La enfermera del CEO -
Capítulo 87
Capítulo 87:
Lo más sorprendente de todo es que ha decidido traerle una sopa de pollo caliente, medicamentos, y un videojuego de PlayStation 4 para que pase el tiempo.
“No sabía que conocías los gustos de Patrick», comento cuando veo el juego en sus manos.
“¿Acaso crees que no hablamos en las noches? Él me ha estado cuidando desde que pasó todo esto», dice señalando sus piernas.
«Algunas veces que no podía dormir, jugamos también».
“No te lo tomes a mal, pero creí que no te importaba», admito.
Él enarca una ceja y suelta un bufido.
“¿Eso es lo que piensas de mí?”
Su tono de molestia implícito en su pregunta me hace pensar que de verdad le molestó.
“Ah…”
“¿Es aquí señor?», pregunta Harry interrumpiéndome.
“Sí, esta es».
El departamento de Patrick parece bastante modesto, aunque mucho más lujoso que el cuartucho donde yo vivía; y en el cual perdí todas mis cosas. Incluso su edificio tiene ascensor, cosa que agradezco, porque subir en la espalda a Alec por cinco pisos en esas escaleras, habría sido la muerte para mí.
“Debimos haberle avisado que veníamos», le digo a Alec antes de tocar la puerta.
“¿Por qué? ¿Acaso crees que nos mintió para tomarse unas vacaciones?», se echa a reír al mismo momento de terminar esa pregunta.
Sonrío sin poder evitarlo, su cara se ilumina de manera hermosa cuando se ríe.
Llamo a la puerta de Patrick, y desde dentro se escuchan sus pasos arrastrando los pies.
Abre, pero queda solo un cuarto del espacio debido a la cadena que sujeta la puerta.
“¡Ay!», exclama con un sonido nasal.
Solo el poco de espacio que deja entreverlo, me confirma al cien por ciento que no está mintiendo.
Se ve terriblemente mal.
Sus ojos están rojos y unas grandes ojeras le llegan hasta la mitad de las cuencas. Se ve congestionado y algo perdido.
“Patrick, hola», saludo.
“¿Madison? ¿Qué estás haciendo aquí?», interroga.
“En realidad, no vine sola», dice Alec a mis espaldas.
Patrick vuelve a cerrar la puerta para sacar la cadena y esta vez la abre mucho más.
“¿Señor Fairchild? ¿Qué hace aquí? No debió haber venido», reprende.
Principio del formulario
“Te ves muy mal”, digo con toda la sinceridad posible.
Saco del bolso que traje un par de mascarillas, le coloco una a Alec y otra a mí, para evitar el contagio.
“Le dije que estaba enfermo»
Mira a Alec como si estuviese regañando a un niño chiquito.
“Lo sé, pero no podía dejarte así sin al menos traerte cosas para que te mejores”.
“¿Tan mala es ella que no podría aguantársela una semana?”, bromea.
“¡Ey!”, reclamo.
Los dos se echan a reír, pero Patrick tose como un desquiciado en medio de esa carcajada. Se cubre la boca con el interior del brazo y pide disculpas.
“Dale lo que trajimos”, me pide.
“Toma, es una sopa de pollo, medicinas y un videojuego”, explico.
Patrick toma la bolsa y lo primero que saca es el juego.
Levanta la mirada con emoción.
“¿Cómo sabía que quería jugarlo?”, pregunta. Sus ojos están hechos agua, aunque no creo que sea por la gripe.
“Lo mencionaste hace un tiempo, recuerdo haberte escuchado”, confiesa Alec.
Me quedo mirándolo.
Nunca hasta ahora había notado que Alec le tiene bastante aprecio a Patrick, como un amigo o un hermano tal vez.
“Muchas gracias por esto, de verdad”.
“De nada Patrick, espero que te recuperes pronto”.
Le sonrío con calidez, no me acerco a abrazarlo, aunque parezca que eso es lo que necesita con urgencia.
“Descansa, vuelve cuando te encuentres mejor. No te preocupes, Madison no te quitará tu puesto”, le asegura Alec con un guiño.
Patrick se ríe, esta vez con mayor cuidado para no toser como loco.
Volvemos abajo y salimos del edificio, pero al llegar a la calle principal, nos damos cuenta de que Harry no está.
“¿A dónde se fue este hombre?», pregunto con voz alta.
“Lo llamaré.»
Alec saca su celular y espera un par de segundos hasta que le contesta.
Murmura un:
“Aja”, “Ok”, “Iremos”, y luego cuelga.
“Parece que esta es zona de prohibido estacionar, tuvo que irse dos cuadras más arriba, tendremos que ‘caminar’”, hace comillas en esa última palabra a modo de chiste.
“Bien, vamos.»
Él empieza a avanzar en su silla y yo ando a su lado en silencio. De rato en rato volteo a mirarlo, y me da la impresión de que hace lo mismo conmigo.
“¿Quieres decirme algo?», pregunta.
“¿Ah? ¿Qué? No, no… bueno, la verdad sí. Es que, no creas que pienso mal de ti, lo que dije en el auto, no me refería a…»
Comienzo a balbucear sin saber cómo hilar la idea de lo que trato de explicar.
Él se echa a reír y me interrumpe.
“Sé a lo que te refieres. Cuando te contrató mi esposa no fui el más cálido contigo, y pocas veces me refiero a los demás empleados por su nombre. Voy a confesarte un secreto.»
Se detiene y me hace una seña para que me acerque.
«No soy bueno recordando nombres», susurra.
Me echo a reír, pero cuando él se queda serio veo que no está bromeando.
“¿Lo dice en serio?
“Sí, siempre he sido malo para eso, y como todos los que están en la casa son nuevos, la verdad es que lo olvido. Pero con Patrick no ha sido así por la frecuencia que lo veo. Para ser honesto, lo veo como un amigo además de ser mi enfermero y fisioterapeuta. Y le traje esas cosas porque sé que él no tiene a nadie”.
“¿A qué te refieres?”
“Patrick es huérfano como yo. Sus padres también murieron hace mucho”.
No tenía idea de esa información.
Reanudamos la marcha, sin embargo, ya no me siento tan incómoda a su lado.
Alec Fairchild siempre termina por sorprenderme de maneras que nunca imaginé.
Después de todo, no mentí cuando le dije a mi papá que él tiene un gran corazón.
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