La enfermera del CEO
Capítulo 97

Capítulo 97:

Mueve el pie con impaciencia y casi que se come las uñas de los nervios.

Me atrevo a poner una mano sobre la suya para tranquilizarla. Ella me mira con el desespero reflejado en los ojos.

“Va a estar bien, a lo mejor tu papá exageró».

“No, no lo creo. Caleb tiene semanas con eso, pero no le hice caso a mis instintos y lo minimicé,» empieza a sollozar mientras cubre su rostro con las manos.

“Harry, apresúrese», ordeno.

Llegamos en poco más de media hora al lugar.

Madison me ayuda a bajar con bastante prisa, una vez estamos listos, prácticamente sale corriendo hacia dentro del lugar.

Entramos por la emergencia, lo cual me hace recordar a esa vez que fui a un hospital hace muchos años.

En las sillas de espera, vemos al señor Beau sentado, con su sombrero de siempre colgando entre sus dedos.

“¡Papá!», llama.

El hombre se pone de pie y corre a abrazarla con fuerza.

“Mady, llegaste rápido.»

“Dime papá, ¿Qué fue lo que le pasó?»

“La verdad no entiendo demasiado lo que dijo el doctor, vamos a llamarlo mejor.»

Se acercan hasta el cubículo donde están atendiendo a Caleb. Por fortuna parece que todavía no han hecho ninguna acción con él.

El doctor sale y Beau le dice que ella es la madre.

“Señora Jones, su hijo tiene apendicitis.»

“¿Qué? ¿Lo van a operar?»

“Sí, es necesario, la inflamación está demasiado grande ya.»

Madison lleva una mano a su boca y dos enormes gotas se escapan de sus ojos.

“Está muy chiquito para eso.»

“No se preocupe, está en buenas manos. Ahora que está aquí, debe firmar un formulario. Lo llevaremos en cinco minutos.»

“Gracias doctor.»

El galeno se retira, mientras Madison pasa a ver a su niño, que está en la camilla con una cara de dolor bastante obvia.

“Gracias por traerla», me dice Beau cuando nos quedamos a solas.

“No sé si sabe, pero hoy es su cumpleaños. No conozco una peor forma de pasarlo que esta.»

No puedo responderle nada.

¿Qué se supone que debo decirle?

Madison sale del cubículo de la mano con su hijo, que, al verme, me sonríe. Camina con él hasta donde ya no puede pasar y se queda allí de pie en el pasillo.

Avanzo con mi silla hasta donde está y le tomo la mano sin pensarlo demasiado.

“Va a estar bien», consuelo.

“Es la primera vez que le harán un procedimiento tan invasivo, tengo miedo», admite con la voz quebrada.

“Los doctores saben lo que hacen, tú misma debes saber cómo es el procedimiento.»

“Esto es mi culpa»

Suelta de pronto.

Me mira y aprovecha para sentarse en una de las bancas azules que están dispuestas para la espera. Su padre también se acerca a nosotros.

“Mady, no digas eso, no es tu culpa.»

“Sí lo es. Caleb tiene semanas diciendo que le duele el estómago, ¿y qué hice? Lo ignoré. Soy una terrible madre.»

“Si esa es la justificación, entonces también es mi culpa», refuta Beau.

“Yo te dije que lo ignorases, que no era nada. Y no le hice caso. La culpa es mía, no eres una terrible madre.»

“Basta los dos, ninguno tiene la culpa», intervengo.

Madison levanta sus ojos llorosos y me mira.

Acerco mi silla y le limpio las lágrimas.

“Tu hijo va a estar bien.»

En eso, una enfermera se nos acerca y le da un tablero con varias hojas para llenar.

“Son para los gastos del seguro. Fírmelos todos para llevarlos a administración», indica y se va.

“¿Seguro?», pregunta Beau y se peina el bigote blanco con frustración.

“Mady, ¿Cómo vamos a pagar eso?”

“No lo sé»

Suspira profundo al tiempo que se pone de pie y se aleja de mi.

“Yo cubriré todos los gastos.»

Ambos voltean a verme con sorpresa.

“¿Qué? No, no, Alec, ya has hecho demasiado por mí y mi familia, no puedo dejar que también hagas esto.»

“Tonterías, no vas a rechazar mi ayuda por nimiedades como esa. Lo importante es tu hijo, ¿Verdad? Yo pagaré todo, y cuando termine la cirugía y pueda ser trasladado, lo llevaremos a una clínica de Austin, la mejor de todas, le darán todos los cuidados necesarios.»

“Usted debe ser un santo, gracias señor Fairchild, no sabe cuánto le agradezco», me dice Beau.

Ella no me dice nada, al contrario, su mirada me indica que no le gusta lo que estoy haciendo, pero sé que se niega por mero orgullo.

El teléfono de Madison suena de pronto, no parece tener ganas de contestar, pero cuando ve el número, sus ojos se abren como platos.

Se aleja un poco para responder, así que yo me hago el tonto hablando con su padre, sin embargo, dejo el oído atento para saber de quién se trata.

Su reacción me causa mucha intriga.

“Ah… hola… sí, gracias… es que Caleb tuvo una emergencia… sí, ahora está en cirugía, mi padre lo trajo al hospital… No, Liam, no te preocupes por eso, con el trabajo lo pagaré…»

Entonces sí es quien yo creía.

La llama su novio; no, perdón, su prometido.

A veces olvido que ella no está soltera del todo. Pensar que estuvimos a punto de besarnos sabiendo que ella tiene pareja y yo esposa…

Por supuesto eso es irrelevante ahora, parece una tontería en comparación a la emergencia que se suscita en este momento.

Sin embargo, no puedo dejar de sentir celos al pensar que está hablando con ese hombre.

POV Madison

Esperar dos horas para saber el estado de mi hijo ha sido sin duda la peor tortura que he podido vivir alguna vez.

Me siento terrible por haber ignorado y minimizado sus síntomas. Si su padre estuviera vivo, estoy segura de que me odiaría por haberlo descuidado.

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