La enfermera del CEO -
Capítulo 75
Capítulo 75:
“¿Qué quieres ver?” pregunta.
“No lo sé, ¿y si escoges tú?”
“No creo que te gusten el tipo de películas que yo disfruto,” asegura.
“Déjame adivinar, ¿Comedias románticas con mil y un clichés hechos a la medida de quien lo consume?” cuestiono divertido.
Ella enarca una ceja y me mira como si le hubiera dicho la ofensa más grande del mundo.
“¿Por qué crees que por el simple hecho de ser una chica me gustan las comedias románticas?”
“Es lo usual, no digo que deba gustarte si no sí, solo estoy suponiendo,” digo encogiéndome de hombros.
“Pues supones mal, no es ese el género que me gusta”.
“¿Entonces cuál es?”
“Mmm, terror, suspenso, misterio”.
“¿Eso? ¡Pff!”
Bufo burlándome.
“¿Qué quieres ver? ¿El juego del miedo, el conjuro, la bruja de Blair?”
“Ya las vi”
Asegura echándose a reír.
“Busquemos uno nuevo entonces, algo que no hayas visto,” sugiero.
“Para eso tendríamos que ir al cine.”
Madison termina de hacer mis ejercicios y deja mis piernas reposando sobre la cama.
He notado que desde que ella está aquí, no me ha hecho falta volver a tomar antidepresivos.
Accedí a ir a la terapia como le prometí, el doctor ha estado viniendo a mi casa porque es mucho más sencillo para mí así.
Y creo que me ha ayudado a algunas cosas, aunque todavía no me siento listo para dar pasos más grandes.
“Vamos entonces.”
Ella se voltea y me mira con sorpresa.
“¿Qué? No lo dices en serio,” responde con una risa nerviosa.
“Lo digo en serio”.
“Pero Alec, ¿Cómo podríamos ir al cine? E…”
Levanto una mano para interrumpirla.
“No, no te atrevas a decir que no puedo porque estoy en silla de ruedas”.
“Eso no era lo que iba a decir”.
“Entonces está decidido. Iremos al cine. Incluso puedo hacer que Harry vaya a buscar a Caleb. ¿Ya es medio día verdad? Ya ha salido del colegio”.
“Espera, todavía no te he dicho que sí”.
“¿No fuiste tú la que me convenció de que tenía que salir y hacer cosas y no estar encerrado todo el día?”, cuestiono.
“Bueno sí, pero…”
“Eso es lo que quiero hacer”.
Madison me mira con los ojos muy abiertos, como si no pudiera creer lo que estoy haciendo.
Lleva una mano a su rostro.
Ya no tiene la inflamación de aquella noche, pero todavía se le ve un poco rojizo.
“Te ves bien, un poco de maquillaje y no se notará”.
“Alec, ni mi padre ni mi hijo saben lo del robo. Tampoco que me estoy quedando aquí, y no quiero que lo sepan”.
“¿No les dijiste? ¿No crees que deberían saberlo?”
“No, si mi padre se enterase se pondría como loco, y no quiero preocupar a mi hijo. Es muy pequeño como para tener que angustiarse por su mamá. Su deber es estudiar y ser un buen niño”.
Madison me coloca sobre la silla de ruedas y empieza a alistar las cosas para nuestra salida. Parece dispersa, distraída.
Tomo su mano y la detengo.
“Si no quieres que lo sepan, no lo sabrán, descuida,» le aseguro a Madison mientras nos preparamos para salir.
Se zafa de mi agarre y continúa guardando las cosas en una mochila.
Entre más tiempo paso con ella, más me doy cuenta de que estoy empezando a sentir algo más que meramente un trato profesional entre los dos.
No sé decir qué es, o tal vez no quiero admitirlo, simplemente, me gusta su compañía, me gusta la forma en la que ella me hace sentir vivo.
Salimos de la casa con Harry, quien ya se ha habituado a estar disponible cada vez que lo necesitamos. El cine no nos queda demasiado lejos, así que le pido que estacione a unas pocas cuadras.
“Todavía falta, ¿Por qué quieres bajar aquí?”, pregunta.
“Quiero pasar por un lugar primero. ¿Puedes esperarme aquí?”
“Ah… sí claro,” me dice con una media sonrisa.
Me alegra que no me haya cuestionado si soy capaz de hacerlo solo, habría sido demasiado vergonzoso para mí.
Sé que dentro de un mes se acerca su cumpleaños.
La fecha estaba en su currículo.
Cuando estaba por despedirla, memoricé cada parte de ese papel. Siento que debo hacer algo especial por ella.
Hay una joyería cerca de aquí, y este es el único momento en que puedo venir a comprarle un regalo sin que sea demasiado obvio.
Solo espero que no me siga.
Doy vuelta en la calle y me aproximo con la silla hasta la joyería.
El lugar es elegante y brillante. Hay diamantes por todos lados, anillos, pulseras, collares de diferentes tamaños y quilates.
Sé que Madison es una chica sencilla, pero quiero darle algo especial.
“Buenas tardes señor, ¿está en busca de algo especial?”, pregunta la vendedora.
“Sí, estoy buscando algo para regalar”.
“Por supuesto, cuénteme un poco sobre ella, ¿es un anillo de compromiso?”
Sonrío al imaginar que alguna vez pudiera ponerle un anillo de esos a Madison.
Por supuesto que eso no podría pasar nunca.
Ella está comprometida y yo estoy casado, no puedo pensar de esa manera con Madison, sin embargo, una idea fugaz cruza mi mente, y por un momento puedo ver claramente la imagen de Madison Jones con un gran anillo de diamantes, pidiéndole la mano para que sea mi esposa.
Sacudo la cabeza para alejar ese pensamiento.
“No, no se trata de eso. Ella es mi amiga, es como… como mi ángel de la guarda”.
La vendedora sonríe de oreja a oreja cuando me escucha decir eso. Primera vez que me sale decir algo tan cursi.
“Debe ser una amiga muy especial entonces, creo que tengo algo para ti”.
Corre detrás del mostrador y se pone a buscar en la sección de collares, luego vuelve a donde estoy y me muestra tres selecciones.
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