La enfermera del CEO -
Capítulo 79
Capítulo 79:
Madison está de pie frente a mí con ese vestido azul marino que escogí. La silueta de su cuerpo se ve perfecta en él.
Sus mejillas están ligeramente rosadas, lleva el cabello semi recogido en un moño y un maquillaje acorde a la ocasión.
No podría verse más preciosa.
“¿Puedes abrocharme el cierre? No alcanzo», me dice Madison con timidez, rompiendo el silencio tenso que se había formado.
“Ah… sí, claro”, respondo, tratando de ocultar mi nerviosismo.
Le hago un gesto para que se acerque.
Con torpeza, Madison tropieza con los tacones antes de llegar frente a mí.
Trato de contener la risa y mantener mi semblante serio, pero por dentro mi corazón está palpitando acelerado al verla.
Se sienta sobre mis piernas de espaldas a mí, y entonces puedo ver el tatuaje que mencionó en la parte baja de su espalda, demasiado cerca de una zona que no debería ver.
La tentación de rozar mis dedos por su piel me nubla el juicio por un momento, pero me contengo. Trago en seco y comienzo a subirle el cierre, evitando rozar su piel.
Sus hombros quedan al descubierto y solo hay un pensamiento en mi mente:
¡Bésala!
En ese momento, Patrick vuelve a entrar y ella se levanta de un salto, alejándose de mí a una velocidad que no debería ser normal.
“¡Wow! Madison, ¡Te ves increíble!”
Halaga Patrick.
“Gracias, Pat”, responde ella con una pequeña venia.
“Deberías tomarte una foto para mandársela a tu hijo”
Sugiere Patrick.
“¡Claro! Si tenía pensado hacerlo”, responde Madison.
“Vamos afuera, ahí te verás mejor”
Sugiero, tratando de recuperar la compostura.
Salimos hasta la sala y Madison se posiciona frente a uno de los muros de piedra que adorna la casa, posando tímidamente para la cámara de Patrick.
“¿Qué tal si pones el brazo así y cruzas la pierna?”
Indica Patrick como todo un profesional.
“No sabía que también eras fotógrafo”, comenta Madison.
“No lo soy, pero sí es un hobbie para mí”, responde Patrick encogiéndose de hombros.
Patrick le toma varias fotos y cuando creo que ya ha terminado, ella me hace una seña para que me acerque.
“Tómate una conmigo.”
No recuerdo haberme tomado una foto desde mi accidente. No me gusta la imagen que proyecto en la silla, así que dudo.
“Amm, no, está bien así”, respondo, pero ella insiste.
“Oh vamos! No puedes decirme que no, me hiciste ponerte este vestido, así que tienes que aceptar la foto”, discute Madison.
Suspiro y termino aceptando la propuesta. Una vez más, Madison Jones logra sacarme de mi zona de confort.
Patrick nos toma la foto y le devuelve el celular a Madison.
“¿Me la enviarás?”
“Sí, ajá”, responde ella, pero no sé por qué tengo el presentimiento de que no lo hará.
Salimos y tomamos el auto para ocasiones especiales.
Jennifer no vendrá, es inútil esperar por ella, y a decir verdad, ya no me importa.
Le pido a Patrick que me ponga en la parte de atrás para poder ir al lado de Madison. Ella no pone ninguna objeción y entonces arrancamos camino a la gala.
El lugar escogido esta vez es el hotel ‘Chateau Bellevue’, un hermoso lugar con aspecto de castillo de la época victoriana.
Algo que destacarle a Tyler Collins es que siempre escoge los mejores sitios para sus eventos de beneficencia, aunque una persona necesitada nunca podría siquiera poner un pie en ellos.
“Ese es el lugar”
Le indico a Madison cuando vemos el hotel frente a nosotros.
“¡Wow! Es espectacular”, dice ella asombrada.
Harry se estaciona en la zona para discapacitados, y luego de bajar, nos aproximamos a la entrada que se encuentra llena de periodistas y paparazzi.
En el primer segundo en que me ven, intentan agolparse como locos frente a mí.
“Madison”, la llamo, y ella asiente, comprendiendo mi indicación.
Se coloca delante de mí e impide que se acerquen más.
A pesar de eso, no paran de acosarme con preguntas.
“Señor Fairchild, ¿Puede contarnos algo de su accidente?”, pregunta una de las reporteras.
“Señor Fairchild, ¿es cierto que su empresa está haciendo despilfarros y por eso hay un deterioro de sus productos alimenticios?»
‘¿Qué?’.
La pregunta me toma desprevenido.
¿De qué está hablando esa mujer?
“CEO Fairchild, ¿Dónde está su esposa? ¿Es ella su nueva novia?”, pregunta otro periodista.
En cuanto la jauría de periodistas escucha eso, se lanzan ahora sobre ella.
Las fotos y los flashes no nos dejan ver bien por dónde vamos.
“No daré ninguna declaración, por favor, déjenme pasar, tengan un poco de respeto con alguien discapacitado”, les pido.
Parece que su moral no ha sido del todo cercenada, porque al decirles esto, finalmente se hacen a un lado y nos dejan avanzar.
En la entrada, el guardia verifica que soy yo y por fin entramos a la gala.
“Eso fue horrible…”, comenta Madison con la respiración agitada.
“Lo siento, debí advertirte de los paparazzi. Pero no te preocupes, acá dentro no habrá más de esos buitres molestos”
Intento calmarla.
Ella está por decir algo cuando enseguida se acerca el dueño de la gala, el mismísimo Tyler Collins en persona.
Un mesero pasa antes de que llegue y toma dos copas.
“¡Estás vivo!”, exclama haciendo referencia al monstruo literario.
“¡Alec Fairchild! No lo puedo creer”.
Me entrega una de las copas de vino y la choca con la suya a modo de brindis. Recibo la bebida sin poner ninguna queja, como siempre, la diplomacia y la falsedad son lo que lo envuelve.
“Tú me invitaste, no iba a faltar”, respondo con cortesía.
“Creí que no vendrías, si te soy sincero, pero me alegra que estés aquí”, replica.
“Muchas gracias”, respondo con la misma sonrisa hipócrita que me da.
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