La enfermera del CEO -
Capítulo 72
Capítulo 72:
Sostiene el teléfono pegado a la oreja con una mano; con la otra se aferra con fuerza a un palo de escoba y está visiblemente agitada.
Cuando me ve en la planta baja, abre los ojos hasta el límite y acelera el paso. Casi brinca los dos últimos tramos de escaleras para poder llegar a mi lado.
“Alec! ¿Qué estás haciendo aquí?», exclama Madison sorprendida al verme llegar.
«Volví porque necesitaba… espera un momento, ¿Qué pasó? ¿Por qué estás lastimada? ¿Quiénes eran esos hombres que vi salir?», pregunto preocupado al verla en ese estado.
«¿Los viste? ¡Esos malditos ladrones! ¡Se robaron todo!», responde Madison con impotencia, dejando escapar un par de lágrimas que no parecen ser por pesar.
«¿Qué? ¿Te han robado?», inquiero incrédulo.
Recién cuando los vecinos ven que no hay peligro deciden salir de sus casas y se aglomeran en la estancia para preguntar qué sucedió.
La policía llega al mismo tiempo, y el dueño del edificio también se aparece.
«Recibimos una llamada por un robo en curso»
Informa un oficial.
«Yo los llamé»
Interviene Madison.
«Relátenos todo lo sucedido señorita»
Solicita el oficial.
«Acababa de volver del trabajo y encontré la puerta abierta de mi casa. Cuando entré, tres sujetos con capucha estaban saqueando todo mi apartamento. Lo más importante que se llevaron fue el dinero que acababa de cobrar del banco,» explica Madison.
«¿Cuánto era?», pregunta el oficial, dejándonos a ambos atónitos con la respuesta.
«Veinte mil dólares»
Revela Madison ante la mirada incrédula del oficial.
Le han robado la mensualidad que le pagué este mes.
Aprieto los puños, lleno de rabia.
No puedo creer que le hayan quitado un mes completo de trabajo.
«¿Usted dejó la puerta abierta por casualidad?», pregunta el oficial, lo que desata mi ira.
«¿Qué? ¡No!», responde Madison con indignación.
«Veremos qué podemos hacer, pero este robo coincide con los que se han estado presentando en la zona, este es como el quinto que hacen en un mes»
Comenta el oficial, lo que me enfurece aún más.
«¿Y todavía dice ‘veremos qué podremos hacer’? Si ha habido cinco robos lo único que eso significa es que la policía está siendo incompetente para realizar su trabajo»
Reprocho sin ningún reparo.
«¿Disculpe? Si tiene alguna queja, hágala en el departamento correspondiente. Hacemos todo lo posible, señor»
Refuta el oficial, lo que me hace mirarlo desafiante, decidido a no dejar que esto quede impune.
«Alec, por favor tranquilízate»
Me pide Madison, intentando calmar la situación.
«¡Pues más les vale! Mis inquilinos ya no se sienten seguros aquí,» dice el dueño del edificio, sumándose a la conversación.
«Vamos a su departamento, debemos hacer el peritaje correspondiente,» indica el oficial, dando por terminada la discusión.
«Alec…
«Te esperaré aquí, descuida»
Interrumpo antes de que Madison me pida algo que no sea quedarme.
Ella asiente y guía al oficial por las escaleras.
Es en momentos como este que odio con todo mi ser esta silla.
Sentir que no puedo hacer nada por ella, ni siquiera defenderla de unos maleantes, me hace sentir tan inútil.
«Harry, ve al auto, no te despegues de ahí por nada del mundo. Podría ser peligroso dejarlo solo,» ordeno al chofer.
«Sí, señor,» responde Harry, saliendo a toda prisa.
Aprovecho el momento a solas para llamar a Patrick, sabiendo que debe estar preocupado porque aún no he llegado a casa.
El teléfono repica solo dos veces antes de que él conteste.
«Señor Fairchild, qué alivio, creí que le había pasado algo malo. ¿Ya está por llegar?» pregunta Patrick al contestar.
«Todavía no, Patrick. Necesito que distraigas a mi esposa si es que llega. Dile que todavía estoy en la oficina,» le pido, sin querer preocuparlo más de lo necesario.
«¿Sucedió algo?», pregunta preocupado.
«Madison ha tenido un percance, pero nada demasiado grave. No te alarmes,» le aseguro, sin querer darle más detalles para evitar preocuparlo aún más.
«¿Seguro? Puedo ir a ayudar si necesita,» ofrece Patrick.
«No. Cuando resuelva el asunto, iré»
Decido, sintiendo que debo estar presente para apoyar a Madison en este momento difícil.
«No quiero darle más detalles, sé que si le digo que la han robado, se preocuparía. Patrick y ella han formado una amistad además de ser colegas.»
Veinte minutos después, Madison baja con el oficial de policía.
“Tiene que ir a la estación a declarar,” avisa el oficial.
“¿Ahora?”
“Si quiere recuperar rápido su dinero, yo diría que sí.»
«Está bien, yo te acompañaré,” le digo a Madison.
En el auto, Madison no deja de jugar ansiosamente con sus manos. Le extiendo una de las mías y la detengo.
“Todo va a estar bien.»
Ella me mira con sus ojos anegados en lágrimas, sin embargo, se las contiene tanto como puede.
Llegamos a la estación de policía en poco tiempo.
Lo primero que hacen es tomarle fotos a su herida en la cara.
Luego de eso, nos hacen esperar.
“Disculpe oficial, ¿Podría traerme un botiquín de primeros auxilios?», pregunto a otro de los que pasan por ahí en la estación.
El hombre asiente y me entrega el botiquín a los pocos minutos.
«No puedo creer que esos imbéciles te hayan asaltado,” le digo a Madison mientras saco los implementos del botiquín.
“Créeme, ellos quedaron peor,” asegura.
Cuando intenta reírse, hace una mueca de dolor.
“Déjame ver eso.»
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