La esposa rebelde del árabe -
Capítulo 143
Capítulo 143:
Jahir, confundido por su reacción, se acercó a ella para consolarla y descubrió que Rayan, el hombre que ella amaba, se había cansado de esperar y se había casado con otra mujer.
Jahir sintió una oleada de ira.
¿Habían sido en vano todos sus esfuerzos?
Dalila, sin embargo, estaba decidida a seguir adelante con su vida, y le mostró los papeles del divorcio que ya estaban preparados, solo faltaba la firma de Jahir para hacerlo oficial.
Jahir, sin vacilar, firmó los documentos, sabiendo que con ese acto liberaba a Dalila y a sí mismo.
Después de firmar, Jahir agradeció a Dalila por los años de aprecio mutuo y le advirtió que tuviera cuidado con Anisa.
Dalila, agradecida y ya con un plan en mente, se despidió de Jahir con un beso en la mejilla y un abrazo amistoso.
Jahir le ofreció a Dalila ir a Dubái, pero sabía en su corazón que era una despedida definitiva. Ella aceptó, con la intención de tomar su propio camino a Grecia para cambiar su destino.
En Dubái, Jahir llegó al Palacio Rafiq preocupado por su amiga Dalila, desilusionada por la traición de Rayan.
Fue recibido por su tío Abdel y se puso al día sobre la situación legal de Anás y el caso de Nayla. Necesitaba todos los detalles para poder resolver la situación lo antes posible y regresar a Nueva York, donde sentía una urgencia y una opresión en el pecho que no le daba tranquilidad.
Azahara les narró los hechos, y aunque Jahir ya estaba informado, escuchó atentamente, buscando cualquier detalle que pudiera haberse perdido.
Una vez que Azahara se retiró, los hombres se quedaron para discutir cómo manejarían la situación con Anás, justo cuando Ahmed llegó al encuentro.
Ahmed no había conocido paz desde que fue llamado a ser cuestionado por el caso de Nayla.
A pesar del miedo y el enojo que sentía, logró mantener la compostura y no dio señales que lo comprometieran. Cuando fue llamado a Dubái, acudió sin problema, aunque desconocía el paradero de Nayla.
Mientras tanto, Azahara se reunía con las mujeres del palacio. Sienna, Callie, Amira y Jenna esperaban en otro salón, todas ansiosas por que se resolviera la situación de Nayla y pudiera volver.
Sienna preguntó por novedades y Azahara expresó su preocupación por la posibilidad de condenar a Anás, ya que no parecía haber suficientes pruebas en su contra.
Callie y las demás discutieron sobre los posibles delitos de Anás, incluyendo el maltrato y el repudio hacia Nayla, esperando que esos hechos fueran suficientes para su condena.
La conversación cambió hacia Scarlett, y Sienna compartió que, aunque Nayla se estaba adaptando bien en Nueva York, tenía la impresión de que los problemas de Scarlett estaban relacionados con su madre, Fiona.
En Nueva York, la realidad de Scarlett era tan complicada como sospechaban en Dubái.
Después de presentar una denuncia contra Fiona y su novio Dionisio por el robo, Scarlett se encontraba física y emocionalmente agotada.
Nayla, preocupada por su estado, intentó ofrecerle apoyo, pero Scarlett estaba sumida en su dolor y decepción.
Scarlett pasó un tiempo en el baño de la estación de policía, intentando recomponerse.
Una agente de policía se acercó para asegurarse de que estuviera bien, y tras confirmar que lo estaba, Scarlett regresó al auto donde Nayla la esperaba en silencio.
A pesar de las disculpas de Scarlett por dejarla sola, Nayla le aseguró que había hecho lo correcto al defenderse de su madre.
Decidieron volver al departamento de Callie, ya que la casa Mackenzie estaba cerrada por la investigación.
Nayla se sentía insegura sobre cómo actuar y quería hablar con Sienna sobre la situación de Scarlett, pero temía que cualquier contacto pudiera poner en riesgo los esfuerzos de su familia por protegerla. Mientras tanto, se esforzaba por mantener a Scarlett distraída, incluso llevándola de compras en un intento de aliviar su tristeza.
Nayla observó a Scarlett con preocupación mientras cenaban.
“No puedes seguir así”, le dijo, intentando llamar su atención sobre el estado en que se encontraba. Scarlett, confundida, preguntó a qué se refería.
“Sufriendo por los rincones”, replicó Nayla con suavidad. Scarlett negó con la cabeza, susurrando que no era solo por su madre.
Hacía tres días que no sabía nada de Jahir, su novio, quien le había advertido que estaría en reuniones sin acceso a su celular.
Nayla, buscando aliviar la carga de su amiga, cambió el tema de conversación.
“Entonces…, ¿Tienes novio?” preguntó, tratando de inyectar algo de ligereza al ambiente.
Scarlett sonrió y compartió la historia de cómo conoció a Jahir por un accidente, al subir a su elevador privado por equivocación.
Nayla escuchó con interés, y Scarlett, al contarle, pareció recuperar algo de energía.
“Vaya, amor a primera vista”, comentó Nayla.
Scarlett asintió y confesó que al principio pensó que Jahir era un acosador, pero pronto descubrió que no era así.
Incluso le había dejado las llaves de su ático, aunque aún no había podido estar allí.
“¿Quieres venir?” le ofreció a Nayla, quien se quedó pensativa al escuchar el nombre completo de Jahir. Nayla conocía a un árabe con ese nombre, el Emir de Abu Dabi, casado con dos mujeres.
No podía ser el mismo Jahir, ¿O sí?
El silencio se apoderó de la mesa por un momento cuando Scarlett esperó una respuesta.
“¿Nayla?” preguntó, rompiendo el silencio.
“Lo siento, me distraje”, mintió Nayla, tratando de ocultar su conmoción.
Scarlett rió ligeramente, notando el cambio en la expresión de Nayla, pero sin sospechar la verdadera razón de su sorpresa.
Scarlett reflexionó en voz alta sobre cómo la vida les había compensado a ella y a su hermana Sienna por la madre que les había tocado.
Habló de Hassan, el maravilloso hombre que estaba al lado de su hermana.
Nayla sabía bien quién era Hassan, pero se detuvo antes de revelar lo que sabía sobre Jahir. Dudaba si era el mismo hombre que ella conocía o simplemente una coincidencia de nombres.
“¿Conoces su otro apellido?” preguntó Nayla, buscando alguna pista. Scarlett negó, diciendo que él se había presentado simplemente como Jahir Ahmad, el dueño del hotel donde se había hospedado. Nayla decidió mantenerse en silencio, esperando poder conocerlo antes de sacar conclusiones precipitadas.
“¿Quieres venir?” Scarlett repitió la invitación al ático, y Nayla asintió, pensando que podría ser una oportunidad para descubrir más sobre Jahir.
“Iremos a pasar el fin de semana y si tenemos suerte, quizá Jahir vuelva y puedan conocerse”, dijo Scarlett con entusiasmo.
El jueves por la mañana, Scarlett se despidió de Nayla para ir a la universidad. Pero ese día no fue como los demás.
Un auto intentó sacarla del carril en el camino, y aunque logró evitar un accidente, el susto la hizo llegar tarde a clase y fue enviada a la dirección.
Al salir, se encontró con Margaret, una compañera, y le contó lo sucedido.
Margaret expresó su preocupación, sugiriendo que podría haber sido intencional y que debería haber avisado a la policía.
Scarlett se quedó pensativa ante la posibilidad, preguntándose si realmente había sido un intento de hacerle daño.
Scarlett intentaba restarle importancia al incidente de tráfico que había tenido esa mañana, sugiriendo que quizás el otro conductor estaba borracho.
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