La enfermera del CEO
Capítulo 94

Capítulo 94:

Mason observa la nueva silla de ruedas eléctrica y comenta:

«Esta nueva silla que tienes es mucho mejor que la otra, ¿No es verdad?»

«Sí, es eléctrica, así que me ayuda a moverme solo con mucha más facilidad», explico.

«Mmm, me alegro. Al fin estás volviendo a la normalidad», comenta Madison.

Mason se despide de mí, y ambos nos dirigimos a nuestros autos, pero noto la mirada de Madison fija en mi amigo, lo que genera cierta incomodidad.

«¿Nos vamos ya?», pregunta Madison, pero su mirada sigue puesta en Mason.

«Sí, vámonos ya», respondo, tratando de disipar la extraña tensión.

El camino de regreso a casa es rápido debido a la falta de tráfico.

Al llegar, Madison y yo nos sentamos a la mesa junto a Jennifer para cenar. Aunque ya es costumbre tenerlas a las dos aquí, la comodidad no es algo que se haya instalado, ya que siempre comemos en silencio y con una obvia tensión en el ambiente.

La actitud reacia de Madison hacia mi esposa se ha acrecentado, especialmente desde aquella noche. Después de cenar, me despido de Jen con un beso, tratando de demostrarle que no debe sentir celos de la enfermera por ningún motivo.

«Te quiero», le digo al oído.

«Y yo a ti, mi amor», responde.

Madison me lleva en silencio hasta la habitación y me prepara para dormir después de masajear mis piernas y administrarme los medicamentos necesarios.

«Mañana no hagas planes», le advierto a Madison.

«¿Ah? ¿Por qué?», pregunta, sorprendida.

«Tengo que hacer algo urgente, no puedo posponerlo para ningún otro día», explico con determinación.

«Pero Alec, mañana es…»

«No hay discusión», corto cualquier objeción.

Sé bien que es su cumpleaños, pero quiero sorprenderla con algo especial. Si le digo que quiero darle una sorpresa, seguramente se negará.

«Como digas», responde Madison visiblemente molesta.

POV Madison

Estoy tan molesta que ni siquiera puedo pensar con claridad.

No voy a perder el tiempo explicándole a Alec por qué debería darme el día libre; después de todo, ni siquiera debe saber que hoy es mi cumpleaños.

Casi nunca quiere hacer nada, pero hoy al parecer tiene ganas de hacer de todo. Me ha hecho despertar temprano y además de lo usual, me ha pedido que me cambie yo también.

“No puedes llegar con uniforme a donde vamos»

Asegura una vez más, mientras me miro al espejo.

“¿Y a dónde vamos? No me has dicho», le pregunto, intrigada.

“Ya lo verás cuando lleguemos allá», responde enigmático.

Mi celular suena por quinta vez en la mañana.

En su mayoría, amigos recordando mi cumpleaños, pero esta llamada en particular es especial, pues se trata de mi padre y mi hijo.

“Ya vengo», le digo a Alec y salgo disparada del cuarto antes de que me pregunte de quién se trata.

Me alejo hasta el otro lado de la sala y finalmente contesto antes de que se cuelgue.

“¿Hola?»

“¡¡Feliz cumpleaños!!», gritan al unísono en mi oído.

“Gracias papá, Caleb», respondo con una gran sonrisa, aunque ellos no puedan verme.

“Mami, mami, ¿a qué hora vas a venir?», pregunta Caleb emocionado.

“En la noche hijo, después de salir del trabajo. Hoy se reincorpora Patrick, así que aprovecharé eso.»

“¿En la noche?», pregunta mi padre.

“Sí, el señor Fairchild tiene cosas que hacer hoy, no me dará el día libre.»

“¿No le dijiste que es tu cumpleaños?»

“No, y la verdad prefiero que no lo sepa. Ya me ha dado demasiados días libres y no quiero parecer una irresponsable. No te preocupes papá, en la noche estaré con ustedes. Prepárenme un gran pastel.»

“Mmmm, no sé si sea buena idea lo del pastel, Caleb otra vez está con dolor de estómago», interviene mi padre.

“¿De nuevo? Me dijiste que ya estaba mejor»

Acuso con preocupación.

“No, sí está mejor, lo digo solo porque no creo que el azúcar le siente bien.»

“Está bien, sin pastel entonces. Lo único que quiero es estar con ustedes. Nos vemos en la noche, los quiero.»

Mi padre se despide de la llamada al igual que Caleb, pero la preocupación por su estado de salud me queda presente.

Cuando me doy la vuelta, doy un respingo del susto al encontrar a Alec detrás de mí.

“¿Cuánto tiempo llevas ahí?»

“Acabo de llegar», responde con una mirada seria.

Siento que me está ocultando algo, no lo sé, su actitud está demasiado extraña.

“¿Ya nos vamos?»

“Sí, creo que ya es hora de partir.»

Ambos vamos hasta el auto con Harry en el asiento del conductor como siempre.

No vuelvo a preguntarle a dónde iremos porque es obvio que no me lo dirá; por alguna extraña razón, quiere mantenerlo en secreto.

Una idea fugaz cruza por mi mente, ¿Será que sabe que hoy es mi cumpleaños?

No, no puede ser.

¿Cómo podría saberlo?

Nunca se lo he dicho, ni él tampoco me lo ha preguntado.

Harry conduce un buen tramo, entretanto, yo voy viendo las calles de Austin a través de la ventana.

Pasamos cerca del gran puente y el río, que casi siempre está en calma.

Mientras voy viendo hacia afuera, no dejo de pensar en la conversación del otro día con Cristal.

Le he dado vueltas en mi cabeza a intentar descubrir quién es el tal Charles.

Es claro que se trata del amante, pero si ese no es su nombre real, entonces creo que jamás podré adivinar de quién se trata.

De todos modos, ¿Para qué quiero saberlo? ¿Acaso se lo diré a Alec?

Volteo a mirarlo, lleva una media sonrisa en los labios que trata de disimular, va mirando su teléfono. No sé a qué le sonríe, pero de pronto me siento mal por ello.

«¿Ya estamos por llegar?», pregunto.

Él levanta la cabeza y clava sus ojos en los míos.

La intensidad de su mirada hace que pierda el aliento.

«¿Por qué estás tan ansiosa por saberlo? De todos modos, pasarás el día conmigo. ¿O tienes algo más importante que hacer?»

«No.»

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