La enfermera del CEO
Capítulo 91

Capítulo 91:

“Señorita, voy a tener que pedirle que se retire, por favor.”

“¿Qué? ¿Por qué? Yo no he hecho nada malo.”

“Nos avisaron que está acosando a las bailarinas, así que, por favor, salga voluntariamente,” advierte.

Cada uno de sus brazos es como la mitad de mi cuerpo, ni loca me enfrentaría a él.

“Señor, ¡por Dios! ¿Cómo cree que yo voy a acosar a las bailarinas?”

Trato de apelar a su lado razonable, pero este gorila no planea dar su brazo a torcer.

“La acompaño a la salida.”

“Está bien, está bien. No hay necesidad de hacer un escándalo.”

No me queda dudas de que ella me mandó a sacar con ese terminator.

Salgo del bar con la frustración a tope.

He arruinado mi factor sorpresa y ahora ella seguramente se desaparecerá de la faz de la tierra otra vez.

Camino un poco en la calle para encontrar un taxi, tendré que volver otro día, si es que puedo hallarla.

A medio camino, una luz al fondo de un callejón llama mi atención.

Es la parte de atrás del bar, la salida de emergencia.

Dos mujeres muy alegres salen de allí y llegan hasta la calle principal.

Esta es la oportunidad que buscaba.

Espero que se alejen y salgo corriendo hacia esa puerta, pero al intentar abrirla, comprendo que está cerrada.

Es por eso que nadie la custodia.

Debe ser una de esas que se abren solo por dentro.

Voy a darme por vencida de nuevo cuando se vuelve a abrir.

Me oculto entre las sombras del callejón y cuando la chica sale, empujo una piedra mediana justo entre el marco para evitar que se cierre.

Por fortuna, ella no se da cuenta y se va sin mirar atrás.

POV Madison

Me siento como en una de esas películas de acción y suspenso.

Casi como cuando John Wick se infiltra en el hotel buscando a los que lo quieren asesinar para hacerlo primero.

Por supuesto, lo mío no va a terminar en sangre y cuerpos cortados por todos lados. Solo quiero hablar con ella sobre esa noche.

Avanzo por el pasillo lentamente, precavida de no toparme con ningún otro guardia.

Si me llegan a pillar aquí, entonces ahí sí que pensarán que soy una acosadora. Llego hasta la puerta de los camerinos.

Está abierta así que paso sin más y me escondo detrás de una cortina negra que cubre una pared de ladrillos.

Hay tres chicas allí que se están cambiando, incluyendo a la rubia con la que quiero hablar: Cristal.

“¿Por qué saliste así del escenario? ¿Qué pasó?”, le pregunta una de ellas.

“Me sentí mal, es todo”, responde con la mirada perdida.

Está poniéndose la ropa de salir, es obvio que piensa huir de allí.

“¿Estás segura? Puedo acompañarte al hospital o a casa.»

“¡No! No te preocupes, estaré bien, solo es un dolor de cabeza. Dile a Bill que me lo descuente de la noche.”

Mete todas sus cosas en un gran bolso y se dispone a salir, pero la compañera la detiene.

“Cariño, tranquilízate, estás pálida y helada, pareciera que hubieses visto al mismísimo diablo. ¿Hay algún tipo que te hizo daño afuera? ¿O una de esas esposas molestas? No te preocupes, la mandaremos a sacar enseguida.»

“No lo entiendes, tengo que irme ahora mismo, Barbie, si esa mujer me acusa…»

“Tranquila, salir huyendo ahora no es la mejor opción, déjame ir con los de seguridad y la echamos.»

“Ya la mandé a sacar, les dije que estaba acosando alas chicas. Pero podría seguir ahí afuera.»

“¿Cómo es?»

Cristal comienza a darle una descripción bastante detallada de mí. Para haberme visto fugazmente solo dos veces, tiene excelente memoria.

Las dos chicas hacen que se siente y le dicen que todo estará bien.

Luego, la dejan sola para averiguar de mi paradero.

Esta es mi oportunidad, si no la enfrento ahora, no podré hacerlo después.

Ella se encuentra de espaldas a mí, suspira con fuerza y se dispone a levantarse e irse, al dar la vuelta se queda estupefacta cuando se encuentra frente a frente conmigo.

Abre los ojos como platos y casi puedo ver como le brinca la enorme arteria del cuello.

“¿Cómo entraste aquí? ¡Seguridad!», grita.

“No por favor, no me eches. Necesito hablar contigo, te juro que no vengo a acusarte de nada», le digo apresuradamente, con la esperanza de que eso la haga tranquilizarse.

“¿Ah no?»

Retrocede con precaución a pesar de que trato de mantener la distancia.

“No. Solo quiero saber por qué Jennifer Fairchild te contrató para hacerle esas fotos a su esposo.»

Ella vuelve a sorprenderse, pero acomoda el rostro de inmediato.

“Creí que pensabas que era una ladrona.»

“Sé mucho más de lo que crees.»

“No lo creo, de ser así no estarías aquí. Si has venido a sacarme información, pierdes tu tiempo, porque no sé nada.»

“Vamos, no seas así. Ella te contrató para hacerlo, ¿No es así?»

“No voy a admitir nada, ¿Qué me consta que no estás grabando esto para luego incriminarme con la policía?»

“Te juro que no estoy grabando.»

Le muestro mis bolsillos y me doy una vuelta entera para que vea que no llevo nada.

“Por favor, solo dime, ¿Por qué te pidió hacer eso?»

Cristal mira a todos lados y suspira.

“Mira, no quiero problemas. La verdad es que prefiero no decir nada. Nunca debí involucrarme en problemas de gente rica.»

“Puedo pagarte por la información», ofrezco.

Ella me evalúa de arriba abajo y bufa.

“Tú no tendrías con qué pagar mi información.»

Escucho pasos a lo lejos, Cristal lo aprovecha para alejarse más de mí y volver a llamar a seguridad. Las dos chicas que estaban antes entran otra vez y se ponen delante de ella.

“¡Seguridad! ¡Seguridad!», gritan.

“¡Cristal! ¡No puedes permitir que lastimen a un hombre inocente!», le grito.

Sin embargo, ella se mantiene refugiada detrás de las dos mujeres y los guardias.

En esta ocasión me echan a la calle de frente, y cierran bien la puerta sin darme oportunidad a volver.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar