Capítulo 115:

Al cambiarle el pañal, Hassan se sorprendió cuando Hassan orinó su rostro entre risas, como disfrutando de su travesura.

“¿Te parece divertido?”, preguntó Hassan limpiándose, mirando a Sienna con seriedad.

“¿Quieres que te mienta?”, replicó ella bajando de la cama.

“Entonces, sí, me estoy divirtiendo”, admitió entre risas. Hassan negó sonriendo.

“No sé quién es peor, si tú o Hassan”, bromeó.

Mientras Sienna vestía a Hassan, se preguntaba cómo serían sus futuros hijos. Con sospechas de un nuevo embarazo, se llevó una mano al v!entre.

“Sienna”, llamó Hassan al verla ausente.

Ella salió de sus pensamientos.

“Nada, Hassan dormirá y yo necesito una ducha”, avisó él.

Con la partida de Scarlett acercándose, Hassan intuyó los pensamientos de Sienna y sugirió buscar un traslado.

Ella deseaba terminar su carrera en su país aunque no descartaba una especialización. Prometiendo no olvidarlos, Scarlett se preparaba para su regreso.

“Te lo prometo, Scarlett, viviré el resto de mi vida para hacer feliz a Sienna y a nuestros hijos”, aseguró Hassan con una firmeza que resonó en el silencio de la habitación.

Sienna, con los labios entreabiertos, se mordió el labio inferior, un gesto que no pasó desapercibido para su hermana.

“Estoy confiando en ti, Hassan, no me hagas atravesar el océano para venir y recordarte que mi hermana no está sola”, advirtió Scarlett, su tono mitad en serio, mitad en broma, pero con un trasfondo de verdad que todos reconocieron.

Farid, que había estado observando la escena con una sonrisa contenida, no pudo evitar soltar una risita ante la amenaza velada de Scarlett.

“Tú también, Farid, Callie es como mi hermana y si te atreves a hacerle daño de nuevo, nada me impedirá venir y demostrarte que no está sola”, declaró Scarlett, y esta vez fue Callie quien sonrió, apreciando la lealtad de su cuñada mientras observaba el rostro pálido de Farid.

“Gracias por tu amor, Scarlett, de verdad no sabes lo mucho que significas en mi vida”, dijo Callie, levantándose para abrazar a Scarlett, un gesto que selló la hermandad que habían formado más allá de los lazos de sangre.

“Voy a extrañarlos a todos”

Aseguró Scarlett, su voz teñida de la melancolía que trae la despedida.

La última comida de Scarlett con la Familia Rafiq fue un asunto lleno de calidez y afecto. Abdel, el patriarca, incluso estuvo presente y le entregó un obsequio inesperado.

“Señor Rafiq”, dijo ella, sorprendida y conmovida.

“Es muestra de nuestro afecto, Scarlett, y tal como Hassan lo ha mencionado, aquí en Dubái, siempre tendrás las puertas de nuestras casas abiertas. Eres la tía de mis dos nietos”, expresó Abdel, su voz reflejando el cariño genuino que sentía por ella.

Con el corazón lleno de gratitud, Scarlett aceptó el regalo, aunque con una breve hesitación que revelaba su humildad.

Su vuelo, un jet privado dispuesto por la insistencia de Jenna, estaba listo para llevarla de vuelta a su vida cotidiana, lejos de la familia que había llegado a amar tanto.

El viaje al aeropuerto transcurrió en silencio; Sienna, sumida en sus pensamientos, consideró compartir sus sospechas de embarazo con Scarlett, pero optó por esperar, no queriendo influir en la decisión de su hermana de partir.

El avión despegó cerca de las nueve de la noche, y mientras Scarlett se acomodaba en su asiento y observaba la ciudad de Dubái a través de la ventanilla, suspiró profundamente y cerró los ojos.

Su despedida era solo temporal; sabía que volvería, tal vez para el nacimiento del bebé de Jenna o para celebrar el primer año de su sobrino.

A diferencia de su madre, Fiona, que no había dado señales de vida en meses, Scarlett estaba determinada a mantener el contacto con su familia.

Mientras tanto, Sienna emergió del cuarto de baño con una expresión que mezclaba tristeza y alivio.

La llegada de su periodo confirmaba que no estaba embarazada, una noticia que apretó su corazón con una mezcla de decepción y aceptación.

Habría tiempo para más hijos con Hassan en el futuro.

Hassan, por su parte, había notado el comportamiento inusual de Sienna y la siguió con la mirada mientras ella se encerraba en el baño tras volver del aeropuerto.

“¿Por qué luces triste?”, preguntó con una mezcla de preocupación y curiosidad. Sienna vaciló, luchando con las palabras.

“Somos esposos, Sienna, prometimos que no habría secretos entre nosotros”, le recordó Hassan, su voz firme pero llena de cariño.

Finalmente, Sienna se giró hacia él y compartió sus sospechas y la reciente confirmación de que no estaban esperando otro hijo.

Hassan la abrazó con fuerza, besando su cabeza y ofreciéndole consuelo.

“Me encanta la idea de tener otro bebé y disfrutar de todas las etapas del embarazo contigo, etapas que me perdí con Hassan, pero todo a su tiempo, cariño”, le aseguró, su voz tranquila y reconfortante.

“Nuestros hijos llegarán cuando tengan que hacerlo, mientras tanto, disfrutemos el proceso”, añadió con un guiño pícaro.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Sienna, y juntos decidieron ir a buscar a Hassan, que había quedado al cuidado de Nayla y Azahara.

Sienna reflexionó sobre cómo Nayla, que no había sido su persona favorita, había demostrado ser digna de una segunda oportunidad.

Al llegar, encontraron a Nayla arrullando a Hassan, que finalmente se había quedado dormido en sus brazos.

“Es un niño muy hermoso”, comentó Nayla, mirando a su madre con una mezcla de admiración y ternura.

“Lo es, es muy parecido a Hassan de bebé, excepto por esos cabellos dorados”, comentó Azahara mientras se levantaba para tomar en brazos a Hassan.

Al sostener al pequeño, una ola de ternura la invadió, recordando que nunca había podido cargar a su propio hijo de esa manera.

Los sobrinos siempre los había visto desde lejos, pero con Hassan era diferente; era su sobrino y algo en su corazón le decía que pronto conocería a su hijo.

“Entonces…”, comenzó Nayla, interrumpiendo los pensamientos de Azahara.

“¿Irás a Sharjah?”

La pregunta tomó por sorpresa a Azahara, quien casi se atraganta.

“No quiero que pienses que estoy siguiéndote, madre. Escuché accidentalmente cuando hablabas con el Tío Abdel”, explicó Nayla rápidamente.

Azahara se quedó sin palabras, sorprendida por la percepción de Nayla.

“No estoy juzgándote, mamá. Si te volvieras a enamorar, estarías en todo tu derecho. Mi padre nunca supo hacerte feliz”, dijo Nayla con una voz suave, revelando una madurez que Azahara no esperaba.

Azahara, aún procesando las palabras de su hija, la escuchó decir que había algo importante que quería discutir.

Colocó a Hassan en la cama, rodeado de almohadones para protegerlo, y se sentó junto a Nayla, quien parecía luchar con sus emociones.

“Es sobre Ahmed”, susurró Nayla.

“Me ha pedido ser su novia y no he podido negarme. Lo que siento por él es algo totalmente diferente a lo que creía sentir por Hassan”.

Azahara, entendiendo la gravedad de la confesión, apretó la mano de su hija.

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