La enfermera del CEO
Capítulo 95

Capítulo 95:

«Entonces no te desesperes.»

El auto se detiene a los pocos minutos después de eso.

Al bajar, me doy cuenta de que estamos frente al food truck de la otra vez. Solo que hoy está en una ubicación diferente.

¿Por qué Alec me ha traído a comer aquí?

Lo bajo del auto en silencio, sin embargo, veo que me mira con expectación, esperando que yo le dé alguna respuesta.

«¿Tenías antojo de unas donas?»

«La verdad sí.»

«¿Este es el lugar al que tenía que acompañarte con tanto misterio?»

«No, en realidad este no es el lugar. Esta es solo una parada. Pide algo para comer, lo que quieras.»

El enojo me ha quitado todo rastro de hambre, así que termino por ordenar algo bastante sencillo.

Él también se pide algo del menú, no demasiado pesado. Nos sentamos a la mesa que está afuera y comemos en silencio.

«Si querías salir, solo debiste decírmelo», comento.

«No necesito decírtelo, eres mi enfermera y tienes que venir, aunque no quieras.»

¿Por qué de pronto está tan soberbio como antes? Creo que lo está haciendo a propósito para molestarme.

«¿Sabes qué día es hoy?», me atrevo a preguntarle.

Alec enarca una ceja y me mira divertido.

«Mmmm, es viernes.»

«Me refiero a la fecha.»

«Es veintitrés de octubre, ¿Por qué? ¿Debería ser un día especial?»

«No», le digo a secas.

Me molesta mucho que él no lo sepa, y no entiendo el por qué.

No debería molestarme; si ni siquiera lo sabe.

Cruzo mis brazos luego de terminar y miro hacia otro lado.

«Bueno, ahora sí, vámonos al sitio al que tenemos que ir», anuncia.

Ya en el auto, Harry arranca en otra dirección completamente diferente. Entre más pasan las horas y él no dice nada sobre mi cumpleaños, más enojada me siento.

¿En serio no lo sabe?

Sé bien que averiguó mi dirección en el currículo, pero esto, ha decidido ignorarlo deliberadamente.

Estoy comenzando a pensar que debería decirle que me iré y que él vea como resuelve las cosas sin mí.

Quizá le pida a Patrick que venga antes, después de todo, me lo debe por esa semana de cuidado.

De pronto el auto se detiene frente a una edificación bastante inusual.

El recinto va pintado de negro y tiene unas grandes letras en fucsia neón que dice:

[Karaoke bar].

«Madison, es aquí, bájame».

«¿Aquí? ¿Estás seguro?»

«Sí», afirma.

¿Qué podría hacer Alec en un karaoke?

No lo entiendo.

Hago lo que dice sin poner oposición o cuestionárselo.

Lo único que se me ocurre es que se trate de una reunión de negocios, pero, este es el sitio menos indicado para algo así.

Avanza con la silla hasta la entrada y me hace una seña para que lo siga.

Dentro, el lugar está lleno de luces de colores azules, púrpuras, rosas, verdes y amarillas.

Hay algunas personas, pero no está tan lleno debido a la hora.

Alec avanza como si ya supiera hacia dónde va, pasa hacia la zona VIP, donde es mucho más privado y el karaoke es personalizado.

Cuando entro al lugar, ahogo un grito de sorpresa.

Hay un gran letrero que reza:

[FELIZ CUMPLEAÑOS MADISON]

En la mesa frente al asiento hay un pequeño pastel de cumpleaños con velas chispeantes. Alec se da la vuelta y me mira con una sonrisa.

“Feliz cumpleaños”, dice.

“Alec… ¿Qué…? ¿Lo sabías?»

«Claro que lo sabía»

Admite con una cara de picardía tal que me hace sonrojar.

«¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué me hiciste creer que estabas molestándome?»

«Oh no, sí estaba molestándote. Eres muy divertida cuando estás enojada. Y quería que fuese una sorpresa. Sospecho que, si te hubiera dicho de mis planes, los habrías rechazado.»

“Es que… esto es…”

Siento que mi voz tiembla, que no tengo palabras.

¿Por qué está haciendo todo esto por mí?

“Es solo un pequeño gesto para agradecerte todo lo que has hecho por mí», explica.

“¿Cómo sabías que amo el karaoke?»

“Tu hijo me lo dijo aquel día que fui a su escuela. Me contó muchas cosas en realidad.»

Mis mejillas se sonrojan como tomates, creo que voy a tener que ponerle un filtro a Caleb, ¿Qué más le habrá dicho de mí?

“Gracias, de verdad. Esto es…»

Me echo a reír, algo nerviosa…

«Es muy lindo.»

“Bueno, no podemos desperdiciar el momento, al menos tienes que cantar una canción. Tu hijo también me dijo que eras muy buena.»

“Claramente mi hijo está sobreestimando las habilidades de su madre.»

“Eso tengo que comprobarlo.»

Me extiende el micrófono y busca en la Tablet que está en la pared el repertorio de música.

Lo veo pinchar una canción al azar.

La música comienza a sonar, me hace un amago con la mano para que cante.

“¿En serio tengo que hacerlo?»

“Son mis cuidados paliativos, eso me hará sentir mejor, así que sí, es tu trabajo.»

Lo miro con los ojos fruncidos, muy bajo de su parte pretender que es algo de cuidados de enfermería.

Nunca me ha dado pena cantar, pero hacerlo frente a él por alguna razón me pone nerviosa.

Comienzo a cantar y a medida que avanza la canción me relajo más y más.

A mitad de esta, le paso otro micrófono a él también.

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