Capítulo 139:

Nunca había lamentado su destino, pero ahora quería rebelarse y gritar por su libertad.

Cerró los ojos, dejando escapar g$midos de protesta en un llanto silencioso.

Scarlett, cansada de nadar y de esperar a Jahir, se sacudió el agua y se puso el sobretodo.

Caminó hacia el camerino para averiguar por qué Jahir tardaba tanto. No esperaba encontrarlo tirado en la cama, cubriendo su rostro con la mano.

Lo observó, considerando sus opciones.

Podía dejarlo descansar o acercarse a él.

La joven Scarlett se encontraba en un dilema que duró apenas unos instantes, contemplando el cuerpo casi perfecto de Jahir.

Fue entonces cuando notó una marca que cruzaba su pecho, una cicatriz que hablaba de un pasado doloroso y que la curiosidad le impidió ignorar.

Se acercó, la cautela abandonada, y con un dedo trazó la línea de la vieja herida, una que sin duda había marcado la piel y quizás el alma de Jahir para siempre.

Recordó las palabras de Sienna sobre el castigo que Hassan había recibido por ella, y un escalofrío recorrió su cuerpo al intentar imaginar qué había hecho Jahir para merecer ser golpeado.

Un dolor agudo le atravesó el corazón a Scarlett mientras se subía a la cama y acariciaba la marca sobre el pecho de Jahir.

“Jahir”, susurró, pero él parecía dormir profundamente.

Ella continuó acariciando la cicatriz, hasta que, sin darse cuenta, terminó recostada sobre su cuerpo, su mejilla contra el pecho de Jahir, escuchando los latidos acelerados de su corazón.

“¿Estás despierto?”, preguntó.

Jahir, luchando contra sus propios impulsos, se mordió la mejilla por dentro, probando el sabor metálico de su sangre.

Había sido un suplicio no moverse ni gemir ante las caricias de Scarlett, pero ahora, con ella completamente extendida sobre él, era demasiado.

No pudo evitar que ella notara lo acelerado de su corazón.

“Scarlett”, susurró, y el g$mido que había contenido finalmente se escapó.

Ella levantó la mirada y se encontró con los ojos de Jahir.

Le sonrió y, antes de que él pudiera adivinar sus intenciones, Scarlett besó su pecho.

Dejó un sendero de besos húmedos a lo largo de su cicatriz, mientras sus manos acariciaban su piel, provocando un cosquilleo a su paso.

El g$mido que escapó de los labios de Jahir fue ronco y excitado, alentando a Scarlett a continuar.

Jahir se dejó llevar por la seducción de Scarlett, negándose a pensar en nada más que en ese momento.

Más tarde, tal vez, lamentaría su debilidad.

Pero Scarlett, ajena a la tormenta interna de Jahir, no se detuvo, menos ahora que estaba enamorada de él y le había dicho que estaba lista para avanzar en su relación.

Continuó explorando su cuerpo, saboreando cada rincón de su piel como si fuera el manjar más exquisito.

Nunca había hecho algo así, su experiencia se limitaba a conversaciones con amigas y lo poco que había hablado con su hermana y Callie. Pero con Jahir se sentía segura y protegida, guiada por la intuición y alentada por las reacciones de Jahir, que aumentaban su confianza.

Jahir contuvo la respiración cuando Scarlett jugó con su ombligo y sus dientes rasparon un sendero hasta el elástico de su bañador.

Ella no se detuvo, sus manos colaboraron en la tarea y pronto los labios de Scarlett estaban sobre su dura erección.

Jahir pensó que debía estar soñando, era la única explicación coherente que podía encontrar para lo que estaba sucediendo.

Dejó de pensar cuando la lengua de Scarlett se deslizó desde la punta hasta la base de su miembro. Sintió que estaba a punto de llegar al clímax.

La respiración se le cortó, apretó los dientes y llevó sus manos a la cabeza de Scarlett, al principio indeciso, pero terminó enredando sus dedos en el cabello rubio de la joven.

Scarlett g!mió al sentir la presión de las manos de Jahir, pero estaba lejos de detenerse.

Continuó con su labor, llevando la dureza de Jahir al fondo de su garganta mientras jugaba con sus testículos.

Jahir se mordió el labio, sabiendo que si seguían así, llegaría al clímax sin remedio.

“¡Scarlett!”, exclamó al sentir la tensión de sus músculos, cediendo al placer que lo consumía, presionando inconscientemente la cabeza de Scarlett sobre su miembro.

Ella g!mió en una suave protesta, pero no se alejó, controlando las sensaciones y descubriendo nuevas.

Continuó lamiendo y succionando, haciendo que Jahir se estremeciera de placer.

Jahir había cruzado la línea de no retorno.

No había vuelta atrás para él, no había manera de evitar que ese día, en ese lugar, consumaran su relación.

No podía impedirlo cuando su mente estaba nublada por el deseo y la pasión más ardiente que jamás había experimentado.

El cuerpo de Jahir se tensó con violencia, consciente de que estaba a punto de cruzar un umbral del que no podría regresar.

No quería terminar de aquella manera apresurada y descontrolada; anhelaba fusionarse con el calor íntimo de Scarlett.

En un arranque de pasión, tomó la iniciativa, intercambiando sus posiciones.

Con movimientos seguros y decididos, la colocó sobre la cama, despojándola del sobretodo y arrancando el bañador de su cuerpo de un fuerte tirón.

La rudeza de su acto era una prueba de que Scarlett había despertado su lado más salvaje, un aspecto de su ser que ni él mismo conocía hasta ese momento.

Jahir se sentía un macho Alpha, reclamando a su pareja, sin que nada más importara en el mundo.

“Por favor”, susurró Scarlett, su voz cargada de excitación y anticipación.

Sabía lo que se avecinaba y anhelaba que fuera tan abrumador como lo que ya habían compartido. Y Jahir, guiado por su propio deseo y el fuego que ardía en sus venas, no tardó en encaminarla hacia el clímax.

Con besos y caricias estratégicas, la hizo derretirse en sus brazos, arrastrándola en una corriente de sensaciones que borró cualquier atisbo de racionalidad.

Preparándose para la unión, Jahir acarició con su miembro la femineidad húmeda de Scarlett, buscando lubricación y estimulando su hinchado cl!toris antes de deslizarse entre los pliegues anhelantes de la joven.

“Jahir, por favor”, suplicó Scarlett, temblando de anticipación y deseosa de alcanzar el éxtasis que él parecía rehusar.

El grito de Scarlett llenó la habitación cuando finalmente fue invadida por la imponente virilidad de Jahir. A pesar del dolor inicial, el placer se impuso, y ella respiró hondo, cerró los ojos y se entregó por completo a la pasión desatada entre ellos. Jahir se detuvo brevemente, permitiendo a Scarlett ajustarse a su presencia invasora.

Con un g$mido y un sutil movimiento de caderas, Scarlett le indicó que estaba lista para continuar. Y así, con un vaivén feroz y apasionado, iniciaron un ritmo que los llevó a explorar profundidades desconocidas. Jahir, en un movimiento fluido, levantó a Scarlett y la sentó en la orilla de la cama, provocando un estallido de placer en ambos al unir sus bocas en un beso ardiente. El ritmo de sus caderas era la música de un vals de pasión y deseo.

Cuando Scarlett finalmente alcanzó el clímax, rompió el beso y arqueó la espalda, dejando escapar un grito de éxtasis. Jahir siguió su danza unos instantes más, antes de ser consumido por su propio clímax. Mientras se movía aún dentro de ella, Scarlett gemía al sentirlo derramarse en su interior, cada espasmo arrancándole gritos de placer.

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