La enfermera del CEO
Capítulo 77

Capítulo 77:

“¡Hola!”

Saludo con animosidad.

“¡Ey Mads! ¿Cómo has estado? Te extraño un montón, no te imaginas cuánto”, asegura.

Le lanza un beso a la pantalla y yo pretendo atraparlo con una mano.

Verlo me hace sentir mucha culpa, ¿Cómo es posible que yo esté pensando en Alec a pocos segundos de ver a mi prometido?

No puedo hacerle eso.

“Yo también te extraño un montón, siento que falta una eternidad para que vuelvas”.

“Ya no falta tanto, solo nueve meses”.

“¿Nueve? Espera, ¿a qué fecha estamos?”

Miro el calendario y me doy cuenta que estamos a poco de entrar a octubre.

“A nada de tu cumpleaños, baby.”

Hace un bailecito gracioso a través de la pantalla que me hace reír.

“Es cierto, lo había olvidado”.

“¿Dónde estás?”, pregunta ladeando la cabeza.

“Se parece al departamento donde nos hemos visto antes.”

“Ah sí, me mudé”.

“¿Te mudaste? ¿Por qué? No me lo habías contado”.

“Lo siento, con todo el tema de la mudanza y eso se me olvidó”, le digo con una risita nerviosa.

“Mads, ¿estás bien? Te noto diferente, estás… no lo sé, extraña”.

Increíble que se dé cuenta a tantos millones de kilómetros de distancia.

“Estoy bien Liam, no te preocupes por mí. Solo estoy demasiado cansada. Debes cuidarte mucho allá, por favor,” le aseguré con un suspiro.

“Lo hago. Hay días mejores que otros, pero estaré bien. Saluda a Caleb y a Beau por mí,” respondió Liam desde la pantalla.

“Así lo haré”

Prometí antes de que la llamada se cortara abruptamente, dejándome con un sentimiento de inquietud.

No estoy segura de que hubiera podido corresponder a ese ‘te amo’.

Es tarde, así que me echo a dormir o al menos a intentarlo.

Me despierto con el sonido de gritos a lo lejos.

Pego un brinco de la cama y salgo a toda prisa pensando que le habrá pasado algo malo a Alec.

“¡¿Cómo puedes hacerme esto?!”

Escucho a la esposa de Alec gritar desde el otro lado de la casa.

“Jennifer, no entiendo cuál es tu maldito problema. Voy a ir a esa gala de beneficencia te guste o no,” responde Alec con firmeza.

“¡Bien! Ve entonces, pero no cuentes conmigo, no pienso ir,” replica Jennifer antes de salir de la sala, dejando un ambiente tenso a su paso.

“Lamento que hayas tenido que ver eso,” dice Alec con pesar.

“¿Qué sucede?”

Le pregunto, preocupada por la discusión que acabo de presenciar.

“Jennifer no quiere que vaya a la gala, ella tampoco quiere ir,” me explica Alec, visiblemente frustrado.

“¿Por qué?”

Inquiero, tratando de entender la situación.

“Dice que ha tenido muchos problemas con el hijo del CEO de la Diamond Company. Son los que organizan la fiesta, pero yo no me puedo dar el lujo de no asistir. Son mi competencia directa, si no voy, quedaré como un tonto egocéntrico que no es capaz de donar ni el uno por ciento de su fortuna a los necesitados. O al menos así me harán quedar. Tengo que ir sin importar qué tan mal nos llevemos,” explica Alec con resignación.

“¿Esa es la que me dijiste que tenía que asistir?”

Recuerdo nuestra conversación anterior.

“Sí, y vendrás conmigo. Si ella no quiere venir, entonces tú serás mi acompañante,” declara Alec con determinación, pero su propuesta me hace sentir incómoda.

Quiero decirle que no, que está cometiendo un terrible error.

¿Cómo puede preferir a su esposa en mi lugar?

Pero una voz en mi cabeza me recuerda que soy su enfermera, y sin mí, no podría ir.

“No tengo nada que ponerme para una gala, no suelo asistir a ese tipo de lugares,” le comento, buscando una salida.

“Por eso no te preocupes, ya mandé a traer un vestido para ti,” me informa Alec, pareciendo sorprendido por mi objeción.

“¿Qué? ¿Por qué haces esas cosas sin preguntarme antes, Alec?”

Le reprocho, sintiéndome abrumada por su gesto.

“Creí que era obvio que no tienes un vestido para eso”

Se justifica Alec, pero mi frustración crece.

“Sí, pero, ¿Siquiera pensaste en qué color quería? Podría al menos haber escogido,” le reprocho, cuestionando sus decisiones.

“Lo escogí azul rey”

Revela Alec, y su respuesta me deja sin aliento.

No puedo evitar preguntarme si realmente me ha analizado tanto como para saber mi color favorito, o si es solo una mera coincidencia.

Me quedo callada y eso le genera una sonrisa de victoria.

“Atiné, ¿Verdad?”

Afirma con seguridad.

“De todos modos debes consultarme, no se supone que gastes en mí de esa manera, tu esposa se molestará,” le advierto, preocupada por las posibles repercusiones.

“A mi esposa hace rato que ha dejado de importarle lo que yo hago, ni siquiera lo notará,” responde Alec con cierta resignación.

“¿Qué quieres decir?”, pregunto, preguntándome si Alec ya se habrá dado cuenta de que su esposa lo detesta.

“Nada, no importa. La gala es en la noche, así que ahora podemos empezar con el tratamiento para mi TEPT,” dice Alec, cambiando de tema con un suspiro.

“¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Ya te dije que no creo que yo sea la indicada para ayudarte,” expreso mis dudas nuevamente.

“Tienes que tener un poco más de confianza en ti misma. Eres la única a la que dejaré intentarlo, si no funciona, pues lo dejamos así,” me asegura Alec, intentando infundirme ánimo.

“¿Dónde está Patrick?”

Cambio de tema, tratando de desviar la conversación hacia algo menos incómodo.

“Se fue antes de que despertaras. ¿No te has dado cuenta de la hora?”

Señala Alec, y al revisar mi celular, me doy cuenta de que ha pasado más de una hora desde que debía estar despierta y trabajando.

“¡Por Dios!”, exclamo mientras corro de vuelta al cuarto para cambiarme, sintiendo las carcajadas de Alec resonar a lo lejos.

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