La enfermera del CEO -
Capítulo 61
Capítulo 61:
“¡Mamá mira! ¡Son Iron Man, el Capitán América y Spiderman de verdad!», grita Caleb mientras brinca como un loco.
“No… puede… ser… «, musita Madison.
“Esperamos que sea suficiente», dice mi abuelo acercándose.
Ella voltea a mirarlo sin saber qué decir.
Estoy seguro de que no le gusta nada de esto, pero no creo que le diga que no a Thomas.
“Es más que suficiente, de hecho, creo que es demasiado.»
“En lo absoluto, es justo lo necesario para que su niño disfrute. Mire lo feliz que está», señala mi abuelo.
“Muchas gracias, de verdad.»
“Patrick, ¿Puedes ayudar a entrar las cosas?», le pido.
“¿Hay más?»
Cuestiona Madison con un tono de incredulidad.
“No estaba muy seguro de qué traerle, entonces, compré varias cosas,» explico.
Ella se lleva las manos a la cabeza con disimulo.
Está por empujarme dentro de la casa cuando se da cuenta de que he cambiado de silla de ruedas.
Ha sido un poco incómodo adaptarme a este nuevo asiento, pero creo que a largo plazo será mucho mejor.
Tomé la recomendación de la última vez que había ido al doctor.
“Veo que tienes nueva silla,» comenta.
“Así es, esta me da mucha más libertad de hacer las cosas por mi cuenta.»
“Eso quiere decir que muy pronto no me necesitarás.»
“Siempre voy a necesitarte, Madison.»
No me doy cuenta de cómo suena lo que he dicho hasta que lo pronuncio en voz alta. Ella se sonroja, sin embargo, se hace la desentendida con el tema.
Entramos a la casa mientras Patrick, mi abuelo y la gente que trajo para que arme el colchón inflable empiezan a organizar lo que falta.
También meten los regalos dentro y los dejan en una de las mesas preparadas por Madison.
Al poco tiempo, su padre llega y se encuentra con toda esta sorpresa.
“¡Wow! Señores Fairchild, es un gran y hermoso gesto de su parte.»
“No es nada, lo hemos hecho por Caleb. Es un gran niño, se lo merece.»
“Imagino que van a quedarse,» supone.
“Si Madison está de acuerdo, por supuesto,» añado.
Los tres volteamos a mirarla expectantes.
Ella se descruza de brazos y como que lo duda por un instante.
“Ah… sí, claro.»
“¡Bien! ¿Toman cerveza? ¿Ron?»
“Yo sí quiero una cerveza»
Asegura mi abuelo.
Nos quedamos en la sala mientras los dos viejos, a falta de otro modo para llamarlos, se ponen a tomar y a conversar de tiempos que, según ellos, fueron mejores.
Poco a poco los niños invitados al cumpleaños comienzan a llegar.
No queda ni uno que no se sorprenda de ver la fiesta. Los gritos de los pequeños corriendo de un lado a otro llenan la casa y los alrededores.
Luego de un rato en el que ya han tomado casi todos los rincones del lugar, veo a Madison sentarse agotada en uno de los sillones, alejada de todo el desorden.
“No tenía idea de que podía ser tan agotador cuidar de tantos niños.»
“¿En serio?», pregunta con sarcasmo.
Suelto una carcajada involuntaria.
“Para ser sincero, esta es la primera fiesta de niños en la que estoy.»
“¿Cuándo eras niño tus padres no te hicieron fiestas?»
“Me refiero a, como adulto. Siempre fue mi sueño tener una casa grande con muchos niños corriendo por ahí. Quería tener una familia grande.»
“Seguro que todavía puedes, el accidente no te ha dejado estéril, ¿O sí?»
“No, pero ¿Cómo podría ser padre ahora? Solo sería una carga para ese hijo. Es claro que eso ya no es para mí,» digo con resignación.
“¿Es por eso que le has tomado tanto cariño a mi hijo?» cuestiona.
“Ah…»
Me quedo en blanco, sin saber qué contestar a eso.
Madison se echa a reír.
“No me molesta Alec. Le has alegrado el día muchas veces desde que te conoció. Has sido lo más cercano a un papá que ha tenido en un buen tiempo.»
Eso me hace recordar a Liam, el novio.
“¿Qué hay de tu novio?»
“Con Liam las cosas han sido muy diferentes. Cuando lo conocí, no estaba lista para dejar que viese a mi hijo primero. Estuvimos un año y medio de relación antes de que Caleb supiera de él. Además, cuando llegó Liam a mi vida, él solo era un bebé de dos años.»
“Debe ser un gran sujeto si le cae bien a ese niño,» aseguro.
Ni siquiera puedo imaginarme cómo será ese hombre porque nunca lo he visto. Aun así, me descubro de pronto sintiéndome celoso de lo que tiene.
“Lo es»
Afirma con una sonrisa.
Detecto, sin embargo, algo en su mirada.
No sabría decir de qué se trata.
Quizá… ¿melancolía?
Me distrae la vibración de mi celular en el bolsillo de la silla. Lo saco y veo el nombre entrante en la llamada, se trata de Jennifer.
A ella ni siquiera le dije a dónde me había ido, pues no estaba en casa cuando me desperté.
“¿Habrá algún lugar donde pueda hablar sin tanta bulla? Es Jen,» digo mirando a Madison.
Ella abre los ojos como platos y asiente.
Se pone de pie y me conduce hacia un pasillo que da a las habitaciones. Abre una puerta y me deja pasar.
No me da tiempo a preguntarle de quién es el lugar, porque debo contestar antes de que se caiga la llamada. Sale de la habitación y cierra la puerta dejándome a solas.
“¿Hola?»
“Alec, ¿Dónde estás?», pregunta con tono de reclamo.
“Aah… tuve que salir con el abuelo, quería pasear conmigo, ya sabes cómo es,» miento.
No puedo decirle que estoy en casa de Madison, mucho menos que es la fiesta de su hijo, se supone que ella no debe saberlo.
“¿Y entonces por qué hay una gente aquí tocando mi puerta preguntando por la fiesta de ‘mi hijo’?» entona esas dos últimas palabras con desprecio.
Me palmeo la frente, había olvidado que hice un pedido de golosinas para traer.
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