Capítulo 116:

“Tienes que ser honesta con él, hablarle de tus errores. Si después de conocer todo de ti, él se queda, entonces no lo dejes escapar”, aconsejó con sabiduría.

Nayla, temerosa de la reacción de Ahmed al conocer su pasado, sabía que debía seguir el consejo de su madre.

“Lo veré esta tarde, vendrá a visitar a su madre”, dijo, revelando que Ahmed y su familia vivían en el palacio.

La conversación fue interrumpida por unos suaves toques en la puerta.

Nayla se levantó para abrir y encontró a Hassan y Sienna.

“Hola, Nayla, Señora Azahara”, saludó Sienna con calidez.

“Tía”, dijo Hassan, con un tono más reservado.

Azahara, observando a Hassan, no pudo evitar pensar en su propio hijo y en las similitudes que veía en Ahmed.

“Nos llevaremos a Hassan, gracias por cuidar de él”, interrumpió Sienna, sacando a Azahara de sus pensamientos.

“Es un placer cuidar de él”, respondió Azahara, mientras Nayla observaba en silencio.

Sienna agradeció a Nayla por su ayuda durante su ausencia, y luego anunció que irían a saludar al Señor Abdel.

Después de despedirse, Sienna y Hassan se encontraron con Abdel.

“¿Te sucede algo?”, preguntó Hassan preocupado.

“Me pasa de todo, hijo”, respondió Abdel, mientras Sienna, intuyendo que la conversación era privada, se sentó discretamente aparte, dándoles espacio.

Abdel miró a Sienna y a su nieto antes de volver su atención a Hassan, preparándose para compartir lo que pesaba en su corazón.

“Son tantas cosas, hijo, que no sabría por dónde empezar”, dijo Abdel con un peso evidente en su voz. Hassan, observando a su padre, podía sentir la carga que llevaba, una carga que parecía hacerse más pesada con cada día que pasaba.

Sienna, percibiendo la tensión en el ambiente, anunció que daría una vuelta por el palacio, dejando a padre e hijo solos para su conversación. Abdel, en el fondo, agradeció el gesto, ya que no estaba listo para compartir sus penas con nadie más.

“Padre, esto no es fácil”, dijo Hassan, alentando a Abdel a hablar mientras observaba cómo su padre caminaba de un lado a otro, con las manos detrás de la espalda para ocultar el temblor de sus dedos.

Abdel, con cuidado, comenzó a revelar sus preocupaciones, eligiendo sus palabras con delicadeza.

Habló de lo que había descubierto a través de una carta, pero omitió decir que estaba dirigida a él y también la culpa que Zaida había intentado poner sobre sus hombros.

No quería que Hassan sintiera que la maldad de su madre era de alguna manera su culpa.

Hassan escuchaba atentamente, sintiendo un pesar terrible por las acciones de su madre.

Abdel finalmente reveló que de aquel acto oscuro había nacido un niño, un hermano del que Hassan nunca había sabido.

“¿Otro hijo?”, preguntó Hassan, apretando los puños con fuerza.

Abdel negó con la cabeza, explicando que Zaida se había asegurado de que nunca supiera de él y que fuera imposible encontrarlo. Hassan, ahora padre, comprendía el dolor de su padre y sentía una mezcla de rabia y curiosidad.

“¿Quién es la madre de ese hijo?”, preguntó con urgencia.

Abdel tragó saliva, luchando con la respuesta.

Ante la insistencia de Hassan, finalmente reveló:

“Azahara Hijazi, tu tía…”

Hassan se quedó sin aliento, como si le hubieran dado un golpe en el estómago.

“¿Qué?”, apenas pudo articular, esperando que fuera una broma de mal gusto, pero la seriedad y la tristeza en los ojos de su padre le confirmaron la verdad.

“Esa mujer que yació en mi cama la noche de boda, no era otra que Azahara”, confirmó Abdel.

Hassan, luchando por mantener la compostura, no podía creer la magnitud de la traición de su madre.

“¡No tiene perdón, esa mujer no tiene corazón! ¡Es un monstruo!”, exclamó, llevándose una mano al pecho en un intento de calmar su corazón acelerado.

Abdel compartía el mismo sentimiento y ahora, lo único que importaba era encontrar a ese hijo perdido.

“Vamos a hacerlo, padre, vamos a encontrarlo y lo traeremos de vuelta a casa, al lugar a donde pertenece”, aseguró Hassan con determinación.

“¿No te molesta tener un hermano?”, preguntó Abdel, con lágrimas en los ojos.

“Amo a mis hermanos, padre, y este hijo tuyo con Azahara también lo es. Ha sido privado de su derecho a tener una familia y de ocupar el lugar que le corresponde”, respondió Hassan sin vacilar.

Abdel, conmovido por la nobleza de su hijo, sintió un alivio profundo.

“Nadie ocupará tu lugar”, dijo, pero Hassan negó con la cabeza, reafirmando su compromiso de aceptar a su nuevo hermano.

“No se trata del lugar en la sucesión, padre, se trata de tu hijo, de un niño que creció lejos de su familia, de un hombre que quizá está pasando necesidades o enfrentado situaciones inimaginables”, declaró Hassan, poniendo la familia por encima de todo.

“Vamos a encontrarlo”, prometió con determinación.

Abdel asintió, aunque preocupado por cómo reaccionarían sus otros hijos al enterarse.

“De la misma manera que lo has hecho conmigo, papá, ellos comprenderán que no ha sido tu culpa”, aseguró Hassan, mostrando su apoyo y comprensión.

La conversación se tornó hacia Azahara, y Hassan expresó su confianza en ella, sugiriendo que su madre podría haberla presionado hasta dejarla sin salida.

Abdel comenzó a considerar que quizás había juzgado mal a Azahara, que tal vez ella no había participado voluntariamente en los planes de Zaida.

Hassan, conocedor de las acciones de su madre, no se engañaba sobre lo que ella era capaz de hacer. Abdel, sintiéndose culpable por haber desplazado su enojo hacia Azahara, reconoció que había olvidado lo verdaderamente importante: buscar a su hijo perdido.

La conversación entre padre e hijo fue un paso crucial para Abdel, quien se sintió apoyado por Hassan. Pero aún quedaba una revelación más: Zaida había fallecido semanas atrás, justo antes de la boda de Hassan.

Abdel había guardado el secreto para no empañar el día más importante de la vida de su hijo.

Hassan, aunque conmocionado, aceptó la noticia con serenidad.

“Iba a suceder tarde o temprano, padre”, dijo, comprendiendo la decisión de su padre de no haberles informado antes.

Decidió iniciar su propia investigación para encontrar a su hermano y pidió a su padre que le comunicara cualquier avance.

Tras la partida de Hassan, Abdel se lamentó en silencio por haberle dado a su hijo la madre que tuvo. Hassan, por su parte, no pudo evitar derramar lágrimas por la muerte de su madre, a pesar de sus crímenes, y pidió perdón para ella en su corazón.

Sienna, al reencontrarse con Hassan, percibió que algo no estaba bien.

Él, sin entrar en detalles en ese momento, la llevó a casa. Conocía a Hassan lo suficiente como para saber que debía esperar a que él estuviera listo para hablar.

En casa, Hassan finalmente compartió la noticia con Sienna.

“Mi madre ha muerto”, confesó, y Sienna lo consoló en su dolor.

Hassan reflexionó sobre la vida de su madre, reconociendo que, a pesar de sus terribles crímenes, seguía siendo su madre y que su muerte le dolía.

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