La enfermera del CEO
Capítulo 62

Capítulo 62:

Como no me respondieron, creí que ya no irían.

¡Maldición!

“¿Qué? No, debe ser una confusión.»

“No es ninguna confusión, están preguntando por ti, Alec Fairchild.»

“Mi amor, no es lo que crees, puedo explicarlo.»

“ ¿Y qué es lo que creo, Alec? ¿Que tienes un hijo bastardo por ahí?»

Suelto una risita por su deducción.

Es evidente que piense eso, sería lo lógico, ¿No?

“Es un error,» digo a secas.

“No puedo creer que me mientas, ¡eres de lo peor Alec Fairchild!», grita a través del auricular.

Me cuelga sin darme más oportunidad a mi defensa.

No puede ser que esto me esté pasando justo ahora, ¿Cómo se supone que le voy a explicar esto a Jennifer sin perjudicar a Madison?

Estoy por salir de allí cuando un par de fotografías llaman mi atención.

Están sobre la cómoda, así que me acerco como todo un chismoso.

En una de las fotos está Madison con su hijo cuando todavía era un bebé, en la otra está con una chica que no reconozco y al otro lado un hombre que se parece mucho a Caleb.

“Este debe ser el famoso padre del niño,» digo en voz alta.

Era bastante bien parecido, ¿Para qué negarlo?

Puedo incluso imaginarme cómo hubiera sido la vida de Madison si él no hubiese muerto. Seguramente estaría casada con él y vivirían una feliz vida matrimonial.

La tercera y última foto es solo de un hombre, está en un fondo de la bandera de Estados Unidos y lleva un uniforme militar.

Es de piel oscura y tiene una gran y cálida sonrisa.

Este hombre debe ser Liam.

La puerta se abre de improviso y Madison me pilla mirando sus fotos.

“¿Qué estás haciendo?»

Dejo los marcos de nuevo en su sitio.

La miro avergonzada, no puede ser que me haya descubierto haciendo esto, ¡qué vergüenza!

“Nada,» digo con la cabeza gacha.

“¿Todo bien con su esposa?»

La pregunta me hace recordar que la he cagado monumentalmente.

“No, tengo que volver ahora mismo. Creo que mi esposa tiene una idea muy loca en la cabeza.»

“¡Ay no!, no me digas que se enteró de que soy madre soltera.»

“No, aún no.»

“¿Aún?»

“Lo lamento, Madison, pero mi esposa cree que tengo un hijo bastardo escondido, creo que es uno de esos momentos donde confesar la verdad es mejor que tratar de tapar todo con otra mentira.»

“Pero si hace eso ella tendrá una razón para despedirme.»

“Despreocúpate por eso, yo no dejaré que ella se meta contigo. No quiero otra enfermera, Jennifer tendrá que entenderlo, y si no le gusta, no es mi problema.»

“Lo siento, no debería pelearse con su esposa por mí. No debí pedirle que mantuviera esto en secreto.»

Me acerco hasta estar frente a ella y tomo su mano con delicadeza. Madison me mira con los ojos llorosos.

“Yo acepté, así que soy responsable de ello. Después de todo, soy yo quien debería poner las condiciones finales para su contratación.»

“Si su esposa se opone, me echará.»

“No lo hará, confía en mí.»

“De todas formas, creo que debería acompañarlo, tengo que tomar la responsabilidad del asunto en mis manos.»

“No, Madison, debes quedarte a la fiesta de tu hijo. Él ni se dará cuenta de que no estoy importante. No puedo dejarlo solo y que crea lo peor de usted.»

Siento que muero lentamente de la vergüenza y el miedo.

No puedo creer que después de dos meses, de nuevo mi trabajo está en riesgo, porque, aunque él diga que no, sé que esa mujer está esperando solo la mínima excusa para despedirme.

No le agrado desde esa vez que llamé a la policía por la supuesta ladrona.

Yo le aseguré que no sabía nada de nada, pero creo que su instinto de mujer le dice que yo sé mucho más de lo que digo.

Y no se equivoca.

Hasta el momento me he mantenido al margen de eso, además, no la he vuelto a ver conspirando contra su esposo.

Si hubiera intentado otra movida tan arriesgada como la de esa noche, a estas alturas ya lo hubiera sabido.

Yo y todo Texas.

El abuelo de Alec se ofreció a llevarnos de vuelta, muy molesto por tener que dejar la fiesta a medias.

La verdad es que a mí tampoco me gusta la idea de tener que dejar a Caleb solo, aunque se quedó con mi papá.

Cuando llegamos a la casa, lo primero que noto es que hay un par de maletas grandes en la puerta.

“No puede ser,» murmura Alec.

“¿De qué se trata todo esto, Alec?», pregunta el abuelo.

Él no había querido decirle el motivo por el cual tenía que volver de inmediato.

“Por favor, espera en el auto, debo hablar a solas con Jennifer,» pide.

Su abuelo frunce el ceño y gruñe por lo bajo, pero acepta. Bajo a Alec del auto y lo siento en su silla con normalidad.

“Deberías dejarme hablar con ella primero, así estará más calmada para escucharte,» sugiero.

“No, déjame a mí resolver esto. Si te ve ahora mismo, temo que no se va a controlar.»

Lo dejo irse con una incomodidad que me hace sentir revuelto el estómago.

“Madison, dime qué es lo que pasa,» demanda el abuelo.

“Lo siento señor, yo no sé nada,» miento.

No voy a traicionar la confianza de Alec a los cinco segundos de haberse ido.

El señor Thomas golpea el volante del carro con frustración.

Sus mejillas se han tornado rojas del disgusto. No entiendo por qué se pone así, es un problema que no le concierne.

“De todos modos, no necesito ser un adivino para deducirlo. Esas maletas afuera solo pueden significar una cosa.»

Yo misma me he condenado, ahora no puedo emitir ninguna opinión al respecto sin dejar al descubierto que le he mentido.

Me quedo callada y no digo nada, pero el abuelo no parece dispuesto a quedarse a esperar como prometió.

Se baja del auto y comienza a caminar hacia la casa.

“¿No debería esperar aquí como él dijo?», pregunto bajándome detrás.

“Por supuesto que no haré caso. Conozco muy bien la clase de calaña que es esa mujer, diría o haría cualquier cosa para confundir a mi nieto, es lo que lleva haciendo desde hace cinco años.»

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