La enfermera del CEO
Capítulo 66

Capítulo 66:

Estamos a febrero y ya vamos atrasados un mes entero.

Tengo la presión de los accionistas respirándome en el cuello, no me puedo dar el lujo de fallar ahora.

Mi celular vuelve a sonar por enésima vez.

Al parecer, alguien no entiende que estoy ocupado. Termino por contestar la llamada para que me deje en paz; ni siquiera me molesto en mirar el remitente.

“¿Aló?»

“Alec Fairchild, ¿Dónde carajos estás?»

Cuando Jennifer se molesta, se le sale toda la clase que pudiera tener.

“Sigo en la oficina, ¿Sucede algo?»

“¿Acaso olvidaste qué día es hoy? ¡Lo prometiste!»

Miro el calendario en el escritorio. Incluso lo había resaltado con un marcador rojo. Hoy es catorce de febrero, ¡san Valentín!

“Ah… Jen, yo…»

“¡No! Ni te molestes en buscar una excusa, es obvio que lo has olvidado. He dejado de ser importante en tu vida.»

“No digas eso, mi amor, por favor. Sabes que las cosas no son así.»

“Si eso fuera cierto, vendrías ya mismo a verme.»

“¿Dónde estás?»

“En el bar donde nos conocimos, quería hacer algo especial para los dos así que lo reservé por completo, pero ahora estoy como una tonta aquí sola.»

Suspiro con pesadez, tendré que dejar esto para más tarde, ella tiene razón. No puedo dejarla plantada en un día tan especial como este.

“Espérame ahí, iré por ti.»

“Aquí estaré esperándote.»

Cuelgo la llamada y salgo apresurado hacia aquel bar.

Hace años que no voy, no suelo frecuentar ese tipo de lugares, y después de haberla conocido a ella, no me hacía falta volver.

Para mi mala suerte, está lloviendo y no llevé ningún paraguas.

Bajo al estacionamiento y me llevo mi auto.

Las calles están atestadas, imagino que por ser san Valentín.

Tardaré horas en llegar si el tráfico sigue así.

Avanzo lentamente a través de las calles. Ya han pasado cuarenta y cinco minutos desde que me llamó y todavía no he podido llegar al bar.

Dentro del auto, mi teléfono vuelve a sonar.

“Alec, ¿De verdad me dejarás plantada?»

“¡No, mi amor! Estoy atascado en el tráfico.»

“¿Dónde estás? Tal vez pueda ir por ti.»

“No, está lloviendo demasiado, creo que por eso hay tanto tráfico. No estoy tan lejos, tan solo a unas cuantas cuadras, pero no sé por qué…»

Me quedo callado cuando veo desde afuera el motivo por el cual no hay pasada.

Ha habido un terrible accidente.

Dos autos han colisionado y el desastre se ve a simple vista.

Los parachoques de ambos están hechos trizas, y me temo que una de las personas que iba dentro están gravemente heridas.

“¿Qué? ¿Qué sucede?»

“Hubo un accidente, no podré llegar por la vía principal.»

“Ooh, bueno, ¿Por qué no te vas por el otro lado? La calle que es un poco más solitaria.»

“No me agrada demasiado esa zona,» murmuro.

Suele estar muy sola, aunque para lo que está pasando, tal vez esté más llena de gente.

“Entonces no vendrás,» sentencia con molestia.

“Sí iré, descuida. Creo que podría caminar.»

“¿Bajo esta lluvia?»

“Por ti, sí, bajo la lluvia, incluso bajo fuego.»

Ella se echa a reír a través del auricular.

“Muy bien, te esperaré, mi caballero de brillante armadura.»

Doy la vuelta con el auto hasta donde puedo pasar, pero el atascamiento está por todos lados. No hay forma de que llegue con él.

Lo aseguro bien y me bajo.

En un segundo la lluvia empapa toda mi ropa, reviso el maletero con la esperanza de tener algún paraguas escondido, pero no encuentro nada, ni siquiera un impermeable.

Principio del formulario

Si corro lo suficientemente rápido tal vez podría llegar sin mojarme tanto.

Me envuelvo bien con la chaqueta y empiezo a caminar a paso acelerado para llegar al bar.

Entre más avanzo, más solitaria se vuelve la calle, tan solo pasan algunos carros iluminando el oscuro camino.

Tengo frío, el viento helado de la lluvia hace que tirité como un pollito mojado.

De pronto me siento observado.

No sería extraño que alguien intentase robarme a estas horas.

Sería un lugar y fecha perfectos.

La policía está ocupada en el accidente de más atrás, nadie se percataría de mí.

Volteo a mirar a todos lados con el corazón acelerado.

No hay nadie aparentemente, aun así, decido cruzar de acera hacia el lado izquierdo.

Camino un poco más hasta que algo llama mi atención.

Paso justo al lado de un callejón sin salida.

Está tan oscuro que no puedo ver un par de metros más allá, sin embargo, un par de ojos amarillos me miran con intensidad.

No soy una persona supersticiosa, pero podría jurar que son los ojos de un demonio.

Mi corazón se detiene por un segundo, esa cosa me está mirando, puedo sentir la intensidad de sus ojos clavados en los míos.

En ese momento mi cerebro me grita que corra, sin embargo, mi cuerpo no responde a esas órdenes.

Los ojos amarillos comienzan a hacerse más grandes y avanzan hacia mí cada vez más.

Sumado a eso, un gruñido gutural proviene de él.

Cuando se acerca a la luz, distingo lo que es.

No sé si me da más miedo el hecho de la realidad, o si hubiera preferido que sea un demonio o un fantasma.

Las fauces del perro que me amenaza están llenas de una saliva blanca que me hace recordar a esos programas donde indican los síntomas de la rabia.

El animal me mira con ferocidad, dispuesto a saltarme encima en cualquier segundo.

No es la primera vez que veo mi vida amenazada por un perro, es por eso que no me gustan esos animales, pero esto no se compara con nada a lo que sucedió en mi niñez.

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