Capítulo 102:

“Deja, le llamaré”, dijo Callie, sin disculparse por el golpe.

Farid esperó con desesperación la respuesta de Scarlett, si la muchacha aceptaba, era capaz de darle lo que ella le pidiera; por supuesto, sin que Callie se enterara o sería hombre muerto.

Pasaron unos pocos minutos que para Farid fueron una eternidad, cuando Callie cortó la llamada y le dijo que Scarlett venía en camino, su corazón casi salió de su pecho.

“Estaré esperándote en la terraza”, dijo Farid, dejando un corto beso en los labios de Callie y saliendo de la habitación.

Una hora más tarde, Scarlett ayudó a Callie a vestirse para la ocasión.

Sus trajes no eran túnicas, pero sí acordes al estilo de etiqueta de la ciudad.

Ninguna de las tres quería convertirse en el tema de conversación de la sociedad y menos, tener a sus esposos en un dilema.

Así que, Callie optó por un pantalón largo, unas sandalias y una preciosa blusa de mangas largas y cuello redondo, para poder lucir el collar que Hassan le había obsequiado, una preciosa piedra amatista.

“¿Cómo me veo?”, preguntó Callie.

“Maravillosamente bien, solo espero, que Farid no te haga otro hijo hoy, porque entre Hassan y Amir, me estoy volviendo loca”, dijo Scarlett.

Callie se sonrojó.

“¿Siempre dices lo que piensas?”.

“Normalmente”, respondió Scarlett con una sonrisa en los labios.

Callie negó, dejó un beso sobre la frente de Amir y salió de la habitación para reunirse con Farid en la terraza.

Farid se giró en el momento en que escuchó los pasos acercándose, había por un momento dudado de Callie, pero verla parada allí, delante de él, casi le hizo caer de rodillas.

“Viniste”, susurró.

“¿Esperabas que no lo hiciera?”.

“Tenía miedo, Callie, no puedo negarlo. No sabes cuán feliz me haces con tu presencia”, dijo Farid en un tono bajo y ronco.

“Jamás podré perdonarme el daño que te hice”.

Callie sintió un nudo formarse en su garganta.

“El tiempo es algo que no podemos echar atrás, pero tenemos el presente y el futuro para tratar de cambiar lo que hicimos mal”, pronunció con cierta dificultad, levantando su mano para acariciar el rostro de Farid.

Él cerró los ojos, mientras las manos de Callie recorrían la piel de su mejilla y mentón. Ella recordó sus buenos momentos juntos y también los malos, pero al final, Callie era la única que podía decidir qué recuerdos valorar y guardar en su corazón.

“Callie”.

Ella se puso de puntillas y calló las palabras de Farid con su boca. Él no desaprovechó la oportunidad, la tomó de la cintura y lo que inició como un tierno beso se convirtió en un beso apasionado que aceleró sus corazones.

Aquella primera cena fue la primera de muchas.

Farid siempre tenía una sorpresa para Callie, y ella disfrutaba de cada una de ellas, sobre todo, de cada tulipán que Farid dejaba en su cama.

“¿Hoy también tienes cita con Farid?”, preguntó Scarlett, quien parecía haberse mudado a la casa del cuñado de su hermana para cuidar de Amir.

“Sí”, respondió Callie, poniéndose roja como un tomate.

Scarlett asintió.

“Bien, a este paso, cuando me marche a Nueva York, pondré mi propia joyería”, mencionó la joven.

“¿Otra joya?”, preguntó Callie con asombro.

Ella asintió.

“Le he dicho que no es necesario, pero ya sabes cómo son los hermanos Rafiq. Entre Hassan y tu marido, me convertirán pronto en millonaria”, dijo Scarlett.

“Estaba estudiando dura y juiciosamente para Economista, pero con mis cuñados, creo que me replantearé mi profesión y me quedo a ser la niñera de mis propios sobrinos”, añadió.

Callie sonrió.

“Estamos abusando de ti, Scarlett”, mencionó con pena.

“En realidad no, Callie, estar sola en Nueva York no es fácil. Sabes que tienes familia, pero no poder estar con ellos es lo peor. Al principio me sentí culpable con Sienna, mi madre la obligó a aceptar el trato que mi padre firmó con Hassan por mí. Dejó sobre los hombros de mi hermana una carga muy pesada que no le correspondía”.

“Fiona siempre ha sido así, Callie”.

“Lo sé, lo que no esperé, fue que reemplazara a mi padre tan pronto y por un hombre mucho más joven que ella”.

“Scarlett”.

“Sé que no debo juzgarla, que no está bien y no es correcto, cuando yo apenas empiezo a vivir y desconozco mi futuro, pero algo que no haría jamás, es anteponer mis deseos a la seguridad de mis hijos”, dijo Scarlett.

“No sabes cómo las admiro, ambas vivieron momentos muy difíciles estando solas y embarazadas, me alegro mucho de que las cosas estén mejorando. Anda ve, Farid debe estar esperándote”, añadió con una cálida sonrisa, tratando de no pensar más en su madre.

Callie le agradeció y salió de la habitación para acudir a su cita con Farid.

La muchacha caminó por los pasillos del palacio y siguió de largo hasta la última habitación donde su esposo la había citado.

“¿Qué es lo que tienes en mente esta vez?”, se preguntó, mientras llamaba a la puerta, le dio tres golpes suaves, tal como Farid le había indicado que lo hiciera para no abrir la puerta a la persona equivocada.

Él no demoró y entreabrió la puerta lo suficiente para dejarla entrar.

“¿Farid?”, llamó Callie al encontrarse con la luz tenue de las velas que le daba un ambiente romántico y misterioso a la habitación.

Callie buscó con la mirada a su esposo, pero él no estaba a la vista, por lo que avanzó unos cuantos pasos antes de escuchar la suave música de fondo.

Ella podía jurar que conocía la melodía, solía escucharla para relajarse cuando era estudiante…

Los pensamientos de la mujer fueron interrumpidos cuando Farid salió del cuarto de baño, su cuerpo estaba cubierto de una fina bata que no dejaba nada a la imaginación.

Ella se sorprendió tanto, que abrió y cerró la boca como si fuera un pez fuera del agua.

Farid se acercó lo suficiente para ser visto por su esposa antes de que abriera la prenda y la dejara caer al suelo.

La garganta de Callie se secó en el acto, sintiendo cómo su cuerpo era recorrido por una ola de deseo y pasión al ver cómo el cuerpo de Farid empezaba a moverse al ritmo de la música.

Sus movimientos eran tan limpios y perfectos, era arte en toda la extensión de la palabra.

Tanto, que Callie estaba dudando de que ese momento fuera real, era tan… se%y, tan bello, tan perfecto. La joven no tenía calificativo para describir lo que sentía al ver a su esposo bailar de esa manera tan sensual y provocativa.

Farid se acercó a Callie y bailó con todo lo que pudo, le había llevado mucho tiempo prepararle aquella sorpresa, no era común que un hombre lo hiciera, pero en la privacidad de su casa y con su esposa, el resto del mundo no importaba y menos si el resultado era ver la fascinación en el rostro de su amada. Y Callie Rafiq estaba más que fascinada, estaba deseando unirse a su esposo y no precisamente en el baile, ella se sentía seducida con cada movimiento de cadera de Farid y antes de poder controlarse se acercó e interrumpió el baile.

Ellos se miraron a los ojos, la pasión estaba allí, Callie podía jurar que la podía tocar con las manos.

“Callie”, susurró Farid con tono seductor, haciendo que Callie temblara. Ella cerró los ojos cuando él se inclinó sobre su rostro y la bañó con su cálido aliento.

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