La enfermera del CEO
Capítulo 81

Capítulo 81:

“¡¿Qué?!”, exclamo con furia.

“Usted es un…!”

“Tyler”, interrumpe Alec.

“Es claro que estás borracho. Por favor, deja ir a Madison”.

“¡Ni quien quisiera retenerla aquí, ja!”, responde Tyler, echándose a reír y lanzando una serie de improperios contra mí mientras se aleja.

“¿Qué quería?”, pregunta Alec, visiblemente preocupado.

“Nada importante, solo está fuera de sus cabales”, respondo sin dar muchos detalles.

“No puedes alejarte así con él ni con ningún otro en esta fiesta”, acusa Alec, su tono de voz haciéndome sentir como si me estuviera reprendiendo.

Para mi sorpresa, pasa al jardín sin tanto problema, lo cual quiere decir que no había tenido inconvenientes para hacerlo antes.

“¿Disculpa?”

“Te fuiste de mi lado sin decirme nada. Madison, ninguno de estos empresarios es de fiar”.

“¿Eso es todo lo que dirás? Ni siquiera me defendiste de las acusaciones de ese sujeto”, reclamo.

“Porque es inútil, nada de lo que le diga ahora podría servir de algo. Además, sé muy bien que son puras calumnias”, responde Alec, haciendo que mi enojo merme un poco.

Aun así, me molesta la forma controladora en la que me ha pedido que no me aleje de su lado.

Sé que lo hace por querer cuidarme, pero no deja de ser algo que siento que va más allá del ámbito profesional.

“Si esta gente es tan hipócrita, no debiste haber venido”, le reprocho.

Alec se echa a reír, pero no hay ni un ápice de gracia en ello.

“No lo entenderías, este no es tu mundo después de todo”, dice, sus palabras lastimándome más de lo que quisiera admitir.

Estoy por responderle cuando veo a lo lejos que se acerca su esposa con un flamante vestido rojo.

Abro los ojos como platos, Alec se percata de mi reacción y entonces voltea para ver qué es lo que me ha sorprendido tanto.

La mujer llega hasta nosotros en un segundo.

“Jennifer, viniste”, murmura Alec con sorpresa.

“Vi tu mensaje al final, creo que tienes razón mi amor, debo acompañarte sin importar lo demás”, le dice, agachándose hacia él y dándole un beso largo en los labios.

El sentido común me dice que voltee a otro lado, pero no lo hago.

Siento como si un dolor punzante y agudo me estrujara el corazón.

No debería dolerme, no debería siquiera importarme, pero aquí estoy, sintiéndome mal por ver a Alec besándose con su esposa.

Cuando ella se levanta dirige su vista hacia mí, me mira de arriba abajo con desdén.

“Ya puedes irte”.

“¿Qué?”, preguntamos él y yo al unísono.

“Amor, has traído a la enfermera en sus horas libres para que te haga compañía y te cuide, pero ya no es necesario, por esta noche y el fin de semana puedo cuidarte yo”.

“¿Lo dices de verdad?”, pregunta Alec, la esperanza asomándose en su voz, y eso de nuevo me rompe el corazón.

He sido una tonta

¿Cómo he podido pensar que él siente algo por mí?

Está claro que he malinterpretado sus acciones para conmigo.

“Claro que sí, mi amor”, responde Alec, acariciando su cabello.

Luego voltea a mirarme.

“Anda, vete. Este fin de semana puedes quedarte en tu casa”.

Lo dice como una sugerencia, pero sé bien que no lo es.

Miro a Alec esperando una respuesta de su parte, pero se queda callado mirando como un embelesado a su mujer.

Siento que un nudo de empieza a formar en mi garganta.

Esto me pasa por olvidar el lugar que me corresponde.

Ya lo ha dicho él de todos modos.

Nunca lo entendería porque este no es mi mundo.

“Como diga, señora Fairchild”.

Doy pasos de largo con paso apresurado, no quisiera que me vieran llorando, ni mucho menos que me cuestionen el motivo.

“Madison, espera”, llama Alec.

Me detengo sin voltear a verlo.

“Dile a Harry que te lleve”.

“No se preocupe, señor Fairchild, tomaré un taxi”, le digo al taxista mientras camino rápidamente evadiendo personas en el salón y posteriormente a la prensa que todavía se aglomera en la parte de afuera.

Ahora que me ven salir sola, no les causo tanto interés.

Voy hasta la calle y tomo el primer taxi que pasa. Una vez adentro y ahora que estoy sola, dejo fluir las lágrimas que estaban deseosas por salir.

¿Por qué carajos tiene que afectarme?

Tonta.

Tonta Madison.

Eso me pasa por creer que podría ser algo que no es. Por supuesto que Alec no siente nada por mí, él ama a su esposa y eso yo lo sé muy bien.

Aunque ella solo sea una falsa que busque su fortuna, mientras él el cumpla en fidelidad, Jennifer no podrá salirse con la suya.

El taxista me mira de reojo por el retrovisor y me alcanza un paquete de toallas para secar mis lágrimas. No pregunta nada más que la dirección de mi casa, así que se la indico.

Será un viaje largo, pero necesito poner toda la distancia posible entre Alec Fairchild y yo.

Tengo que aterrizar y volver a la realidad.

Después de todo, yo solo soy la enfermera.

Llego esa noche a mi casa con los ánimos por el suelo.

Todavía no puedo creer que Alec no hizo nada para detenerme, pero siendo sincera conmigo misma, ¿Qué esperaba que hiciera?

¿Qué le dijese a su esposa que se fuera y que yo me quedaría con él?

¡Vamos Madison!

Sé realista.

Solo eres una tonta que se imaginó cosas que no son.

Es bastante tarde, así que trato de no hacer ruido, mi hijo y mi padre deben estar durmiendo.

Como la mujer de Alec me dio el fin de semana libre, aprovecharé para pasar tiempo de calidad con mi hijo.

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