La enfermera del CEO
Capítulo 96

Capítulo 96:

Al principio se rehúsa, pero le insisto hasta que lo hace.

Cantamos unas tres canciones más antes de que yo me sienta agotada en el sillón.

“Y ahora sabemos por qué soy CEO y no cantante», bromea.

Me echo a reír como una desquiciada a su lado.

“Necesito agua.»

“Ahí hay»

Señala un mini refrigerador que está al fondo en la esquina.

Saco dos botellas, una para cada uno, y bebo un gran sorbo.

“Deberíamos probar el pastel. Lo pedí de aquí, espero que sea bueno.»

“Seguro que sí», le digo tomando un pedazo.

“La tradición dice que tengo que embarrarte la nariz con el betún.»

“Eso no va a pasar», advierto entre risas.

La música cambia automáticamente, de pronto se pone la canción: ‘Yellow’ de Coldplay.

Amo esa canción.

Me produce mucha calma su melodía.

Cierro los ojos y mezo mi cuerpo de un lado a otro mientras pruebo el pastel de fresa con chocolate.

Cuando abro los ojos, descubro a Alec bastante cerca de mí, mirándome fijo.

“¿Qué?»

“Tengo algo más para ti.»

Saca de su bolsillo una pequeña cajita negra y me la entrega.

“Ábrela», insta, porque yo me quedo paralizada solo mirando.

Hago lo que me pide.

Dentro, hay un hermoso collar de alas de ángel hecho de plata.

“¿Esto es para mí?»

“Sí, es lo que representas para mí. Te has convertido en una especie de ángel de la guarda.»

Mi corazón se acelera a límites insospechados.

No sé qué es lo que está pasando entre él y yo, pero no quiero que este momento termine nunca. Alec toma el collar y me pide que me dé vuelta para ponerlo en mi cuello.

“No sé qué decirte», admito.

“No digas nada, no hace falta.»

Estamos tan cerca que siento su respiración cálida en mi rostro.

Sé que debería detenerme, mi mente grita un montón de razones por las que esto no está bien, pero sus labios me piden con mayor fuerza que lo bese.

Cierro los ojos y casi puedo rozar su boca con la mía, cuando de pronto, se acaba la canción y mi celular suena escandalosamente.

POV Alec

«Tengo algo más para ti», digo sacando la pequeña caja negra que compré hace tres semanas en la joyería.

Ella me mira con sorpresa, la toma, pero no veo que tenga intenciones de abrirla.

«Ábrela», le pido.

Sus ojos se iluminan cuando ve el collar de alas de ángel.

Esa había sido la recomendación que me ofreció la vendedora cuando le dije lo que ella significa para mí.

«¿Esto es para mí?» pregunta.

«Sí, es lo que representas para mí. Te has convertido en una especie de ángel de la guarda.»

Madison se ve realmente hermosa.

Ahora mismo no quiero pensar en nada, solo quiero dejarme llevar y vivir este momento con ella

Le hago una seña para que se voltee y poder ponerle el collar.

Queda perfecto en su cuello.

“No sé qué decirte”, comenta luego de girar, con las mejillas rojas.

“No digas nada, no hace falta”, aseguro.

Estoy demasiado cerca de su rostro, y todo lo que deseo ahora es besarla. Tal como aquella vez, solo que ahora no tengo ganas de controlar estos impulsos.

Siento mi corazón ir a mil por hora.

Ella se inclina hacia mí y es todo lo que necesito para saber que quiere lo mismo que yo.

Cierra los ojos, así que la imito, nuestros labios se rozan suavemente, hasta que en ese instante se acaba la canción de Coldplay y su celular suena al mismo tiempo.

El timbre arruina por completo el momento.

Me alejo de ella, saliendo de ese trance en el que estábamos. Madison carraspea la garganta y se guarda el cabello detrás de las orejas.

“Lo siento, tengo que contestar”.

Se pone de pie y apaga la música para poder escuchar. Yo trato de mirar a otro lado, pero es imposible que no escuche lo que va a decir.

No sé qué acaba de pasar, ¿De verdad iba a besar a Madison?

Todavía tengo el pulso acelerado, y siento que la respiración me falla un poco. Esta mujer me está volviendo loco, ¿Iba a traicionar a mi esposa?

“¡¿Qué?! No puede ser papá, ¿Dónde están?… Salgo para allá ahora mismo. No, no me importa. Ok, mantenme informada”.

Cuelga el teléfono y comienza de inmediato a recoger las cosas.

“¿Qué sucede?”

“Ah… Alec, lo siento. Tengo que irme.»

“¿Irte? ¿A dónde? ¿Qué pasó?»

Ella se voltea.

Sus ojos están llenos de lágrimas.

Definitivamente algo malo ha pasado.

“Es Caleb, se ha puesto grave, mi papá se lo ha llevado al hospital.»

“¿Qué? ¿Grave? No entiendo.»

“No lo sé, esta mañana me dijo que tenía dolor de estómago otra vez, pero que no era nada. Debí insistir en que lo llevara al médico, ¡Dios! Dijo que se lo tuvo que llevar la ambulancia…”

Lleva las manos a la cabeza y su voz se quiebra.

“Ey, tranquila, estará bien. Ya lo verás. Vámonos de inmediato.»

“¿Irás conmigo?»

“Por supuesto, primero que no puedes dejarme aquí, y será mucho más rápido si te llevo con Harry.»

“Está bien, vamos.»

La cosa debe ser grave, porque para que ella no me ponga objeciones sobre llevarla, es porque la urgencia del asunto no contempla hacerse la digna conmigo.

Salimos del karaoke y nos encaminamos directamente hacia el hospital de la ciudad de Blanco.

Madison le pide a Harry que se apresure con el vehículo, aunque tenga que romper algunas normas de tránsito.

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