Capítulo 141:

Con pocas horas para preparar su vuelo, llamó al capitán de su avión privado para organizar un viaje exprés.

Saldría del hotel sin equipaje, directo a la universidad para comer con Scarlett y despedirse.

“¿Tienes que irte?”, preguntó Scarlett, visiblemente preocupada.

“Será por un breve tiempo, volveré”, le prometió Jahir.

“¿Serán muchos días?”, indagó ella, jugando con su café.

“Una semana, quizá menos”, respondió él, esperando que fuera mucho menos.

“Entonces voy a esperarte”, dijo Scarlett, estirándose sobre la mesa para darle un beso.

“¿Vienes conmigo al aeropuerto?”, preguntó Jahir, queriendo retener cada segundo junto a ella.

“Iba a pedirte que me llevaras antes de que me dieras esta noticia, mi amiga está llegando. ¡Quizá te dé tiempo y puedas conocerla!”, exclamó Scarlett con entusiasmo.

Jahir asintió y, tras pagar la cuenta, se dirigieron al aeropuerto…

La espera fue más larga de lo esperado, el vuelo de Nayla venía con retraso y Jahir no podía esperar más. Con el corazón dividido, se despidió de Scarlett entre promesas.

“Te llamaré cuando esté en Abu Dabi y volveré apenas me sea posible”, dijo, acariciando el rostro de Scarlett.

“Voy a esperarte, Jahir”, prometió ella con amor. Jahir no pudo resistir la tentación de besarla frente a cientos de personas en el aeropuerto.

Recordó que no estaba en su país y se aferró a los labios de Scarlett como si no hubiera un mañana para él.

“Volveré”

Aseguró antes de caminar hacia la zona de abordaje.

Aunque su vuelo era privado, tenía que pasar por los registros de seguridad del aeropuerto, ya que aún no contaba con una pista privada en Nueva York.

Scarlett suspiró y, como si fuera una niña, corrió a los vidrios que separaban las aeronaves del área de espera y esperó hasta que el avión de Jahir despegara y se elevara por los cielos.

Su corazón latía fuerte, como queriendo salirse de su pecho. Una semana no era una eternidad, tampoco un para siempre.

Jahir había prometido volver y ella confiaba en que así sería.

Después de ver desaparecer el avión en el cielo, Scarlett regresó a la sala de espera, donde permaneció alrededor de una hora más, antes de que el avión proveniente de España aterrizara y Nayla se reuniera con ella.

Nayla, vestida con su ropa tradicional, llamaba la atención de algunos curiosos en el aeropuerto.

“Bienvenida a Nueva York”, dijo Scarlett, dándole un ligero pero caluroso abrazo.

“Gracias, Scarlett, pensé que no llegaría nunca. He estado fuera de mi país por tantos días…”, dijo Nayla.

“¿Traes maletas?”

“No, prácticamente huí con lo que tenía puesto”, se lamentó Nayla.

“Vamos a casa”, invitó Scarlett, recordando en ese momento que no tenía casa.

Entonces recordó que Callie le había autorizado usar su departamento para que viviera con Nayla.

La partida de Jahir le dejaba el tiempo necesario para ayudar a la joven.

“Gracias por recibirme”, murmuró Nayla, caminando detrás de Scarlett mientras buscaban el auto en el estacionamiento.

“No lo digas, Nayla. Sienna no me contó todo, pero supongo que tuvo que ser algo muy fuerte para que hayas tenido que dejar tu país”, dijo Scarlett.

Nayla asintió y prometió contarle todo una vez que estuvieran en casa.

Scarlett asintió y salieron del estacionamiento del aeropuerto.

No se dirigieron al hotel, sino que se desviaron varias cuadras antes para llegar al lujoso departamento de Callie.

“Vaya que la ciudad es grande”, musitó Nayla, fascinada por lo que veía.

“Algo… ¿Quieres comer?” preguntó Scarlett al bajar del auto y caminar hacia el ascensor, haciendo una nota mental de todo lo que tenía que comprar con carácter urgente.

“Comí algo en el avión, quizá algo para cenar”, musitó Nayla.

“Bien, vamos a quedarnos en el piso de Callie por unos días. Tengo algo que hacer antes de recuperar mi casa”, gruñó Scarlett, recordando que su madre seguía instalada en su casa y que las contemplaciones con ella ya habían llegado a su fin.

“¿Tienes problemas con tu casa? ¿Lo saben Sienna o Hassan?” preguntó Nayla, y Scarlett negó rápidamente.

“Ningún problema que no tenga solución, Nayla. Mejor platícame de ti”, pidió Scarlett, dándole un vaso con agua.

Nayla suspiró antes de contarle todo lo que había sucedido en Dubái en las últimas semanas.

Scarlett se paseó por el departamento, pensando en ir a su casa por su ropa, la que tenía en el hotel no era suficiente y más si iba a compartir con Nayla algunas de sus prendas, en lo que salían a comprar.

Cuando llegó la hora de salir a cenar, Scarlett fue a la habitación de Nayla, pero la encontró profundamente dormida y decidió no molestarla.

Salió del departamento para ir por sus cosas al hotel y comprar comida por si Nayla despertaba más tarde con hambre.

El viaje al hotel fue corto, tomó sus pertenencias y entregó las llaves en la recepción, donde le dieron la tarjeta que Jahir había dejado para ella, junto a una nota.

Agradeció y se marchó. Al volver al piso de Callie, corroboró que Nayla seguía dormida y guardó la comida.

Luego se sentó para leer la nota que Jahir le había dejado.

Jahir había dejado una nota para Scarlett, un mensaje que la dejó con un suspiro en los labios y una pregunta en la mente.

“Quisiera no irme de tu lado, pero mis obligaciones me llevan de regreso a mi país. Espero pronto reunirme contigo, por favor, deja la habitación del hotel y muévete al ático. Me sentiré más seguro de esa manera, pues nadie tendrá acceso a él más que tú”

Ella se preguntó por qué no se lo había mencionado antes, tal vez en el torbellino de la despedida, simplemente se le había olvidado.

Esa noche, mientras observaba las fotos de ambos en su móvil, el sueño la venció, y con las imágenes de Jahir flotando en su mente, se dejó llevar a un mundo de sueños donde él aún estaba a su lado.

Al amanecer, Scarlett escribió una nota para Nayla, quien aún dormía, prometiéndole que volverían a encontrarse para almorzar.

La universidad parecía más un laberinto de horas que un lugar de aprendizaje, con su preocupación por Nayla marcando cada minuto. Tan pronto como pudo, regresó al departamento con el almuerzo en mano.

Nayla la recibió con una exclamación de sorpresa.

“¡Eres tú!”

A lo que Scarlett respondió con una sonrisa tranquilizadora.

“Claro que soy yo, nadie más tiene las llaves”

La conversación fluyó con la naturalidad de dos personas que se estaban convirtiendo en amigas, y aunque Scarlett tenía que regresar a la universidad, el breve encuentro fue un bálsamo para ambas.

La soledad volvió a envolver a Nayla, quien se refugió en la imagen de Ahmed, su corazón anhelando una conexión que, por ahora, debía permanecer en pausa.

Sienna había sido clara: no debía haber contacto entre ellos, no todavía. Nayla, aunque resignada, no podía evitar sonreír al pensar en la sabiduría de Sienna, y en cómo su vida, aunque complicada, era preferible a la que habría tenido si hubiera seguido otros caminos.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar