La enfermera del CEO
Capítulo 90

Capítulo 90:

Me pone nerviosa tener que enfrentar a esa mujer, aunque no pretendo encararla ni mucho menos.

Solo quiero que me dé un poco más de información sobre ella, quizá pueda confirmar y descubrir quién es el hombre con el que engaña a Alec.

‘¿Y luego qué piensas hacer con esa información? Ya habías dicho que no le dirías nada. No es tu problema, entonces, ¿Qué harás?’, cuestiona esa vocecita en mi cabeza.

No lo sé, no sé qué voy a hacer con lo que descubra esta noche, pero al menos avanzaré hasta llegar a ese dilema.

Le pago al hombre al llegar y me bajo. El bar lleva por nombre “The Sweet Night”, en letras rojo neón. Desde fuera puedo escuchar la música urbana sonando a todo volumen. Es evidente que no se trata de un lugar familiar.

Un guardia en la puerta me mira con curiosidad, mas no me dice nada, me deja pasar con normalidad.

Dentro el lugar lleva luces rojas, azules y púrpuras que danzan por todos lados al ritmo de la música. Al fondo hay un gran escenario con tres palos de pole dance distribuidos de formas iguales.

Hay varias mesas y todas están repletas de hombres, quienes sirven son chicas con muy poca ropa, mientras en la tarima, tres mujeres prácticamente desnudas bailan de forma sensual.

“Bueno, creo que esto no es solo un bar», digo para mí misma.

La música está tan alta que ni siquiera alcanzo a escuchar mi voz.

Busco lugar en la barra, el barman me mira esperando a que pida una bebida, así que le ordeno una cerveza para salir del paso mientras busco con la mirada a esa mujer.

Hay muchas chicas, y varias de ellas son rubias.

Con la luz así y el gentío, creo que la tarea se me va a hacer mucho más difícil de lo que pensé. Quizá ella ni siquiera esté aquí.

“¿Esperas a alguien?», me pregunta el barman.

Se queda mirándome mientras seca un vaso de vidrio.

“Ah… no, en realidad busco a alguien», contesto con un tono alto para que me escuche.

“De hecho, ella trabaja aquí.»

“Oh, ya veo”

Asiente el barman con una sonrisa.

Sospecho que malinterpretó mis palabras, pero tal vez me pueda servir.

Eso me recuerda a la mentira que le dije a la señora sobre ser lesbiana, ¿Quién diría que la volvería a usar ahora?

Me río conmigo misma y el barman se da cuenta.

“¿De quién se trata?”, me pregunta.

Es en ese instante cuando me doy cuenta de que no sé ni su nombre.

Quizá si lo supiera él podría ayudarme.

“Ah… no sé su nombre en realidad.”

“Por supuesto, todas nuestras chicas aquí usan nombres artísticos. Por ejemplo, ella es Estrella,” dice señalando a una despampanante morena.

“Y aquella de allá es Topacio.”

De golpe se me viene a la mente el momento.

Recuerdo muy claro cuando Jennifer la llamó a los gritos por un nombre.

En ese entonces no le presté demasiada atención, pero quizá era a ese nombre artístico al que se estaba refiriendo.

“¿Cristal?”, pregunto.

“¡Oh! Cristal, sí, ella es toda una diosa, muy solicitada, por hombres y mujeres también. ¿Te doy un consejo, cariño? No te enamores de ella, es una rompecorazones.”

“Lo intentaré,” le digo dando un sorbo a la cerveza.

“¿Está aquí esta noche?”

“Sí, de hecho, ahí está,” señala hacia la tarima.

La chica que estaba en el poste de pole de la izquierda se va, y seguido entra la mujer que estoy buscando.

Cristal, la rubia guapa de labios rojos carmín, lleva un traje de baño muy diminuto de color blanco.

De inmediato comienza a bailar con bastante agilidad en el pole mientras un grupo de hombres frente a ella le arrojan billetes verdes.

“Gracias.”

Tomo mi cerveza y me bajo de la barra para acercarme a ella.

Hasta el momento, no me ha notado y prefiero que se mantenga así.

Después de todo, yo la acusé de ladrona.

Si me ve, podría salir corriendo, o pedir que seguridad me saque.

Cristal baila con destreza y libertad, se nota que disfruta de su trabajo.

Me gustaría tener un poco de esa confianza; claro que, no para bailar frente a un montón de desconocidos, pero sí al menos para hacerlo con Liam.

La canción que baila se acaba y pasa a la siguiente.

No tengo idea de cuánto demorará esto, tampoco es que tenga demasiado tiempo. Me acerco un poco más, siempre intentando ocultarme detrás de los hombres que están ahí. Sin embargo, en cierto momento, ella dirige su mirada hacia mí.

Creo que no me reconoce, pero cuando vuelve a girar su cuerpo, su sonrisa se esfuma por un breve instante y casi pierde el equilibrio.

¡Maldición!

Se dio cuenta de quién soy.

Apresura su danza, que ahora se ha vuelto algo torpe y poco sensual.

Los hombres empiezan a emitir murmullos de disgusto.

La canción acaba y ella recoge todo el dinero apresurada.

“¿A dónde vas, bonita?”, le cuestiona uno de ellos.

Ella no responde, simplemente toma los billetes e intenta correr tras el escenario.

“¡Espera!”

Le grito, sin embargo, Cristal parece decidida a huir de mí como si hubiese visto al mismo diablo.

Sale corriendo hacia atrás del escenario, yo trato de seguirla, pero un guardia enorme en la puerta del backstage me lo impide.

“No puede pasar por aquí señorita.”

“Usted no entiende, es urgente, necesito hablar con Cristal.”

“Tendrá que esperar a que ella salga. Aquí solo puede pasar el personal autorizado.”

Chasqueo la lengua mientras me alejo de él.

Será inútil que intente pasarlo.

Es obvio que no me dejará.

Se me ocurren varias ideas sobre cómo podría entrar a esos camerinos, cada una más loca que la anterior.

Estoy segura de que ella no saldrá hasta que se asegure de que yo me haya ido.

Termino el último sorbo de la cerveza cuando de la nada, un tipo de seguridad se me acerca.

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