La enfermera del CEO -
Capítulo 71
Capítulo 71:
Tomo el teléfono y veo que es Patrick quien llama.
«Hola, Patrick,» respondo, y noto que Alec levanta la vista al escuchar el nombre de su asistente.
Después de colgar, Alec me pregunta por qué no le dije de la hora.
Le explico que parecía muy concentrado y no quise molestarlo.
«Madison, es tarde, estoy ocupando más del tiempo que se supone que trabajas conmigo,» me dice Alec, pero bromeo diciendo que le cobraré horas extra.
Finalmente, accedo a que me lleve a casa, aunque sé que seguirá insistiendo. Lo ayudo a dejar todo en orden y luego bajamos hasta el auto, donde Harry ya nos espera para llevarnos.
Le doy la dirección a Harry y nos dirigimos hacia mi departamento en Austin. Sin embargo, un mal presentimiento comienza a inquietarme mientras nos acercamos.
No sé por qué, pero siento que no es una buena idea que Alec me traiga hasta casa.
Cuando estamos a una cuadra de llegar, Harry se detiene en un semáforo.
Sugiero que puedo caminar el resto del camino, pero Alec se niega, insistiendo en dejarme en la puerta de mi edificio.
Resoplo, resignada ante la terquedad de Alec.
Señalo la dirección y noto que la puerta principal está entreabierta, lo cual es extraño ya que el dueño siempre la mantiene cerrada.
Bajo del auto y me despido de Alec, deseándole una buena noche.
Antes de entrar a mi edificio, miro hacia atrás y veo a Alec mirándome a través de la ventana del auto antes de arrancar.
Suspiro y finalmente ingreso al edificio.
El ascensor parece estar fuera de servicio, así que subo apresuradamente las escaleras. Pero algo me detiene en medio del pasillo.
La puerta de mi departamento está abierta…
POV Alec
A pesar de todo, hoy ha sido un buen día.
Me siento bien tan solo de pensar que Madison ha aceptado quedarse conmigo, al menos por ahora. No tenía idea de que pensaba estar solo un año a mi lado.
No creo poder quedarme tranquilo con ese pensamiento, pero, por el momento, puedo aceptarlo; veremos qué pasa de aquí al año.
«Harry, detente un momento,» le digo al chofer mientras nos encontramos en el auto, después de dejar a Madison en su casa.
Se me ha olvidado algo importante y necesito decirle.
En un par de días será el evento de recaudación de fondos de una de las empresas rivales de Industrias Fairchild.
A pesar de que no quiero, el hijo del dueño de Diamond Company me invita cada año por mera etiqueta y pretensión.
«Señor, ya se ha puesto en verde, ¿Qué desea que haga?» pregunta Harry.
«Vuelve un momento a la casa de Madison, debo decirle algo importante,» decido, aprovechando la oportunidad de verla una vez más.
Reconozco que hoy ha sido un día de muchas revelaciones para mí.
Madison se ha vuelto alguien especial en mi vida en poco tiempo.
Ahora mismo, creo que tengo más conexión con ella que con mi esposa. Incluso ella me ha visto desnudo más recientemente que Jennifer.
Recordar ese momento hace que quiera reírme a carcajadas.
No puedo creer la forma en la que se puso después de verme tal y como Dios me trajo al mundo. Para ser honesto, lejos de molestarme, fue algo… no sabría cómo expresarlo en palabras, simplemente no me molestó.
Harry da vuelta en ‘U’ a pesar de que está prohibido hacerlo en esa zona y retoma el camino hacia el departamento de Madison.
Ahora veo que Madison no bromeaba cuando dijo que alquiló en la zona más económica posible de Austin.
No obstante, creo que pasó por alto el hecho de que este es uno de los lugares más peligrosos de la ciudad.
«Harry, ¿Crees que puedas ayudarme a bajar de aquí?», pregunto cuando llegamos a su edificio.
«Ah, sí creo que sí, señor Fairchild,» responde Harry, deteniendo el auto y ayudándome a bajar.
«No podré subir esas escaleras, creo que tendrás que llevarme hasta allá arriba primero,» le digo, consciente de mis limitaciones físicas.
«O mejor le pido que baje, ¿No le parece?»
Sugiere Harry.
Le doy una mirada de pocos amigos y Harry traga en seco, decidiendo no discutir más. Me lleva hasta la cima de los tres escalones y toca la puerta con los nudillos.
«Es un edificio de varios apartamentos, ella no abrirá así, debe hacer un intercomunicador o algo,» aseguro, recordando cómo funcionan este tipo de edificios.
«Ahí, ese debe ser»
Señala Harry al aparato en la pared.
«¿Cuál es su departamento?»
Me quedo en blanco cuando lo pregunta.
No tengo ni la más mínima idea.
La última vez que estuve aquí, no estaba precisamente en mis cinco sentidos, aunque todavía tengo fresco en mi cabeza la silueta semidesnuda de Madison quitándose la blusa. Nunca le dije que la había visto esa noche, creo que estaría aún más avergonzada.
Ahora que lo pienso, imagino que haber visto mi virilidad es parte de la deuda que tenía con ella por haber visto su pecho, aunque yo no llegué a ver más allá de un brasier fucsia.
«Ah…»
Me quedo con la palabra en la boca cuando en ese momento, escuchamos ruidos desde el interior.
Hay gritos y se escuchan cosas que caen, todo un caos ahí dentro.
Algo malo sucede, estoy seguro de ello.
«Harry, apártate de la puerta»
Advierto, siguiendo mi propio consejo y apartándome a un lado justo a tiempo para que la puerta se abra de un solo azote. Tres sujetos encapuchados salen corriendo a toda velocidad con un par de bolsas negras en las manos.
Mi primer pensamiento es ella.
Madison.
Entro con la silla de ruedas sin pensármelo dos veces.
Dentro, el edificio es un caos, hay vecinos asomados desde las puertas de sus casas, gritando cosas que no llego a entender del todo.
Detrás de mí escucho las sirenas de la policía acercándose cada vez más.
«¡Madison! ¡Madison!», grito con angustia.
En eso, la veo bajar corriendo las escaleras.
Lleva el cabello desordenado y parece que le han golpeado la cara.
¡No puede ser!
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