed pudiera ir por ella.

Ahmed se despidió de sus padres y visitó a Basima y a su hermana Halima antes de regresar a Grecia. Mientras tanto, Azahara y Abdel contemplaban su partida, y Abdel agradecía a Azahara por su amor hacia Nayla.

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